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El sabor de la soledad


Abro los ojos, todo está en calma. Es raro considerando que estoy aquí encerrada, no hay ninguna palabra mejor para describir como estoy.

Mis días exactamente iguales sin nada que hacer, sin nadie con quien jugar. A veces quisiera estar allá afuera donde están todos los niños "normales".

No me gusta estar aquí, desde que llegue me la paso encerrada en mi habitación, no quiero salir, este lugar me da miedo. Las enfermeras dicen que debo salir, que estar aquí encerrada me va a ser mal, que debo dejar de lamentarme por lo que me paso. Si tan solo fuera tan fácil.

-Buenos días. Es hora de que te levantes y por fin salgas de esta habitación –dice la enfermera en tono enojado –ya no estoy dispuesta a soportar tus berrinches, ya es tiempo de que salgas.

Apenas si logro escucharla, está diciendo algo sobre lo malo de estar todo el día aquí y que dedo tomar el aire y salir a que me un poco el sol.

-No quiero –digo casi gritando.

-No me interesa lo que una niña malcriada como tú quiera –dice mientras me quita las cobijas de encima –si no te levantas traeré a alguien que te saque de aquí a golpes.

Me levanto de golpe y me pongo de frente a la enfermera, no soy lo bastante alta para alcanzar su rostro, así que veo hacia arriba para poder verla a la cara.

-¡Déjeme en paz! –grito conteniendo las lágrimas –no necesito que nadie me saque de aquí, puedo salir yo sola. Pero no lo hare, no quiero salir ¡No voy salir jamás!

-Estupendo has lo que quieras, pero no esperes que te traiga la comida –grita de camino a la puerta –Si quieres comer tendrás que salir y si no, puedes morirte de hambre. Total, de ese lugar puede que no salgas nunca –azota la puerta y se va.

Me dejo caer en la cama, quiero llorar. Tengo tanto miedo de pasar mi vida entera aquí, de convertirme en adulto y seguir encerrada, de nunca saber cómo es afuera, de nunca viajar.

No le voy a dar el gusto a nadie de salir, me quedare aquí como siempre, esperando y esperando que un nuevo día llegue, tal vez el día siguiente traiga mejores cosas.

Me acuesto en la cama, no quiero ni taparme, solo me quedo ahí, viendo ese feo techo blanco que por los años está bastante maltratado.

Nunca pensé que sentiría la soledad a una edad tan corta, la soledad es lo más feo que he sentido en mi vida. Una vez leí en algún libro que escribiendo la soledad es lo que menos importa, tal vez si escriba un poco no me sienta tan sola.

Me levanto camino hacia el pequeño armario donde esta guardada mi ropa, busco entre ella, recuerdo haberles dicho a mis papás que me trajeran un cuaderno, así que debe de estar por aquí.

Lo encuentro hay un lápiz en el espiral. Voy a la cama corriendo mientras pienso que voy a escribir en él, tal vez haga una historia como muchas que he leído, tal vez escriba un diario, pero pensándolo bien no sería buena idea considerando que no hago muchas cosas últimamente. ¡Ya se! Escribiré sobre mí, sé que hay muchas cosas que tengo que decir sobre mí y estoy segura que algún día cuando este mayor y lea este cuaderno me dé cuenta que no ha cambiado mi forma de ser o me dé cuenta de lo mucho que cambio mi vida desde que escribí esto.

Y empiezo.

"Gabriela Cortez.

Hace 10 años nací; para ser exactos un 7 de enero, el lugar es lo de menos, un hospital cualquiera. No tengo una familia muy grande, solo somos mis papás y yo."

Me detengo al ver lo que acabo de escribir, escribí SOMOS como si aún fuéramos algo. Me viene el recuerdo de la última vez que vi a mis padres; mi mamá con lágrimas en los ojos repitiendo una y otra vez que esto no debería haberle pasado a ella. Y mi papá observándome con esos ojos de desaprobación con los que me veía cuando sacaba malas notas en deportes.

Tomo el lápiz y conteniendo mis lágrimas borro las partes que ya no quedan en mi vida, quedándome con la parte que ahora me queda como anillo al dedo.

"Gabriela Cortez.

Hace 10 años nací; para ser exactos un 7 de enero, el lugar es lo de menos, un hospital cualquiera. No tengo una familia, la tuve alguna vez, una pequeña y ausente familia, mis padres nunca estaban en casa, no tengo ningún hermano y hace poco que me siento como si estuviera completamente sola en el mundo, tal vez es porque ahora lo estoy.

Soy una niña, si una niña. Mucha gente dice que me comporto como un adulto, es porque tengo un coeficiente muy elevado, tan elevado que ya podría estar terminando mi secundaria sin problemas, pero ninguna escuela me acepto por la razón de que era muy pequeña, me mandaron a escuelas de superdotados pero mi madre siempre decía que esas escuelas eran para gente rara, así que simplemente me dejaron sin estudiar por más de 2 años.

Soy muy bajita de estatura tan solo 1.20 metros, lo único que me anima es que me quedan muchos años para crecer. soy muy blanca de piel, tengo el cabello largo, aunque algo maltratado ya que nunca me ha importado cuidármelo.

Me gusta leer, no importa lo que tenga para leer yo lo leo. Me gusta enterarme de lo que hay en el mundo y en todo el tiempo que tuve libre en mi casa leía cada libro que encontraba.

Nunca he tenido algún amigo, nadie a quien poderle contar mis cosas, a nadie con quien ir a jugar, nunca nadie, solo yo... yo y mis pensamientos, yo y mi biblioteca, yo y mi mundo imaginario."

Una lagrima callo en el cuaderno, no puedo seguir escribiendo si todo me va a causar melancolía. Me recuesto en la cama y llorando tranquilamente me quedo dormida en unos pocos minutos. 

Sin salida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora