Alex, Alessandra, Alexandria

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Caigo, estoy cayendo. Tan libremente, mis extremidades se van cada una por su lado. Cierro mis ojos. Todo está negro, todo, no hay luz por ningún lugar. Desearía estar en la comodidad de mi cuarto. Pienso. Por un instante parece que lo estoy, que ya no estoy en caída libre. Abro los ojos. No sé dónde estoy, no sé dónde es. Pero es un cuarto, miro a mi alrededor, yo estoy parada en el área rojo carmesí. Enfrente de mi hay tres puertas, cada una de un respectivo color con el espacio de la pared que abarca también del mismo color. Derecha, es blanca. La de la izquierda es negra. La de en medio es gris. Tres puertas, diferentes salidas. Y no sé lo que hay detrás de ninguna de ellas. Lamentable. Tendré que escoger. Voy dando pasos hacia enfrente, aun no sé por cual puerta pasare. Llego al final del cuarto que es de color carmesí. A partir de aquí tendré que escoger. Me paro en seco, en cada una de las puertas aparece tallado en la madera un nombre.

-Alessandra – Dice una voz masculina que desconozco. Miro a mi alrededor, no hay nadie.

- Alexandria. – Vuelve a decir un poco más desesperado. Me estoy empezando a asustar.

- Alex. – Susurra mi nombre, tan suave, tan dulce, como si fuera un canto. Y es lo último que dice.

Clavo mi vista de nuevo en las puertas, cada una tiene el nombre anteriormente mencionados por el extraño.

Negra, Alexandria. Blanca, Alessandra. Y Gris, Alex, mi nombre. La decisión es obvia. Me dirijo hacia ella, la examino, cada minúsculo detalle trato de memorizarlo, levanto lentamente mi mano y con temor agarro el pomo y lo giro. La empujo, una luz gris cegadora ilumina el cuarto, entro, cierro la puerta y doy el primer paso. Empiezo a caer de nuevo.

GrayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora