Hay un lugar en la ciudad, escondido, oculto a los ojos críticos de la sociedad. Únicamente visble a los soñadores y fantasiosos dispuestos a luchar por verlo. Un lugar que rebosa luz y al mismo tiempo brinda el cobijo de la penumbra y la oscurida.
Hay un lugar en la ciudad en el que es posible evadirse, huir de todo y de todos, donde no hay nada ni nadie, el tiempo es inexistente y la realidad se altera de forma que se adapta a uno.
Hay un lugar en la ciudad en el que uno encaja, a pesar de que no lo haga en el resto del mundo ahí sí. En ese lugar te sientes a salvo y en armonía, en ese lugar logras la paz. La paz necesaría para tomar aire, sentir cada centímetro del cuerpo y reunir las fuerzas necesarias para abandonar la comodidad y el comfort de ese resquicio de libertad y volver a cargar sobre los hombros con la vida.
Hay un lugar en la ciudad, lleno de esperanza y de sueños, que aguarda silencioso al fortuito descubrimiento del mismo.
Hay un lugar en la ciudad, bajo la luz de una bonbilla fundida y acomodado entre cojines sin relleno, que es perfecto lleno de imperfecciones, es especial por ser diferente, es único.
Hay un lugar en la ciudad de cada uno, en lo más recóndito de ella, donde se encuentra todo lo necesario para abrir los ojos y provocar el cambio y la anarquía.
