CAPÍTULO 4.

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- Lo siento tanto. No tenía idea de que ustes dos... Bueno... Ya saben-. Tenía toda la tarde disculpándose por el malentendido del coqueteo.

- Está bien, no hay problema, Alicia -. Mario sólo se reía al recordar lo acontecido.

- Ya, hay que cambiar de tema-. Romeo prefiria hablar de otras cosas, y llevar en paz todo-. ¿Y que has hecho de tu vida todo este tiempo?

- Jájá, que no hecho. Tengo una nueva amiga, se llama Elena. Y en serio, la querrías matar en cuanto la conozcas. Oh, éste sábado tengo una cita con un chico muy lindo. Se llama Lucio.

- Espera, espera.. ¿Ya tienes alguien y le coqueteabas a mi novio? -. No podía creer lo cínica que era su dichosa amiga.

- Es difícil de explicar. La verdad.. -. Cubrió su boca con su mano, fingiendo un secreto -. Tu novio está re-bueno.

Todos comenzaron a reír por las palabras de la chica, quien pensó que nadie escucharía.

Su rostro se tornó rojo como manzana por la pena. Deseaba que la tierra se abriera, arrastrándola a lo más profundo de sus entrañas.

____

Estár de pie frente a esa puerta lo ponía a expirar. Tenía las manos bañadas, y se las restregaba en sus jeans. Pero entre más las secaba, el sudor volvía a mojarlas.

Agradecía tanto que Romeo y Mario hubieran querido acompañarlo a la casa de donde era y pertenecía. Romeo le palmeaba la espalda, dándole ánimos para golpear la puerta.

- Vamos, amigo. Hazlo ya-. El Chico le hablaba a su espalda.

- No... No puedo-. Los nervios los tenía de punta, y los ojos le comenzaban a cristalizar por las lágrimas de volver a ver a su familia. Su madre, a su hermana Samy y a su distanciado padre. Los extrañaba tanto, y solo quería abrazarlos y decirles cuanto los ama.

Inhalaba profundo para llenar sus pulmones

Restregaba sus húmedas manos, mientras golpeaba con el puño la puerta de metal de la entrada.

Insistía con la entrada, sin respuesta.

- Pá... Parece que no hay nadie-. Dió media vuelta, pero Romeo lo tomó de los hombros, clavanfo su mirada en los ojos del chico.

- No nos iremos de aqui-. Le advirtió -. Insiste de nuevo.

Lo hizo girar, acercándole a la entrada.

Volvió a golpear un par de veces más, con una respuesta del otro lado.

- ¡ Como molestan! ¡¿Cuánto les debo o qué? -. Se escuchó el grito de la mujer desde dentro.

Se escucharon unos cuantos cerrojos abrirse. Sus padres debieron fortalecer el hogar desde su desaparición.

- Como ching...-. La madre quedó completamente atónita al ver quien golpeaba -. ¡Hijo de pinch...

Sin dudarlo, se lanzó sobre el Chico, rodeándolo con sus flacidos brazos. Sus lágrimas comenzaban a mojar la camisa de su primogénito.

- Má, ya está la comida-. Se escuchó la voz de la hermana mientras bajaba a toda prisa los escalones de la segunda planta-. Má, ya está la... ¡Cara de rata!

La madre se separó de su hijo al momento que la chica corría y se lanzaba contra su hermano. Enredando la cintura del chico con sus piernas, y su cuello con los brazos.

- Cara de rata-. Chillaba en su oido-. Mi cara de rata... Te extrañé. Cara de rata.

Rommeo vomenzaba a tambalear por el peso de su hermana. No era muy ligera.

- Mi cara de moco-. La abrazaba-. Yo también las extrañe muchísimo.

Ambos hermanos no se separaban. Estaba a punto de caer, pero no le importaba con tal de volver abrazar a su pequeña, molesta y amada hermanita menor.

- Mi cara de rata-. Hundía su rostro humedecido en la clavícula del hermano mayor.

- Mi cara de moco-. La amaba mares.

- Que bien que estas bien y aqui-. La chica bajaba de su enredo, tomándolo por las mejillas-. ¡Ahora yo misma te puedo cabrón!

Lo golpeaba en el pecho furiosa. En lugar de quejarse, sonreía al ver a su hermana tal y como la conocía... Y quería. Molesta, violenta, loca... Pero la amaba.

AMOR SIN TIEMPO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora