Carta Segunda

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DE LA MISMA A LA MISMA


Querida Fanny:

Acababa de sellar mi última carta para ti, cuando subió mi madre y me dijo que quería hablar conmigo de un asunto muy especial.

—¡Ah, ya sé! —dije yo—, ese viejo idiota del señor Watts te lo ha contado todo, aunque le pedí que no lo hiciera. Sin embargo, no puedes forzarme a aceptarle si yo no quiero.

—No voy a forzarte, hija; sólo quiero saber cuál es tu decisión respecto a su propuesta, e insistir para que te decidas en uno u otro sentido, porque si tú no la aceptas, Sophy puede que sí lo haga.

—De hecho —respondí apresuradamente—, Sophy no debe preocuparse, porque sí me voy a casar con él.

—Si ésa es tu decisión —dijo mi madre—, ¿por qué temías que forzase tu voluntad?

—Bueno, porque no he decidido si debo aceptarlo o no.

—Eres la chica más rara del mundo, Mary. Lo que dices en un momento dado, lo niegas justo después. Dime de una vez si tienes intención de casarte con el señor Watts o no.

—¡Vaya! Mamá, ¿cómo quieres que te diga lo que ni yo misma sé?

—Pues deseo que lo sepas, y rápido, porque el señor Watts dice que no se va a dejar mantener en vilo.

—Eso dependerá de mí.

—No, no es así; puesto que si no le das tu respuesta definitiva mañana cuando tome el té con nosotras, tiene la intención de hacerle una proposición a Sophy.

—Entonces le diré a todo el mundo que se ha portado muy mal conmigo.

—¿Y eso de qué servirá? El señor Watts ha sido insultado durante demasiado tiempo por todo el mundo como para que le importe ahora.

—Desearía tener un padre o un hermano para que pudieran batirse con él.

—Serían muy astutos si lo lograsen, ya que el señor Watts saldría huyendo antes; y por tanto, debes decidir y decidirás si le aceptas o le rechazas antes de mañana por la tarde.

—¿Pero por qué si lo rechazo tiene que proponérselo a mis hermanas?

—¡Vaya!, pues porque desea pertenecer a la familia, y porque son tan bonitas como tú.

—¿Pero, mamá, se casará Sophy con él si se lo propone?

—Probablemente, ¿por qué no?; sin embargo, si ella decide no hacerlo, Georgiana lo hará, ya que estoy decidida a no dejar escapar una oportunidad como ésta para colocar a una de mis hijas tan provechosamente. Así que aprovecha bien el tiempo; te dejo para que decidas sobre el asunto contigo misma.

Y luego se fue. Lo único que se me ocurre, mi querida Fanny, es preguntarles a Sophy y a Georgiana si lo aceptarían si se lo propusiera a ellas, y si dicen que no, yo le rechazaré

también, porque le odio más de lo que te puedas imaginar. En cuanto a las Dutton, si se casa con una de ellas, aún tendré el triunfo de haberlo rechazado yo antes. Así que adiós, mi querida amiga.

Tuya siempre,

M.S.

Jane Austen - Las tres hermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora