No debía haberlo dejado ir ¡Maldición! ¿Por qué lo había hecho? comprendía que Makkachin estaba en el veterinario pero si tan sólo no lo hubiera alentado a irse, si tan sólo no se hubiera ido eso no habría pasado. Si tan sólo no lo hubiera hecho no habría perdido a la persona que más amaba; la única que realmente le importaba y lo había hecho sentir algo en todos sus años de vida.
Sólo podía pensar en él, en todo lo que habían vivido en el tiempo que compartieron, en todo lo que habían confesado y aprendido, todos aquellos recuerdos lo atormentaban cada segundo, esos que parecían estar tatuados en lo más profundo de su mente y de su conciencia. Se encontraba deprimido, sólo dormía; no quería hacer nada, realmente no se encontraba de ánimos para absolutamente nada. Estaba perdiendo gradualmente la cordura por todo lo que pensaba, porque él sabía era su culpa que aquello sucediese; no... No era su culpa, el sólo hizo lo que creyó necesario, eso era lo que decían todos, pero él sabía que gracias a su insistencia su amado había muerto.
Los días pasaban lentamente, cada uno era un suplicio más grande que el anterior; realmente deseaba haber sido él, porque estaba seguro que el mayor habría sobrevivido, con el paso del tiempo lo habría superado, pero él no era tan fuerte, en realidad, nunca lo había sido. No sabía qué clase de karma era aquel, ¿Qué había hecho para merecer aquello? No recordaba ninguna acción que mereciera tal castigo entonces... ¿Por qué? ¿Por qué tenía que sucederle aquello? No lo entendía, no quería hacerlo, en su frágil mente no cabía la posibilidad de recuperación ante tan dificultoso golpe, simplemente era demasiado para él.
A pesar de haber pasado algún tiempo aún recordaba aquel maldito día en el que su vida perdió todo sentido de dirección, aquel día en el que dejó de vivir con alegría para convertirse en nada, en un ser humano que ya no tenía interés de seguir viviendo; pero tristemente no podía dejar de respirar porque nunca lo dejaban solo.