V. "Waste the night"

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Detuvo el auto y vi que habíamos llegado a un paradero cerca de la colina, los típicos paraderos donde los adolescentes van a besarse y hacer dios sabe que cosas.

Giré mi cabeza a verlo con una ceja alzada, tratando de aligerar el ambiente

— ¿Estás tratando de seducirme?— le dije

Se rió y me dijo —No, salgamos, vamos a ver las estrellas.

Saco una manta del asiento de atrás y la puso sobre el cofre del auto, salió y se subió ahí.

—Sube- me dijo mientras daba palmaditas al espacio al lado de él.

Me senté a su lado, donde me había indicado y vi las estrellas, eran hermosas se podían ver todas desde ahí ya que estaba despejado y no había casi luz.

Sacó un cigarrillo de su bolsa y lo encendió, comenzó a fumarlo, veía como sacaba el humo de su boca.

Me miró, tenía un brillo en su mirada que nunca antes había visto.

—No quiero cometer los mismos errores de mis padres, es por eso que quiero alejarme de esta ciudad— le dije

—No podría verte caminar lejos de mi— me dijo, —Me iré contigo, esta ciudad es demasiado plana, es monocromática— dio otra calada a su cigarro, — Así la noche no será desperdiciada.

—Nunca he querido malgastar una noche, me gustan mucho, no quiero que arda como yo en esta ciudad.

—Larguémonos de aquí cuando la preparatoria se termine— sugirió.

—Ese siempre fue el plan, pero ahora ya no estaré sola— lo abracé, era tan cálido. Ian me besó la coronilla.

—Hay algo en ti que me hace, no querer dejarte jamás— dijo y se quedó quieto admirando el firmamento que se abría espacioso y lleno de posibilidades frente a nosotros.

Fue en ese momento cuando me di cuenta, por fin, de que me había enamorado perdidamente de Ian Bauer.

Supe tiempo después que él había caído rendido por mí también, la simple y normal Adene Mason había logrado que alguien se enamorara de ella.

Cumplió la mayoría de sus promesas, siempre estuvo ahí cuando lo necesite, pasó cada día conmigo, cuando caía me levantaba, pero la promesa que yo más necesitaba que cumpliera, la olvidó, me dejó sola en esa horrible ciudad.

No tengo mucho que reclamarle porque yo hice lo mismo, no logre que se levantara cada vez que caía, es por eso que ahora me parece tan difícil decirle adiós.

Me culpo de lo qué pasó.

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