XX.

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Miré sin descifrar

las pequeñas estrellas,

cada una habitando

en mi humilde morada

por la amplia ventana.

Creer era difícil

ante esta imagen,

oscura y cálida,

con pequeños detalles

esparcidas en la red.

Estaba asomada

y a la vez perpleja,

llorando sin descanso

por cada estrella.

El peso del dolor

era indudablemente inmenso,

mi cargo de conciencia

no me daba un descanso.

Mi pecho húmedo, empapado,

sin duda exaltado,

no daba con su cavidad,

queriendo salir desganado.

El alma mía dominada

ante su bello amor,

se apoderó con rabia

de la fría distancia.

Quise ser feliz,

¿En verdad lo merecía?,

¿Merecía aquel trato?,

¿O tenía un precio?.

Respuestas sin palabras,

pero el viento responde

a mi favor con rudeza,

el silencio fue aceptable.

Un simple gesto

lleno de valor,

me hizo entender

una sola cosa.

Busco el amor

sin que venga a mi,

mira ahí mi yerro

sacado amargamente.

El remordimiento

conmigo misma,

no tiene sentido,

cuando es usual

la otra persona.

Retiro lo dicho

en mi vieja cama,

aguantando el llanto

de todas las noches.

Un dolor más

no estará demás,

una sonrisa rota

será para el mañana.

Damn loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora