La cruel Reina de Tréboles

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Cuando llegamos a las puertas del reino, éstas se abrieron inmediatamente, dejando ver a la Reina, una señora bajita, de pelo negro y arrugas por la edad, un vestido desgastado, de colores negro y verde, en su hombro una mariposa azul gigante (para el tamaño de las mariposas), la cual parecía desprender humo de ella, a pesar de que esperaba escuchar a la reina hablar, fue la mariposa quien hablo, apuntándome.

-Es ella su majestad.

-Perfecto –dijo fríamente la Reina de Tréboles-.Necesitaba que alguien joven hiciera el trabajo de la jardinería.

-¿J-Jardinería? –pregunté, era confuso todo aquello acerca de que había llegado ahí para hacer la jardinería. Reparé en un escudo algo interesante en una bandera. Se encontraban un trébol, un corazón, un diamante y una pica, ordenadas en una forma de rombo. El corazón estaba partido a la mitad por una grieta ¿Acaso significaba algo?

-Sí querida, jardinería. En cuanto termines podrás retirarte del lugar.

-¡Pero yo ni siquiera quise venir! –Me quejé- Me ha traído... Sonrisas

-Eso a nadie le importa, señorita Alicia. Si usted ha venido es por alguna razón. ¿Sabes? Tengo una mejor idea que dejarte ir. De ahora en adelante serás mi sirvienta, una fiel sierva seguidora de mis reglas. ¡No como esos inútiles de los seguidores de mis hermanas--! –se detuvo en seco, probablemente me había dado información interesante acerca del lugar. No sólo del castillo en sí, sino de los cuatro reinos. ¿Por qué cuatro reinos? Aquí viene mi teoría:

La reina de Tréboles tiene tres hermanas, las cuales son la reina de Corazones, la reina de Diamantes y la reina de Picas. Todas las tierras allí existentes estaban divididas en cuatro reinos. Cada uno pertenece a una hermana. Pero...
¿Entonces qué ocurrió con la Reina de Corazones?

No lo sé, debió de haber sido algo doloroso para sus hermanas.

-Alicia Richards, mírame a la cara cuando te estoy hablando –me reprendió la Reina de Tréboles.

-No –dije-.No te haré caso ni a tus estúpidos mandatos, ¿traerme aquí para la jardinería, en serio?

Al reparar en cómo le había hablado a la Reina, Sombrerero me dio dos regalos: el primero era una botella de leche y el otro era un pequeño pastelillo.

-¿Para qué me servirá esto? –pregunté. Demasiado tarde para explicaciones.

-¡Llévensela! –advirtió la Reina de Tréboles, no sabía a quién se refería, pero no era nada bueno. Varias cartas se levantaron del suelo, formando una jaula alrededor de mí. No, no eran cartas, eran guardias. En cuanto me levantaron supe que nada iba a ir bien.- ¡Directo al calabozo!

-¡¡Bebe y come de lo que te di cuando sea necesario, Alicia!! –exclamó el sombrerero, al parecer iba a ayudarme. Sentí un pequeño calor en mi interior, y justo cuando iba a gritar << ¡Lo haré! >> ,los guardias me arrojaron al calabozo, un sitio vacío y sin color en el cuál lo único que florecía eran rosas negras. Sentía como si unos ojos me estuvieran observando, unos ojos juguetones y divertidos.

-¿Sonrisas? –pregunté, e inmediatamente mi gatita apareció a mi lado, con aquella afilada y algo intimidante sonrisa. Su mirada me decía que hiciera algo, claramente lo que Sombrerero me había dado, necesitaba utilizarlo.

Para empezar tomé de ola botella de leche, no, tenía sabor a chocolate, vainilla, fresa, caramelo, miel, ¡cereza! Conforme cada sabor nuevo aparecía en mis papilas gustativas, más pequeña me volvía. En cuanto a las rejas, pasé con facilidad una vez ya estaba definida mi nueva estatura.

Al salir de las rejas comencé a comer el pastelillo. Naranja, moras, tres leches, cajeta, elote, ¡frutos rojos! Comencé a crecer a un paso preocupante. En cuando menos lo imaginé era alta de nuevo: sólo que alrededor del doble y medio de mi estatura normal. Miré a mi vestido, ahora me quedaba pequeño. Empecé a trepar por el muro hasta que la luz del día me fulminó la mirada.

-De acuerdo –dije-. ¿A dónde tenemos que ir ahora?

Alicia y la Cima de las NubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora