✯ Capitulo tres ✯

47 3 0
                                    


Luke

-Maldición, que dolor ¿D-donde estoy?-. Pronuncie confuso mientras iba recuperando la conciencia lentamente, un dolor punzante recorría mi cráneo y me sentía un poco mareado.

Desperté en mi propia habitación sin tener idea de cómo había llegado hasta allí. Mire hacia la ventana para confirmar que aún era de noche, por alguna razón me encontraba recostado en la cama y seguía con las mismas ropas.

Nate ¿Acaso él fue quien me trajo hasta aquí? Quería creer que todo se había tratado de una horrible pesadilla pero no podía hacerlo, sabía que todo eso había pasado en la realidad.

Nate era un Gula, el Gula, aquel que me acosaba desde hace un buen tiempo. No podía entenderlo ¿Por qué Nate se convertiría en un Gula? ¡Esta mierda no tenía sentido en lo absoluto! Él nunca había pasado por momento difícil o estado en una situación mortal como para poder lograr invocar a Belcebú, el demonio de la Gula. La única que vez paso por un momento así fue cuando aún era un niño pero si se hubiese convertido en Pecador aún conservaría esa apariencia. Los Pecadores no pueden envejecer.

¿Entonces por que Nate sigue creciendo? Nunca había existido un Pecador así, era algo imposible sin importar como lo miraras.

Mientras más vueltas le daba al asunto más confuso se volvía todo ¿Silas sabrá algo de esto? Debería de saber sobre la presencia de otro Gula en la zona pero ni siquiera yo había sido capaz de notar que Nate era un Pecador.

Todo estaba dando vueltas en mi cabeza cuando note unos relucientes faros anaranjados brillando en la oscuridad de la habitación.

Él seguía aquí.

Instintivamente retrocedí en la cama hasta chocar contra la pared, sin quitarle la vista de encima. Nate no hizo ademán de venir hacía mí pero simplemente se quedo observándome fijamente con aquellos espeluznantes ojos que irradiaban un refulgente brillo fantasmagórico.

Estaba petrificado por la fuerte aura de peligro que emanaba de todo su ser, aún me costaba creer que aquel monstruo fuese el mismo chico distraído y de buen corazón que había visto por la mañana. Era incapaz de articular palabra alguna, aún no estaba preparado para confrontarlo.

Esta persona que se había comido el corazón de un hombre y luego lo había pisoteado, este ser tan aterrador y destructivo no podía ser mi Nate. Me negaba a creerlo.

-Nate ¿Por qué haces esto?

El hombre de traje rojo como la sangre y con rastros de sangre seca en la boca continuaba observándome sin decir nada. Lentamente ladeo la cabeza, sin quitarme los ojos de encima.

- Nate. Yo no soy él, yo lo estoy buscando pero no puedo encontrarlo, no quiere que lo encuentre... aún él no lo sabe.

- ¿De que estás hablando? ¿No eres Nate?

- Él esta triste por tu culpa. Esta solo. Estamos solos. Él piensa que tu también lo harás, como mamá y papá, ¿También nos abandonaras?

¿Nos? ¿Por qué este tipo de repente esta hablando en plural?

Sabía cosas que solo Nate, Ian y yo sabíamos. No había dudas, definitivamente era él pero ¿Por qué estaba actuando de un modo tan extraño? Era como si estuviese fuera de si.

- ¿Cuándo fue que invocaste a Belcebú? ¿Por qué lo hiciste? Yo no quería este tipo de vida para ti, no quiero que pases por esto-. Me sentía impotente, un estúpido por no poder haber hecho nada para evitarlo. Estruje las sabanas con fuerza ante el fuerte sentimiento de inutilidad.

Pecadores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora