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La Persona Ideal [ Park Jung Min ]

Park Jung Min / Lee Joo Yeon

Me enamore, de la persona ideal.
Pero lo ves se tuvo que ir.
Hay es el dolor que desgarro toda mi alma y corazón.
Para vivir de los recuerdos de ese amor.
Cuando agarrados de la mano en el parque nos besamos.
Y las lágrimas caían en los pétalos de rosas.
Y tristemente me dijiste así... me tengo que ir.

...

Jung Min recorría con la yema de sus dedos aquella lápida.

¿Cuántos años habían pasado ya desde su partida?

Muchos...demasiados para ser verdad.

Su amor aún seguía intacto, como el primer día, y crecía aún más con el paso del tiempo, solo quedó un bello recuerdo de aquél inmenso amor que ambos se profesaron, una sonrisa melancólica surco sus labios.

¿Cómo era posible que se amara a una persona que ya no estaba en este mundo?

Suspiro, así fue desde que la conoció en aquel día, el más importante en su vida, pues la encontró, después de tanto tiempo buscando a su otra mitad, aquella que encajaba a la perfección, la encontró cuando menos lo esperaba.

-¿Recuerdas aquel día? -cuestionó mirando aquella lápida.-Yo siempre lo recuerdo, es lo que me mantiene vivo, me da las fuerzas necesarias para seguir luchando y nunca darme por vencido. También recuerdo aquel día en qué fui tan feliz y tan desdichado a la misma vez.

-¿Me amabas cierto? por eso lo hiciste, por eso me dejaste una parte de ti por la cual seguir viviendo, ¿estoy en lo correcto?

Jung Min suspiro, y en su mente se mostró aquél día tan doloroso.

...

Y no es por mí contigo está mí corazón.
Todo el amor de mis entrañas, de mí pecho y de mí alma.
Algún día volveré a estar aquí.
Me tengo que ir, así es la vida y tiene desilusión.
Sé que hay amor y esperanza.
Cuando se quiere con el alma.
Al prójimo que Dios te puso ahí.

...

Jung Min llegó unos minutos antes a la cita, en sus labios se dibujaba una sonrisa, aquella que volvía loca a cualquier chica, pero que solo tenía una dueña.

Y esa era su novia, su tierna y cariñosa Joo, la cual amaba más de lo que ella pudiera imaginarse, y aún más de lo que él se imaginaba.

Después de unos minutos la vio llegar, se veía un poco más pálida, pero seguía siendo la mujer perfecta de la que se enamoró, la detallo mientras ella caminaba hacia él, su rostro, sus ojos, aquellos labios que sabían a fresas, aquellos que lograban hacerle perder la poca cordura, su mirada penetrante, su mar personal de chocolate, su silueta, aquella mujer era toda suya, en todos los aspectos.