Capítulo 6: Sin ti me muero II

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Capítulo seis:
||Sin ti me muero II||

ALEJANDRO!", grité mientras me levantaba de golpe. Mi corazón latía con fuerza y mi respiración estaba completamente fuera de control, o quizás era al revés, con el miedo no podía notar la diferencia. Asustada miré a mí alrededor en busca del chico pelinegro, pero no había ni rastro de él, de hecho ni siquiera estaba en donde esperaba estar.

Me encontraba sentada en mi cama, con las sabanas en el suelo y las almohadas del otro lado de la habitación.

"Que mierda..." Murmuré mientras me discutía si todo había sido solo un sueño. Con brusquedad me levante de mi cama bajando de golpe de ella y saltando a un lado de inmediato al sentir un crujido bajo mis pies. "Por un demonio", seguí mal diciendo, había pisado mi notebook Ahora si me matan de verdad. Lo oculte bajo mi cama y me lance de golpe contra esta. Siento que no será un buen día.

"Pacita, ponte tu ropa más cachilupi, porque planee un día lleno de cosas pulentas :D voy a tu casita en 10 minutos."

Un mensaje mañanero me acabó de despertar al cual ni me molesté en responder; me di una rápida ducha y me vestí con lo primero que vi. Unos pantalones antes negros, ahora plomos y un poleron de canguro.

"La verdad esperaba algo más... estiloso", soltó Alejandro al verme, "pero si para ti esto es cachilupi por mi está bien." Tomó mi mano con firmeza y me llevo a quien sabe dónde.

"Oye imbécil aun no desayuno", me queje mientras entrabamos a un taxi que esperaba afuera, "y no traje efecti-"

"Tsh" me interrumpió "yo planee el día, o sea que yo invito" guiño un ojo dos veces de manera increíblemente mala y le dio una dirección al chofer.

Siempre he sabido lo impredecible que este tipo puede ser, y he intentado no parecer muy sorprendida con sus ideas, pero lo que ahora estaba pasando era simplemente de película.

"Esto parece algo que alguien con el apetito de Julián desayunaría", me reí al ver las medias lunas y donas sobre la pequeña mesa de la cafetería a la que Alejandro nos había llevado. Él se encogió de hombros de manera inocente e hizo un gesto para que comiera. "Tendrás que sacarme rodando de aquí."

"Rodaremos juntos por el mundo", respondió tras tomar un sorbo de su café.

Juntos. Ah, sé que me amas en secreto ya casémonos...

El día transcurrió con rapidez, entre comidas, bromas y juegos por aquí y por allá. Para haber sido algo planeado, acabo sintiéndose como un día más de diversión junto a mi mejor amigo (y futuro marido, ah). Ni siquiera la idea de mamá regañándome por desaparecer todo el día sin avisar lograba quitar la sonrisa de mi rostro.

"¿Y para que armaste tanto show hoy?" Pregunté mientras jugueteaba con una hojita de césped. Comenzaba a anochecer y pequeñas luciérnagas iniciaban su brillante recorrido nocturno.

"Tenía que ser un día especial po, Pacita." Respondió como si fuese obvio, aunque quizás si lo era y no lo había notado.

"¿Y por qué?" Reí. "¿Acaso te vas a mudar?" solté como broma, rogando a que no fuese así.

Sonrió ampliamente. "Porque hoy te diré que me gustas", lanzo un poco de césped en mi cara riendo.

Abrí ojos de plato y lo mire fijamente "¿E-es broma?"

"¿Quién se esforzaría tanto por una broma?" Frunció el ceño divertido. "Paz, entiéndelo... sin ti me muero."

Entonces mi corazón comenzó a latir con fuerza, mucha más que en la mañana tras aquel sueño, al tiempo en que Alejandro me rodeaba con sus brazos. Sentía que me derretía, como...como mantequilla en un sartén, o queso sobre pan caliente, o un malvavisco en una fogata, yo que sé; simplemente me desvanecía mientras Alejandro me apretaba cada vez con más fuerza.

"No me dejes, Paz. No lo hagas, no sé qué haría sin ti." Comenzó a decir, a lo que lo mire extrañada; estaba llorando.

Reí confundida. "Oye no, estoy bien. Mírame, no me iré." Intente reanimarlo, pero no me escuchaba. "¿Qué te pasa?"

"Despierta, estúpida", volvió a sollozar pero no podía verlo, no había más que completa oscuridad.

"Mierda. ¿Alejandro? ¿Dónde estás? ¿Qué mierda está pasando, es un maldito eclipse o qué?"

"¿Paz?" Todo se ilumino de pronto mostrándome un alegre chico frente a mí. "¡Despertaste maldita dormilona!" Rió abrazándome con fuerza.

Forcejee para alejarlo por un segundo. "¿Desperté? Por la puta, no de nuevo."

Alejandro me soltó y me miro aun sonriente, pero no sonriente feliz, bueno si, pero más sonriente preocupado que sonriente felicidad normal de Alejandro. "No despertabas, ridícula. Me tenías muerto de miedo", volvió a apretujarme en sus brazos. "No vuelvas a asustarme así, Paz, no de nuevo. ¿No ves que eres mi otra mitad, tarada?" Mis mejillas se encendieron de inmediato.

Soy su otra mitad. Su. Otra. Mitad. SU OTRA MITAD, AY JESUS.

"No sé qué haría sin mi mejor amiga", escondió su rostro en mi cuello aun sin soltarme.

Tan cerca, y a la vez tan lejos. Algún día serás mío Alejandro, ya verás.

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⏰ Última actualización: May 27, 2019 ⏰

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