3

43 6 2
                                    

Alice

La charla con mis padres fue tranquilizadora, después de despedirnos y finalizar la conversación mi madre se puso a llorar, entendía que esto era difícil para ella, quizá se quedaría sola con mi hermano sabiendo que mi padre y yo partiríamos quizá para siempre.

Extrañamente todo termino con mimos de parte de mis padres, ambos se pusieron muy cariñosos y se encerraron en su habitación. Yo me encargue de Thomas, mi pequeño hermano menor, él no parecía entender bien las cosas y yo tampoco tenia ánimos de explicarle

—¿Te iras para siempre? —su vocecilla me produjo unas intensas ganas de echarme a llorar, quería estar con él y verlo crecer, no quería partir para ser la mujer del rey, pero si alguna concubina no se presentaba, esta era perseguida por la guardia real.

Acomode sus sabanas y revolví sus cabellos cafés, mi hermanito siempre había sido una de mis prioridades.

—No, regresare algún día —mentí— pero mientras tanto quiero que cuides de mamá ¿esta bien? —el asintió levemente con su cabecita, yo le sonreí para que creyera mi farsa y me incline para besarle la frente— Buenas noches —camine hasta la vela puesta encima del mueble y la apague, camine con paso cauteloso hacia la puerta y la abrí sin apuro.

—Te amo Alice

Me detuve en seco al escucharle, sus palabras solo hacían que quisiera echarme para atrás y llorar en sus pequeños brazos, mi garganta comenzó a arder y lagrimas rodaban por mis mejillas, por suerte la obscuridad ya inundaba el cuarto y mi hermanito no podía ver mi llanto

—También te amo

Respondí para después cerrar la puerta tras de mi, ya era bastante noche y mi garganta se sentía seca, camine por la casa limpiando mis lagrimas y fui por un vaso de agua. Un extraño sentimiento me hizo caminar hasta la entrada principal de la casa, camine con el corazón en la mano y corrí las ventanas que dejaban al descubierto una perfecta vista de la calle principal.

Mis ojos se abrieron al ver una vela encendida justo en la ventana de la casa de Alexa. Cuando eramos pequeñas y siempre que pensábamos en alguna travesura, Alexa colocaba una vela en su ventana por la noche para indicarnos a Dereck y a mi que el plan iba a realizarse.

No podía creer que la idiota de mi amiga fuera a realizar mi estúpido plan, ni eso, en realidad era un sueño descabellado y poco planeado. Abrí la puerta de mi casa con cautela y con los pies descalzos corrí hasta la casa de al frente, camine hasta rodearla y me coloque de puntitas para asomarme por la ventana de Alexa, la obscuridad no me permitía ver bien pero mis ojos se agrandaron cuando pude divisar una mata de melena rubia tirada en el suelo de su habitación. No había movimiento en la casa por lo que suponía que sus padres no estaban enterados y que ella ya se había ido. 

Regrese corriendo a mi casa, pase casi 15 minutos caminando de un lado a otra en la sala sin saber que hacer hasta que finalmente me decidí. Alexa era muy impulsiva, intrépida, peleonera y torpe, si llegaba a cometer algún error frente a miles de hombres que posiblemente la descubrirían seria su fin. Ella seguramente no podría sobrevivir sin mi.

—Perdónenme —fue lo que mis labios alcanzaron a decir cuando ya me encontraba con la armadura puesta montando el caballo de la familia, lo pensé mucho y al hacerlo encontraba soluciones para nuestra vida, yo no seria concubina y papá y mamá podrían vivir, cuidar a Thomas y envejecer juntos, solo esperaba que si moría no se olvidaran de mi.





OposiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora