Capítulo dos: haciendo nuevos amigos

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Louis


—¿Dónde putas está la llave, Samantha? —demanda uno de los hombres. La tiene aprisionada en la pared y su antebrazo está en el cuello de ella. La mira con tanta furia que parece que quisiera venganza por algo que ella le haya hecho. ¿Ya se conocían?

Con las luces encendidas, analizo la habitación en la que nos encontramos; es algún tipo de sala de estar, con muebles un poco antiguos de color beige oscuro, tienen algunas manchas de diversos fluidos. Mesas viejas, pero bonitas que hacen juego con los muebles. Las ventanas están cubiertas con tablas, y algunas tienen los cristales pintados de negro. La luz que entra de afuera es casi nula. Puede ser que afuera sea de noche o hicieron muy bien su trabajo de impedirnos ver.

También observo a las personas y cuento once personas en total, doce si me incluyo. No logro ver las pulseras de todos para saber sus nombres. Solo sé de un chico aparentemente joven llamado Max, mira lo que está pasando con un cuidado impresionante. El calvito impulsivo que tiene aprisionada al a chica en la pared se llama Oliver y la mujer del cabello ondulado es Carlota. Por lo que escuché, nuestra ladrona se llama Samantha.

Escucho un ruido muy fuerte y vuelvo a la realidad. Con mucha fuerza, Oliver lleva a Samantha a una silla y comienza a amarrar sus manos con trozos de tela que ve por ahí tirados e incluso rasga su camisa para obtener más pedazos. Ella tiene una expresión de terror, y lo más probable es que ella ni tenga la supuesta llave.

—¿Y si no sabe y es solo una trampa? —pregunto, mientras él termina de atar a la chica.

—¿Y si lo que dijo el señor no es cierto? —continua mi idea el chico que se llama Max. Al parecer me apoya.

—¿A qué se refieren? —interroga otro hombre, el seductor de cabello claro.

—¿Y si esto no es la trampa mortal que él dice? —responde de nuevo Max con un toque dudoso—, ¿qué locura estamos haciendo si todo esto no es verdad? Literalmente un señor que nunca nadie había visto antes acaba de decir tres palabras ante nosotros y ya nos... se volvieron locos.

—¿Estamos? —protesta una chica al fondo de la habitación, cuerpo bonito, cabello corto y totalmente hermosa—. Sinceramente él es el único que está haciendo locuras —señala a Oliver.

A él no parecía importarle lo que dijeran, seguía empeñado en atar a Samantha, y sus propósitos son algo desconocidos para todos nosotros. ¿Quiere torturarla?

—Yo quiero decir que... si estamos acá es por algo —le responde Carlota—, no debe de ser una broma, quizás un experimento y probablemente sí va en serio, sin embargo, depende de nosotros si nos matamos o no. Quizás es para ver cómo reaccionamos ante el peligro y esas cosas. Dicen que las personas muestran su verdadero yo ante estas situaciones, quizás están probando eso.

Hagamos de la muerte algo divertidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora