La caída del sol

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Cubrió sus ojos con sus manos cuándo se sentó al lado de esa tan fría camilla, aquella camilla en la que reposaba el cuerpo frío e inmovil de un ser que aún amaba.

— Por favor dime que estas palabras son una mentira. — Pidió mientras leía con lagrimas en sus ojos aquella carta de defunción.

Solo le mostraba lo que no quería ver, la realidad, el hecho de que ella estuviera muerta.

Levanto su vista empañada de aquella tabla para mirarla de nuevo, la manera en que sus labios estaban ligeramente morados y como su piel hora estaba más pálida; no podía ser posible. Y en un ataque de impotencia, lanzo aquella tabla junto con el papel al suelo, pisandolo con fuerza mientras que las lagrimas se intesificaban de manera espontanea.

Se negaba a creer que esto era verdad, por más pruebas que le mostrasen, se negaba.

Apretó su mandíbula y se acerco a su cuerpo frío, destapandolo lo suficiente como para que él pudiera ver su pecho, coloco ambas manos sobre este y empezó a ejercer presión sobre este repetidas veces, intentaba traerla de nuevo a su lado. Y al menos de que ocurriera un milagro y ella despertara mágicamente de aquel sueño de muerte, nada cambiaría pero, los milagros no existen en este mundo, las cosas solo pasan y ya.

Duro hací unos minutos antes de que después los doctores vieran y lo obligaran a apartarse de ella, sujetándolo por los brazos y arrastrándolo hasta afuera de la habitación.

— ¡Señor necesitó que se calme! — Exclamo uno de los doctores mientras a duras penas lo intentaba sentar en una silla, cosa que no quería hacer, quería volver con ella.

— E-ella tiene miedo... ¡Debo estar a su lado para cuando despierte, dejen me! — Cuando logro liberarse del agarre de aquellos médicos noto algo, noto como una púas rosas se movían con el viento, asomando su cabeza desde el interior de aquella habitación, mirando hacia el pasillo con sus ojos llenos de miedo.

Comenzó a correr hacia ella, dejando a los dos médicos muy atrás en aquel pasillo, sin siquiera mirar si todavía estaba ahí cerro la puerta con seguro, solo tardaron unos segundos antes de que los golpes a la puerta se hicieran presentes.

Miro hacia al frente encontrándose con ella, en frente de la ventana aun con la ropa que él le había comprado por su aniversario, mirándolo con una sonrisa llena de alegría. Camino unos pasos hasta llegar a ella, pasando al lado de aquella camilla fría...

— Amy, est- — Fue callado por la mencionada cuando esta lo tomo de la mano, estaba fría aun –debe ser por el aire– pensó, y con la otra abriendo la ventana para que los dos pudieran pasar.

Desde ahí se podía ver la calle, muy distorsionada por la altura a la que estaban, treinta pisos.

— Ven conmigo — Pidió la eriza mientras caminaba hacia el exterior y poco después se subía al borde de la cornisa, haciendo que el otro se volviera a preocupar ante tal acción.

— Amy por favor, baja de ahí, no quiera perderte de nuevo. — Dijo a la vez que se acercaba más.

— No lo haré, mira. — Respondió y luego salto, logrando que el corazón de otro diera un vuelco enorme, se asomo en el borde con desesperación, buscándola pero, se sorprendió mucho cuando noto como ella empezaba a flotar al frente suyo, no entendía como es que ella podía hacer eso. Y nuevamente, estiro su mano hacia él. — Ven conmigo Shadow. — Pidió, mostrando una cálida sonrisa, mostraba alegría pura.

Dudo unos segundos y luego se subió al borde con cuidado, todavía podía oír los golpes de la puerta e incluso, varias sirenas al final del edificio, ellos no lo entenderían. La amaba demasiado como para dejarla sola, mucho menos cuando la perdió una vez, no lo haría de nuevo.

Tomo la mano que le ofrecía, era tan hermosa, sus púas se movían con el viento que daba en el exterior, cuando dio un paso sintió algo.

No era la sensación de estar flotando o algo si quiera parecido, era todo lo contrario; estaba cayendo. Miro hacia donde estaba la eriza quien mostraba miedo en su pleno estado, luego, mientras él seguía cayendo intento sujetarlo pero esta vez sus propias manos lo atravesaron, como si hubiera intentado sujetar agua con las manos.

Cerro sus ojos con fuerza cuando escucho un golpe en seco y posteriormente el grito de todos los presentes que estaban en la calle. No pudo evitar empezar a llorar, llamando a alguien para que lo ayudara pero simplemente la ignoraban, e incluso la atravesaban.

— Shadow por favor. — Suplico mientras intentaba tocar su cuerpo que yacía cubierto por sangre en el suelo, nunca había querido esto, levanto su cabeza cuando sintió a alguien tomándola del hombro. Encontrándose con aquellos ojos dolor carmín, parecía tan tranquilo a pesar de lo que había sucedido. — Shadow... Yo no...

— Descuida. — Respondió él mientras que sonreía y luego la levantaba del suelo, empezando a caminar lejos de aquella escena tan lúgubre.

— Pero tu estas...

— Eso ya no importa, lo que importa en verdad es que ahora estas aquí. — Volvió a hablar, notando como atrás los médicos intentaban traerlo a él nuevamente a la vida, pero eso no pasaría, no volvería.

Jamas.

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Por otro lado, en aquella habitación los médicos habían logrado entrar rompiendo la puerta, solo para encontrarse con la imagen de un erizo saltando al vacío desde el borde de edifico, inmediatamente llamaron a los demás que estaban en el final de edificio, avisándoles de lo sucedido.

Uno de ellos se acerco a la camilla, notando como el cuerpo de una eriza rosa seguía ahí, pálido y frío. Nuevamente la volvió a cubrir con la sabana de color blanco.

— No hay razón, las cosas solo pasan. — Se dijo a sí mismo antes de alejarse de la camilla.

Shadamy'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora