Capítulo 6: La Profecía.

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Nathaniel no pudo dormir mucho esa noche, demasiado había ocurrido en el transcurso de unas horas. Y no podía negar que le daba un sensación horrible el que la Guardiana le pidiera una audiencia en privado. Nada bueno saldría de esa charla, estaba muy seguro; como si una nube negra de repente se hubiese instalado en su cabeza, la idea de calamidad se le presentaba para torturarlo junto con el rostro de Castiel. Así paso la noche el príncipe heredero, pesadillas y malos pensamientos.

Por otro lado, el hijo del molino no había dormido nada ayudando a Kentin. Habían trazado unos planes inmediatos y partido lo mas pronto posible hacia el otro lado del reino para informas a todas las guardias, mientras que ponían toque de queda y cerraban el Puente de Cristal para todo aquel que no presentara una orden real. Castiel mando un mensajero a los Gjsüm (habitantes y comerciantes de las Montañas de Cristal) para que estén al tanto y no los tome desprevenidos. Una acción rápida para evitar un conflicto mas, que gano un asentimiento de cabeza del padre de Kentin.


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Una vez amaneció, Nathaniel se dispuso a atender el palacio. El mayordomo de Lady Melody, como todo sirviente, fue el primero en acercarse al príncipe y discutir un par de cosas de la boda que la joven quería para ese día tan especial. Con infinita paciencia Nathaniel atendió al siervo de su futura mujer, procurando no mostrar la desgana que le generaba los infantiles caprichos de la castaña. No fue hasta que pudo almorzar, horas mas tarde, que finalmente se reunió con Lady Gabrielle en su estudio privado.


—Lamento la tardanza, milady. 


—Descuide, su Alteza. Se bien que sus deberes no deben postergarse a pesar de todo.



—Por favor, toma asiento.


—Gracias.

La guardiana espero a que el otro joven también decidiera sentarse, antes de decir nada.


—Y, bien. Usted dirá, mi señora.


—¿Príncipe Nathaniel, que sabe acerca de las Profecías del Urus?


La palidez en el rostro del rubio dio una clara idea a la muchacha.


—Se que son las profecías exclusivas que el Oráculo recibe del dios Urus a través de la Gran Estrella. —dijo con dificultad: lo que sea que tuviera que decir esta mujer no seria nada agradable.



—El dios Urus es el dios de los designios del destino, el amor verdadero y las almas puras. —confirmo sus palabras Lady Gabrielle.


—Hace unos pocos días, antes de la tragedia, la Gran Estrella dio una profecía al oráculo Ylaitan. No fue hasta que despertó de su letargo que nos paso el mensaje: la profecía se refiere a ti. —y sin esperar nada mas, la guardiana le entrego una esfera de cristal.

Nathaniel se quedo mirando el objeto en su mano un momento que pareció eterno. Era un orbe en cuyo interior se veía una bella luz azulviolacia que enfriaba la superficie. Su madre les había contado de estas cosas a el y a su hermana cuando eran muy pequeños, la reverencia a estas profecías solo se comparaba con el miedo que podían provocar: pues pobre aquel que no siguiera su destino, el dios Urus castigaba con saña la ofensa a su generosa ayuda espiritual. Se sabia que las almas puras y el amor verdadero eran cosas escasas y que debían de preservarse con devoción pero las profecías no siempre llegaban a tiempo o decía algo que el afectado desease, por lo que el cumplirlas no siempre se podía. Nathaniel temía un poco su destino, si el mismísimo Urus le dio uno no sabia que esperar.


—No le des mas vueltas, príncipe. Sera mas practico si solo escuchas y después piensas.

Nathaniel llevo la esfera a su corazón y dejo que la magia le hablara directamente una sensación de paz sofocante lo invadió al tiempo que una voz melodiosamente inhumana se colaba en su mente.

"De muerte y guerra has nacido, del Astro Sol tu pureza heredaste.

De noble espíritu y corazón de dragón, un alma en todo su esplendor.

Los días grises no han de acabar, mas aun la luz puede brillar.

Un amor verdadero, puro y sincero. 

De los vientos y la tierra el nacerá, libre cual mar.

Las estrellas sus ojos serán y en el, la paz haz de hallar.

Mas en esta vida, todo esta condenado, los engranajes ya están marchando.

Arribad en el Abrazo del Vacío, y vuestro amor perdurara.

O perecer en la guerra y nunca, jamas, juntos estar."


Las palabras se fueron muriendo de apoco, el color del orbe se desvaneció, la magia ha hablado. Su destino y el de Castiel ya estaban escritos.


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Lejos de allí, un jinete desmontaba en el pueblo dispuesto a cumplir su cometido.



A Thousand Years -Casthaniel-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora