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“Tras un cansado día de trabajo no hay mejor recompensa que llegar a tu hogar y poder descansar plácidamente.”

Pensé con una sonrisa pateando una roca que se atravesaba por el camino hacia mi domicilio. Hubiera seguido mi transcurso golpeando la roca, sin embargo la acción de un muchacho captó mi atención. Un chico de baja estatura se encontraba con una caja en las manos, la
cual a simple vista parecía no estar vacía.

Acertando, pude divisar que de la caja asomó la cabecita de un pequeño gatito negro, por un momento imaginé que aquel minino era un regalo, pero toda esa idea se fue al caño al ver que dejó la caja con el pequeño adentro y huyó.

Casi corriendo tomé la caja con el gato adentro y me dispuse a seguir al individuo.

-¡Hey! Llévate al… gato.

Mi voz se fue apagando debido al hecho de que ya no estaba.
Podía ser un amargado, mal genio, gruñón, todo. Pero menos una mala persona.

Resignado, lo acaricié, obviamente me lo llevaría a casa, sin embargo como toda quinceañera novelera que quiere un gato, debía estar bien equipado.

Mi rumbo se desvió hacia a una tienda de mascotas, dispuesto a comprarle leche ya que era demasiado chiquito, aunque como era totalmente nuevo en esto de tener una mascota, opté por también comprar un poco de comida, un pequeño collar de color café, idéntico a la tonalidad de sus ojos. Un momento...

- ¡Se parece a Luna, la gatita que acompaña a Sailor Moon!

Mencioné señalando a mi gatito, llamando la atención de una señora y la cajera que miraban de una manera no tan agradable debido al comentario. ¡Pero si no es nada raro que un chico haya visto Sailor Moon! ¿O sí?

Ignorando el incómodo momento seguí con la compra, ante mi emoción terminé comprándole una cama, sin embargo al percatarme de la hora decidí ocuparme del resto al día siguiente.

Una vez en casa, con mi gatito en brazos decidí buscar dónde hacerlo dormir, temía que en algún momento me moviera mientras dormía y así aplastara al pobre gatito con mis enormes brazos, sin embargo por ser la primera noche tomé la opción de dejarlo descansar en mi cama.

♡.~

La mañana del sábado era anunciada por el cantar de los pajarillos estáticos en las ramas de los árboles, ¿cómo lo sabía? De hecho no lo sabía, simplemente lo imaginaba.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por unas lamidas en mi torso.

-¡¿PERO QUÉ DEMONIOS?!

Dije. No, no. Grité exaltado saliendo de la cama con el ritmo de mis latidos aumentado en mil. No por el hecho de que mi gatito me hubiera lamido, porque de haber sido así, sería normal. Pero no es normal ser levantado por lamidas proporcionadas por un chico completamente desconocido.

Sí, en el otro lado de la cama se encontraba un muchacho de cabello color azabache, tonalidad que era capaz de resaltar su blanca tez. Sus facciones eran delicadas y un poco femeninas, sus ojos rasgados con un suave color marrón iluminaban su rostro y sus labios que brindaban una sensación de suavidad eran embellecidos por un pequeño lunar. Su delgado cuerpo era adornado por una larga cola de apariencia suave del mismo color de su cabello, y a su vez de aquel par de orejas que destacaban en su cabeza.

No era que me atraía, no. Claro que no. Solamente observé detalladamente todas las características del chico, pero al percatarme de que no tenía ropa, con un sonrojo desvié la mirada.

- ¿Quién eres?

Pregunté, sé que era una pregunta estúpida, sin embargo de igual manera no obtuve respuesta alguna, lo único que pude divisar es que el collar que en la noche llevaba mi gatito estaba en las manos de aquel jovencito.

De esto solamente podía haber una conclusión…

Él era mi gatito.

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