Capítulo 3: Cucharita.

64 11 2
                                    

Capítulo tres:
||Cucharita.||

Existen tres cosas que son imprescindibles para la supervivencia un adolescente:

Pizza, teléfono y videojuegos.

Con Alejandro amabamos pasar tardes completas jugando y comiendo pizza hasta bien entrada la madrugada. A veces los dos, otras veces con Julián, nuestro amigo.

Esta vez eramos los tres, el trío dinámico, los tres mosqueteros, el trío de la muerte, los chicos superpoderosos, los no-jonas brothers, y asi una larga lista de apodos que nosotros mismos nos deciamos.

Las luces de la habitacion estaban apagadas, el olor a queso, oregano y salsa llenaban el lugar y el sonido de disparos retumbaban por el lugar junto a las parpadeantes luces de la pantalla del computador.

"Cuando mueras me toca." Digo sacudiendo el hombro de Julián, el asiente sin quitar la vista de las imagenes en la pantalla. Estaba en esa parte del juego donde aparecian más zombies, a punto de completar la misión.

"¿Hijito?" Una voz sonó desde la puerta.

Alejandro giró en busca de la dueña de esa voz."¿Qué mami?"

Buta que es tierno.

"No se queden despiertos hasta muy tarde." Advirtió y dio media vuelta cerrando la puerta con suavidad.

Pero si nos quedamos despiertos hasta tarde, el resto de la noche fue larga, basta con decir que casi a las dos recién acababamos de jugar y nos preparabamos para una película. Yo sobre la cama, Alejandro y Julián con pose de macho sobre la felpuda alfombra.

No mentiré, la película fue terrible. Desde el no agraciado protagonista, hasta el aburrido final.

"¿Tienen sueño? " Alejandro nos dio una larga mirada a mi y a Julián, ambos negamos al tiempo que ahogabamos un bostezo. "Mentirosos de porquería." Soltó en una suave carcajada y se puso de pie.

Con un pié empujó las cajas de pizza fuera de la alfombra y extendió la cama que se ocultaba bajó la suya. Recordé la vez que hicimos enfadar a su mamá y nos ocultamos ahí.
Mi corazón se agitó un poco apenas recordé la manera en que me sonrió juguetonamente. No había pasado más de cinco o seis meses, fue un poco después de conocernos.

"¿Pazita en la cama alta?" Julián hizo un gesto en dirección a la cama principal.

''Obviamente,'' respondo yo, alzando el mentón "las reinas no duermen en lugares bajos."

Él junto a Alejandro me observaron inexpresivos, compartieron miradas y volvieron a mí. No faltó más, al segundo siguiente ambos estallaron en carcajadas que tuvieron que callar.

''Dejen de reir en mute y acuéstense.'' Reclamé frunciendo el ceño.

''Lo siento, su Majestad." Soltó Alejandro haciendo una reverencia seguido por Julián.

Vaya par de enfermos.

No protesté más, en lugar de eso solo di media vuelta y me acomodé sobre la cama tapandome hasta la cabeza con el grueso cubre camas. "Buenas noches, y Alejandro, ten cuidado recuerda que Julián corre mano mientras duerme." Reí despacio e hice un esfuerzo por dormirme.

Pasó, lo que para mí se sintió como cinco minutos y sentí algo moverse junto a mí, no le di mucha importancia por el sueño que tenía, y seguí durmiendo.
Pero tan pronto como cerré los ojos nuevamente, pude oir la alarma sonar a mi derecha; de la nada se había hecho de día y mis párpados se negaban a aceptarlo.
Giré en dirección a los demonios, esperando encontrarme con dos chicos duermiendo desastrozamente, pero en lugar de eso choqué con una pecosa nariz.

"Jesús." Dije, prácticamente, en mute, no pudiendo creer lo que veía.

Rápidamente me di la vuelta dandole la espalda, debatiendome si estaba soñando o no. Fingí dormir algunos minutos llegando verdaderamente a dormirme hasta que la voz de Julián retumbó por toda la habitación.

"Uy, si duermen juntitos." Soltó burlón.

Abrí los ojos de golpe y baje la mirada lentamente hasta ver la mano que se aferraba a mi cintura.
Alejandro emitió un gruñido y pude ser consciente de sus respiración chocando en mi hombro.

"Callate Julián, si solo somos amigos." Alejandro se apretó más junto a mi, enredando su pierna con la mía. "¿Cierto, Pazita?"

"Callate y déjame dormir." Me quejé, frunciendo labios y entrecejo. Quité su mano y su pierna y me volví a tapar completa con las frazadas. "Siempre hablando cabezas de pescado."

Patán.

Friend-zoneadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora