Las semanas pasan muy rápido... y otra vez vamos hacer un esfuerzo en seguir disimulando que la vida es perfecta, una perfección echa mierda en trozos. No tengo tiempo de analizar nada, es más, no deseo analizar nada, ya no me preocupa la hora en que llegue mi madre, los días pasan pero solamente me doy cuenta que cenamos calladas sin ninguna motivación para charlar, he dejado claro que mis piernas ya no están hinchadas y la amiga a la que llamo Gaby debería sólo tener una amnesia temporal, sin embargo, esta se ha prolongado hasta una semana y media es decir; ella se acuerda de pequeña cosas por lo que su cerebro presenta algunas lagunas que tendrian que desaparecer pero poco a poco, sin presiones.
El gobierno se llena la boca en decir: "La patria ya es de todos" cuando lo único que es de todos son las deudas por los excesivos cambios que el mismo que este mismo esta realizando. Es la segunda cadena Nacional que tengo que ver en lugar de mis novelas favoritas, paso a la ducha sin contestar el teléfono. Es una estupidez contestarle a la secretaria del colegio en estos momentos.
Suspiro en la taza del futuro.
La verdadera crisis es emocional, difícilmente se puede luchar contra ella. Espero que escurra el agua un poco y así poder cubrirme con la salidera de baño.
Una y mil veces más suspiro tratando de relajar mi tensa nuca que me imposibilita hacer movimientos acelerados. No voy a negar que después de la última visita al hospital en la cual Gaby preguntó cosas del pasado no he podido encontrarme a mí misma.
Me acerco muy rápido a la pantalla del timbre que está en el pilar de la puerta para saber quien es la persona que toca con tanta urgencia. Es Arturo y sin vacilar presiono duro el botón para su ingreso.
―Ximena ―titubea e inmediatamente alza la cabeza, los daños que había hechos Benjamín han desaparecido por completo y sus ojos azules vuelven a resplandecer como siempre―. Me he ofrecido en traer los apuntes para que puedas ponerte al día en las materias básicas. He querido ser yo quien te ayude.
Chupo la muela.
Arturo ya no se cohibe y busca algo en mis ojos que no me incomoda para nada, al contrario, le doy paso para que lo haga. Los cuadernos pasan a un segundo plano, las miradas van y vienen sin ninguna vergüenza. No olvido que no estoy decente pero tampoco voy a fingir que eso me molesta frente a él, creo que no existe ninguna pizca de rubor, timidez, sofoco. Respiro aliviada, con su presencia me puedo llegar a sentir segura, quizás es el nublado día, mis tercas hormonas o simplemente desganas.
―La nevera es tuya ―le indico al caminar por el pasillo, un aire helado se aloja en mis manos, mantengo la respiración ante la sensación de otros ojos que no son los de Arturo en mí. Sentía calma, no obstante, después de abrir el primer armario me parece escuchar un leve paso―. ¿Arturo, estas ahí? ―nerviosa camino despacio hacia la puerta. Al abrirla súbitamente sólo veo las guirnaldas del espacio de mi madre moverse.
―El aire, sí, eso debe ser.
Camino hacia mis vanidades para coger el tacho de crema hidratante, tomo una buena porción y cubro desde la parte superior hasta la inferior, en todo el cuerpo, incluyendo mis estrías.
―Arturo ya basta, esto no me parece para nada gracioso.
Por un momento pienso que él me espía desde algún lugar en el que yo no lo pueda ver, medito con calma, escucho que el pequeño cascabel de la habitación de al frente suena.
Niego. Niego. Niego. Con el corazón demasiado acelerado vuelvo a la puerta y sin tener alguna idea clara me quedo ahí viendo como el pequeño cascabel ozcuro baila de un lado a otro.
―¡Arturo! ―exclamo al sentir que algo poco normal me roza el brazo. Nuevamente grito desesperada, intentó correr pero mi cerebro en este instante se bloquea de manera inpresionante―. ¡Arturo!
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EquisYe y Zezlin©
Teen FictionLa gente sabe que; Ximena esta loca, le faltan ciertos tornillos que harían cuerda a cualquier chica de dieciocho años. La muchedumbre está consciente que después de ciertos añitos su madre es el boom del vecindario entero, causa por la cual la pobr...