Revelación.

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El silencio inundaba la habitación, la llama de la vela casi extinta vibraba frente a los serios rostros de ambos hombres, que se miraban fijamente como si se estuviesen retando. Thaddeus se coloco acomodó lentamente en la silla de madera, que crujía al mínimo movimiento, sin apartar la mirada del hombre al que creía conocer.

- ¿A qué viene esa expresión y ese deseo ahora que ella no está? - Preguntó Thaddeus, con cierta duda pero sobretodo, demostrando una ligera molestia por la situación. 

Octavius cerró los ojos y suspiró lentamente, se levantó despacio de la silla y se acercó a la única ventana que había en la cocina, mirando por la ventana se cogió las manos detrás de su espalda, podía ver el reflejo de Thaddeus en el reflejo del cristal, y sin apartar la mirada de este, dijo:

- Conocí a vuestros padres por una razón; ellos me necesitaban para controlar a María. - Dijo Octavius, frunciendo el ceño esperando una reacción negativa de Thaddeus. 

- ¿Por qué?... ¿Por qué lo has ocultado? ¿Por qué tenías que vigilarla? - Respondió Thaddeus con cierto nerviosismo.

- Es difícil de explicar, tu hermana tenía unos comportamientos inusuales para su edad, tus padres me contrataron para hacer que intentase evitar esos comportamientos y mejorar su forma de ver las cosas... sin la necesidad de encerrarla en un hospital psiquiátrico, ya sabes como tratan a la gente en esos sitios... querían que trataran su posible problema mental de una forma más... cariñosa- Dijo Octavius, mientras se giraba lentamente hacia Thaddeus, sin cambiar su postura.

Thaddeus lo miró fijamente, un escalofrío recorrió su columna vertebral que lo dejó estático, en un momento pensó "¿Y si sabe lo que hace mi hermana? ¿Y si nos ha estado vigilando todo este tiempo?", cosa que lo hizo incorporarse al instante, mientras tragaba saliva.

- No lo dije en un principio porque no me parecía cortés, además de que no os engañé, gracias a mi trabajo os conocí y mantuve una relación con vosotros que jamás he olvidado, además de con vuestros padres, no quería que me recordaseis de nuevo como el loquero que cuidaba y ayudaba a María. - Dijo Octavius, algo más relajado.

- Vale... entonces... ¿Solo has vuelto para vernos de nuevo y recordar viejos tiempos? ¿O solo a ver como está María? No entiendo por qué dejaste de tratarla. - Respondió mientras empujaba la silla bajo la mesa cuidadosamente.

- Thaddeus... no te pongas más nervioso, pasaba por aquí y quería volver a veros... también me comía por dentro la curiosidad de saber como se encontraba María... Cuando vuestros padres fallecieron, dejaron de pagarme por mis servicios y aún así estuve visitándoos hasta que me fue posible, pero tenía que seguir trabajando, como entenderás. - Dijo Octavius, con una mirada sincera.

Thaddeus suspiró y se apoyó con ambas manos en el reposa espaldas de la silla, sentía un alivio interno que durante unos instantes le había comido por dentro. Miró al hombre con cara de bonachón y sonrió aliviado.

- Perdóname Octavius, quiero mucho a mi hermana y... pensé que ibas a pedirme otra cosa... últimamente ofrecen mucho dinero a las mujeres por actos carnales. - Thaddeus mintió soberanamente para mantener el control y disimular su nerviosismo.

- Oh... por favor, nunca haría algo así Thaddeus, ni lo menciones, se me revuelve el estomago... para mi sois casi como unos hijos. - Respondió Octavius mientras negaba con la cabeza con cara de disgusto.

- Bueno... y dime, ¿Qué es lo que quieres saber sobre ella?

- Cuéntame, ¿Tiene comportamientos extraños? ¿Se pone violenta a veces?

- No más que otra mujer. - Bromeó Thaddeus con una ligera sonrisa.

Octavius sonrió levemente y preguntó: 

La fría sangre.Where stories live. Discover now