2. Nuevas necesidades.

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Dos meses habían pasado.

Y en ese tiempo la amistad entre Sara y Kieran había fluido.

Al principio lentamente, pero luego danzaba a un ritmo que sería difícil detener.

Al tercer día de clases, Kieran le había pedido su número de teléfono. En caso de que uno de los dos tuvieran un inconveniente para las clases —recalcando que sólo él debía tenerlos— poder informar debidamente la ausencia... Con anticipación.

Al siguiente día, Kieran llegó a la universidad con unas notables ojeras y Sara despertó pasando el mediodía. Durar altas horas de la madrugada enviándose mensajes por correo electrónico —a petición de Kieran ya que según él, era más interesante—; había sido la razón.

Y entre charlas cómodas después de las clases, mensajes de correos adictivos en altas horas de la noche, y salidas casuales en algunos fines de semana, encajaron de una forma única.

Sara se sentía alegre de tener un estudiante como Kieran. En los primeros días tuvo unos tropiezos con la enseñanza de las lecciones, —y aunque Kieran hacía unas pequeñas bromas al respecto— Era paciente, no la presionaba. Aprendía muy rápido, era increíblemente inteligente, y no dudaba en preguntar una y otra vez —si era necesario— hasta captarlo.

Ese chico con aspecto de ángel le era sorprendente.

Cenando una noche en un restaurante, Kieran le había contado que se encontraba en el sexto cuatrimestre de su carrera: Administración de Empresas. Y que la razón de aprender el idioma español era por la cadena de hoteles que su padre poseía.

Kurt Miller con su pequeña compañía, había decidido dirigir sus esfuerzos de negocios hacia la industria hotelera, firmemente resuelto a crecer en un futuro. Con grandes esfuerzos y expectativas, abrió su primer hotel de cinco estrellas en donde residía, resultando ser todo un éxito. 3 años más tarde, con la experiencia en el mercado, Kurt inició con sus socios un proyecto para expandir su hotel a través del país.

Y después de 25 años, los esfuerzos de Kurt lo llevaron a tener una de las mejores cadenas hoteleras de los Estados Unidos.

Una gran cadena que ahora quiere expandir por Latinoamérica, queriendo a su hijo a cargo de la administración de ésta.

Sara, emocionada por escuchar el triunfo de un largo viaje como ese, le suplicó que le contara al menos pequeños detalles de como se conocieron sus padres.

En uno de los estados, una mujer rubia lo había cautivado desde el primer momento. Un año después la llevó a vivir a su ciudad, y a la edad de 35 años se casó con esa hermosa mujer que era y aún es el amor de su vida, con la que procreó el tesoro más grande que ambos podían tener.

Así lo citó él.

Y aunque lo dijo en tono de broma, Sara estaba bastante segura de que sus padres lo veían de ese modo.

Un gran tesoro... Incluso ella en instantes lo hacía.

Un miércoles caminando tranquilamente por el enorme parque que estaba en el vecindario de Kieran después de las lecciones, éste sin esconder la curiosidad, no pudo evitar preguntarle después de sentarse en un banco; por qué habiendo terminado la secundaria aún no se animaba a inscribirse en la universidad. Y es que, esa pequeña que siempre traía energías, inmediatamente de que Kieran empezaba a hacer unos ejercicios en vez de descansar, optaba por ponerse a preparar las lecciones del día siguiente. Esa pequeña que siempre respondía los mensajes en la noche ya que no paraba de realizar oficios una y otra vez en su hogar; —incluso antes de marcharse de la suya, lo ayudaba a preparar su cena (según Sara), y en realidad ella la hacía toda... Ya que él no sabía cocinar cosas que no fueran muy sencillas— Y por esas razones y más, era algo inaudito para él.

Más fuerte que el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora