3

100 6 0
                                    

Su mano fue a parar en la falda de vestir alisándola, y camino decidida hasta la compañía, al pasar por el callejón de aun lado de la empresa de reojo vio al hombre de ayer en la cafetería. Paró en seco abriendo mucho los ojos, retrocedió algunos pasos hasta mirar nuevamente el callejón, ya no estaba en hombre.

— ¡No es gracioso! —Se adentro al callejón en un impulso de valor. Llego hasta el final observando los contenedores de basura preparándose para cualquier cosa.

Su cuerpo choco contra algo; alguien. Se apartó observando al hombre de hace unos segundos con la misma sonrisa que le dedico en la cafetería.

— ¿Deseas morir? —Su voz, podría fácilmente ser lo más escalofriante que Amanda haya oído, como también el hecho de haber repetido con palabras lo que él mismo escribió para ella en aquel papel.

— ¡Aléjate! Si es una broma, que pare ya. Me resulta irritante, no es gracioso —Se enfureció al escucharle reír con fuerza pero sin gracia. Entonces en un parpadeo desapareció, frunció el ceño dejando escapar un chillido.

— Pueden verte, pero a mí no —Sonaba cerca pero no conseguía verle, se giro para encontrarlo, notando como varias personas que pasaban por allí la veían extraño—. ¿Por qué evades la pregunta?

— ¿Qué clase de pregunta es esa? No deseo morir —Gruño bajando el tono de voz mas no controlando la furia que le recorría.

— ¿Por qué? Tu trabajo no vale la pena, como tampoco tus compañeros y ni hablar de tus jefes. Tus hermanos no te hablan, y tus padres te ignoran, ¿Por qué seguir viviendo? —Escucho un leve golpe a su espalda, se giro brusca encontrándole sobre un contenedor de basura. Cada una de sus palabras llevaban razón pero no iba a dársela.

— ¿Quién eres? —Retrocedió un paso a la defensiva apunto de un ataque de nervios, aquello conseguía superarle de una manera exorbitante.

— La pregunta aquí es, ¿Quién eres tú? —Ladeo el rostro sin perder aquella sonrisa. Amanda respiro profundo antes de girarse y comenzar a caminar fuera del callejón—, No iras muy lejos Amanda, evadiéndome no conseguirás nada. Ten eso en cuenta.

Deja caer todo su peso sobre aquella silla giratoria ignorando el hecho de ser vista por otros empleados presentes. Afinco sus codos sobre su escritorio colocando el rostro entre sus manos cerró los ojos, no conseguiría concentrarse muy bien lo sabía. Su jefe había llegado unos minutos tardes y le había hecho ir a comprar su desayuno, luego a sacar copia a cada uno de los ingresos y egresos de la compañía llevando un control excesivo. Amanda procuro siempre ser la primera en su clase, siendo ella la ocupante del cuadro de honor en la Universidad mas aquel respetable índice académico y cursos extracurriculares que se obligo a hacer no fueron de gran interés para su jefe que la menospreciaba por no tener un cargo como el de sus colegas en la compañía. Gruño por lo bajo cuando estando a punto de salir su jefe le informo que necesitaría terminara por él un trabajo pendiente, mas como cualquier otro que desee conservar el trabajo ser mordió la lengua para evitar soltar una ridiculez y se limito a asentir con una muy bien fingida sonrisa. Y allí se encontraba, siendo tal vez la única persona en la empresa, tratando de termina cuanto antes aquel trabajo.

Bajo con lentitud cada escalón llegando a plantabaja en minutos, saldría por la puerta trasera, aquella que da al callejón enel que anteriormente había estado. Camino con rapidez entre las calles oscurasy solitarias de la ciudad, sintiéndose paranoica al girar varias veces lacabeza hacia atrás procurando no ser seguida.

Unas cuadras antes de su casa en la esquina del lado opuesto dos hombres idénticos acompañados por una mujer y el mismo hombre que ha estado molestándola la observan caminar con detenimiento.

— ¿Seguro es ella, Eris? —Inquirió Ker sin dejar de observarla.

— Muy seguro, hermana —Sonrió mirando fijamente a Amanda caminar con rapidez.

— Se ve asustada —Comento Hipno ladeando ligeramente el rostro.

Ante aquellas palabras Tánato solo se limito a asentir estando de acuerdo con su hermano gemelo. Ker no varió su expresión de frialdad girándose hasta quedar frente a Eris sabiendo muy bien que aquel comportamiento por parte de la joven es consecuencia de él, por algo es el dios de la discordia.

— Has hecho tu trabajo —Sus palabras son bien recibidas por Eris, quien sonríe aun mas—. Nicte sabrá cómo pagarte.

— Mi camino con ustedes ha llegado a su fin, espero verles pronto.

Y con aquellas simples palabras se marchaperdiéndose entre la oscuridad.     

Cadaveria. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora