El origen de la sangre.

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Su nombre era Thaddeus, su aspecto no le destacaba del resto de ciudadanos e iba acorde con la ciudad, vestiduras negras, siempre elegante y con un sombrero de copa negro, a pesar de tener escasos 24 años, Thaddeus usaba un bastón que representaba honor entre los hombres de esas tierras, a pesar de que algunos ocultaran una hoja en ella.

No había día que Thaddeus no echase unas monedas de plata a la gente que había bajo el puente que había a las afueras de la ciudad, no había momento en el que este apuesto hombre no le cediese el paso a quien lo necesitara, todos los que le veían le dedicaban una sonrisa cálida, pero él siempre les devolvía una sonrisa lúgubre y tal vez un poco tímida. "Es un buen chico" decían los mayores, "es un buen partido" decían las jóvenes, pero nadie sabía que ocultaba un oscuro secreto que volvería pálida cualquier tez. 

Hace mucho tiempo Thaddeus vivía con su hermana, María una chica dulce, guapa y con un pelo muy peculiar, pues a pesar de ser una niña, tenía el pelo ceniciento como la ceniza. Y con su hermano Buford, un chico inteligente que pasaba todo el día encerrado con sus libros, era el menor, y el preferido de sus padres. Sus padres murieron en una epidemia de viruela cuando los tres hermanos eran pre-adolescentes.

Thaddeus era el mayor de todos, así que dejó los estudios y mantuvo el negocio de venta de pólvora de su padre, se ocupó de sus hermanos sin rechistar, sin pestañear y sin preocuparse del futuro, ya que no veía ningún obstáculo por delante salvo la muerte, y un día, llegó. 

Un día, donde comían todos juntos, un olor como metálico ocupaba toda la sala, la madera del suelo estaba contaminada de un charco de sangre inmenso que destacaba al fuego de la chimenea, Thaddeus estaba delante de toda esa sangre, sin saber que hacer, sin saber que pensar, la tranquilidad de su rostro se desvaneció y solo pudo fijarse en la sonrisa maliciosa que se formaba de manera horrible en el rostro de María.

Buford estaba de rodillas, encima del charco de sangre, su camisa de lino blanca era ahora completamente roja y su cuello emanaba sangre sin parar, su cabeza estaba echada para atrás con un rostro de horror en ella, lo único que mantenía la cabeza en alza eran el pecho de su hermana, mientras ella le acariciaba el rostro con la mano izquierda, mientras que con la otra, con un cuchillo de plata, cortaba lentamente la carne y lo hundía más dentro de lo que una vez fue su hermano.

"Querido hermano, por fin estás en casa, hoy me gustaría cenar algo nuevo." - dijo maría, con una calidez y una gracia dignas de una chica de su edad, una chica dulce y alegre de quince años que acababa de terminar con la vida de su hermano de una manera dantesca.

"María... ¿Que... ha pasado?"- Dijo Thaddeus, pálido como mármol de la chimenea.
"Dime que ha pasado..."

"No ha pasado nada hermano, ¿Por que lo preguntas?"- Dijo María, mientras su rostro se fijaba en la apertura del cuello de Buford, que crecía por momentos.
"Buford... lo has matado..."- Thaddeus reaccionó al fin, lágrimas caían por su rostro, el pánico comenzó a apoderarse de él, pero mantuvo la compostura entre llantos.

"Oh... ¿Buford? Me miró los pechos después de bañarme, ¿te lo puedes creer? Soy su hermana, no puede mirarme como si fuese una simple furcia, ¿Verdad que no?... Hermanito, ¿tú me has mirado así alguna vez?". - María, justo después de terminar de hablar, mojó su dedo en la fuente de sangre que emanaba del cuello de Buford, y lentamente se lo llevó a la boca, esperando una respuesta.

Thaddeus lloraba sin cesar, con sus manos se tapaba la boca, el sudor frío le corría por la frente, le temblaban las piernas, es como si hubiese visto a un monstruo. Finalmente, dijo:
"No, querida hermana, jamás te miraría así..."

Los labios de María ahora estaban pintados de sangre, ella sonreía, soltó el cuchillo y se levanto lentamente, el cuerpo sin vida de Buford caía hacia atrás, pintando más de rojo el suelo de madera.

María se acercó a Thaddeus, le cogió de las manos, y le dijo en un tono dulce:
"Me alegro de que tú no estés corrupto, Buford lo estaba y por eso he tenido que acabar con él antes de que llene este mundo con su enfermedad, ¿verdad que sí? no quiero ver como mira a otras mujeres así, un hombre de verdad no hace eso, solo un enfermo ¿a que he hecho bien?, papá y mamá le querían mucho... pero seguro que lo entenderían"

Thaddeus la miraba atónito, cerró los ojos y en un mar de pensamientos, dudando si acabar con todo, que haría su padre en su lugar, que pensaría el mundo si supiese esto. Miró con sus ojos vidriosos a los cristalinos de María.

"Está bien hermana, has hecho muy bien, pero la próxima vez, avísame y te ayudaré". 


La fría sangre.Where stories live. Discover now