Castiel sacudió su cabeza y logró salir del aturdimiento que ver al otro le provoco. Estaba por cuestionar al rubio cuando siente el filo de un hacha acercarse a él. Con la agilidad ganada tras varias peleas de taberna logra esquivar a tiempo el golpe fatal. Y la brutal contienda empieza. Pero a pesar de que el verdugo pone todo su empeño en ganar, la convicción y la fuerza de Castiel lo logran derribar. Tras un certero ataque, el tipo queda inconsciente a los pies del molinero quien lo aprisiona con unas cuerdas para que no escape.
— Sera mejor que me sigas a mi casa, allí te atenderé mejor. —dice sin voltearse, tomando el cuerpo ajeno y comenzando a salir del bosque.
Nathaniel duda unos instantes, pero finalmente le sigue.
Un rato de después ya estaban en la casa, la cual no lucia como se había imaginado por su apariencia. Realmente no debió juzgar la fachada, aunque el resultado fue positivo para el. Nathaniel observo como el chico del molino encerraba al verdugo en el sótano asegurando la tranquilla de salida al patio y la puerta de entrada a la casa. Lo vio ir al baño y regresar con unas toallas húmedas y un cuenco de agua, ademas de un pote algo viejo.
— ¿Puedes sentarte aquí? curare los rasguños de tu rostro.—le indico una silla enfrente de un desgastado (pero mullido) somier.
El joven príncipe apenas se movió, lanzo un gemido doloroso que el otro no se esperaba.
— Así que te torciste el pie ¿eh? —suspiro cansado. Dejo las cosas que traía consigo en la mesita ratona y fue a ayudar al otro, aun sin percatarse de quien era.
Tras varios silenciosos minutos, Castiel había curado a su huésped. Se levantó para dejar las cosas en su lugar justo cuando el rubio se volteaba a verlo.
— Muchas gracias Castiel.
El nombrado se quedó estático en su lugar y con los ojos abiertos de par en par, sin creer lo que veía: el mismísimo Príncipe.
—Así que ya te diste cuenta, eh?—sonrió amistoso—. Te tomaste tu tiempo, ja ja ja.
—Su Alteza. —se arrodillo el joven del molino.
—Por favor, amigo mío, no es necesario tanta formalidad. —le dijo con una bella sonrisa.
Y Castiel se levantó, sonriendo también. Acordaron levantarse bien temprano para acudir al castillo, así que el joven pelirrojo cedió su cama al príncipe mientras él se preparaba una improvisada colchoneta en el suelo. Tras desearse buenas noches, Castiel apago las luces y ambos cayeron en el mundo de los sueños.
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El dulce aroma del desayudo fue lo que despertó a Nathaniel, quien algo desorientado se incorporo de la cama. Se encontraba en una habitación que no reconocía, algo despintada pero acogedora. Y, como si de un flash se tratase, los recuerdos de la noche lo invadieron de golpe. Se sostuvo de una silla para no caer por el impacto que su ágil mente le revelo: alguien lo quería muerto.
— ¿Su santísima excelencia ya esta despierto o necesita un beso de buenos días? —vino la jocosa y alegre voz de su salvador. Nathaniel lo vio con mas atención, y no pudo evitar sonrojarse por lo dicho. Qué me esta pasando, porque se me acelera el corazón al pensar en el y yo besándonos. Apenas lo conozco, seguro es solo atracción pues es muy guapo —. Emm ¿hola? ¿Estas algo dormido todavía?
— No, no, solo estoy pensando. Es evidente que alguien mando al verdugo a matarme ¿pero quien seria tan vil para eso? — eso, mejor piensa en otra cosa.
— Evidentemente o es alguien que quiere usurpar tu trono, o es alguien que planea manipular las cosas. —el semblante alegre del otro paso a ser serio en un abrir y cerrar de ojos.
— ¿Que insinúas? —cuestiono Nathaniel, pálido como la cera.
— Tu hermana, la princesa Amber. Al morir tú, ella sucede el tono al casarse ¿no? Una opción mas sencilla, y legal, para ser coronado rey.
Esa idea también había calado en Nathaniel, aunque como Castiel le dijo, lo primero era ir a palacio a enjuiciar al verdugo. Así que desayunaron a los tumbos y, recogiendo al hombre del sótano, partieron al castillo.
Decir que el bullicio por la desaparición de Nathaniel era ensordecedora, no abarcaba la realidad. La princesa, escandalizada y aterrada, movilizo a cada alma del palacio para ir en busca de su preciado hermano. Todo era un total caos y ni Lysandro lograba calmar el ambiente. No fue hasta la intervención del sastre real, Leight el hermano del albino, que se percataron todos de la presencia de Castiel y Nathaniel en la entrada sur de la muralla.
Kentin y su padre se encargaron del verdugo, en cuanto escucharon la historia de la pasada noche. Amber agradeció mil veces la ayuda al molinero y le impuso el quedarse en el palacio para la fiesta de compromiso de su hermano. Castiel no se pudo rechazar, aunque en cuanto supo que habría mucha comida se alegro bastante.
Unos días mas tarde, Castiel estaba muy aburrido. La vida en el castillo era solitaria. cada quien tenia su rol y el no encajaba allí, a pesar de que todo el mundo era amable. Un par de veces hablo con Lysandro, disfrutando su sabia compañía. Con Kentin había pasado un par de horas, pues este se había tomado a pecho el que salvara a su amigo, por lo que le enseñaba unas tácticas de combate muy útiles. Inclusive logro aguantar unas horas con la princesa mientras esta bordaba con sus damas de compañía. Al que no tragaba, y parecía un sentimiento mutuo, era al primo político de los jóvenes príncipes; el falso y cruel marqués de Unlem Dakota. Se notaba a leguas que sus comentarios asidos y sonrisa falsa era para aparentar, mas que cualquier otra cosa. Tenia un mal presentimiento con respecto a ese tipo, pero no podía decir nada sin una prueba, o lo tildarían de paranoico.
Ya llevaba una semana en el palacio, estaba en el jardín interno muy aburrido cuando se le acerca el príncipe. Castiel aun le daba vueltas a lo que el rubio le hacia sentir, su respiración acelerada, las ganas ilógicas de abrazarlo por cada pequeña cosa. Y no ayudaba el que le sonriera como lo hacia ahora. Me vas a llevar a la locura, rubia.
— ¿Te molestaría un poco de compañía, Castiel?
— Para nada, por favor.
— Dime, Castiel ¿puedo saber mas de ti?
— No hay mucho por saber, pero dime ¿por que el interés?
— No lo se, simplemente me apetece conocerte mas. —algo dentro del pelirrojo revoloteo feliz.
— Soy huérfano, mi madre se llamaba Valeria y mi padre Joan-Louis. Amo a los perros, detesto seguir ordenes a pesar de todo. Amo las noches serenas de luna llena y encuentro tus ojos realmente hermosos. —le sonrio con galanura.
Las mejillas del príncipe se tornaron rojas al tiempo que una sonrisa adornaba sus labios, Castiel juraría ante los dioses que el brillo de los orbes dorados era mas intenso que el calor del sol sobre sus cabezas.
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En las mazmorras mas alejadas del castillo, cerca de las catacumbas, una sombra encapuchada maldecía la intervención del Chico del Molino y juraba acabar con este de una forma u otra.
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A Thousand Years -Casthaniel-
ФанфикTras una larga época de continuas guerras, hay paz en el reino de Baltyon. O eso es lo que creen todos. Pues, tras la muerte del Rey, las relaciones políticas con los demás reinos se ve amenazada. ¿Podrá el príncipe Nathaniel arreglar las cosas...