Es así, cometemos errores, fallamos, tropezamos y caemos. Nos duelen los daños y nos pesan los años cuando no los vivimos correctamente. Caminamos sin rumbo a veces, dando tumbos otras. Saltamos de camino en camino, de vida en vida, rozando a nuestro paso los corazones vagabundos de otros tan perdidos como nosotros.
Es así, por más que queramos evitarlo, somos como somos. Amamos como amamos, sufrimos como sufrimos y soñamos como soñamos. Sí, porque además de vagar, soñamos. Vivimos la vida imaginado otra diferente. Mirando siempre al horizonte en busca de las respuestas a todas esas preguntas que no hemos formulado aún siquiera.
Pero, a pesar de parecer perdidos, a pesar de dar tumbos, de fallar, de tropezar. A pesar de caer, siempre nos levantamos, siempre nos encontramos y nos reponemos de los golpes mirando de nuevo al frente.
No digo que sea algo malo, digo que somos humanos. Vivimos la vida intensamente. No imaginamos una vida en la que cada caída suponga un fracaso, en la que perdernos no signifique, simplemente, dar un pequeño rodeo que nos lleve al mismo lugar en el que antes estábamos.
Será que somos maravillosos a pesar de tanto raro. A pesar de tanta duda que nos genera la vida cuando pasan los años y se multiplican los daños mientras nosotros, sin frenar el paso, seguimos chocando siempre contra las barreras invisibles que nos cortan el paso.