LIBRO 1 - SERIE AVENTURA
El bombón más moderno, escandaloso y curvilíneo de la capital de Venezuela acaba de escapar de su propia boda. Algunos matrimonios no duran para toda la vida, pero un par de horas, sin duda es un nuevo record.
La comunidad...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Parpadeo varias veces, dejando que las lágrimas se desborden para así poder mantener el dolor a un nivel de tolerancia. Me asusta tanto que él me haya llevado hasta ese extremo de peligro. Corro apresurada, huyendo de ese espantoso lugar en donde otro Miguel Ángel, que no es el que creía conocer, me tocó y me golpeó. Corro con más velocidad sin dirección alguna, quiero arrancarme del cuerpo la horrible sensación de estar a punto de ser violada, quiero borrar de mi cabeza la seriedad con la que él hablaba.
Doy con una gigantesca cancha de tenis, pronto voy bajando el ritmo hasta que mis piernas colapsan y me derrumbo. Sentada en el suelo me abrazo las piernas y escondo la cabeza entre ellas, lloro con mucha fuerza, lloro de pensar que en cuestión de segundos todo pudo haber llegado a más. Deseo tanto que esto sea una pesadilla, que al despertar nada de esto sea real, pero desgraciadamente está ocurriendo; aceptar casarme con ese hijo de puta ha sido la estupidez más grande que he cometido. Nunca debí hacerle caso a mi padre solo para complacerlo. Las cosas eran tolerables, pero ahora son insoportables.
Justo cuando creo no tener más lágrimas, mis ojos me sorprenden generando muchas más. Sé que debo contarle a alguien lo que hizo ese degenerado, acabar con esto de una maldita vez, pero no puedo; no me creerán. Y si lo hacen, no les importará.
Me levanto con los ojos muy hinchados, paso mis dedos temblorosos por la laceración en mi labio y duele fuertemente. Camino hasta la recepción del hotel, la poca gente que está en el lobby me mira de arriba abajo y niega con la cabeza, es ahí donde me doy cuenta que mi vestido está roto y que estoy mostrando el sujetador; a duras penas me lo logré colocar antes de salir corriendo. Sollozo, pero nadie se atreve a preguntar qué sucede.
―Belén... ―Me detengo en seco.
Falta poco para llegar al ascensor, pero me giro para ver a Cris, con su ropa y cabello empapados.
―¿Te metiste así a la piscina? ―Mi garganta arde al preguntar.
―¡Por Dios, Belén! ¿Qué te pasó? ―Se tapa la boca asustado, se acerca rápidamente y me toma por los hombros.
―Cris, cálmate. Yo... te explico todo en otro lugar, ¿está bien?
―Vamos a mi habitación. ¡Belén, estás sangrando! ―No respondo. Camino hasta el ascensor y él pasa su toalla por mi boca.
Agradezco que se esté hospedando en el hotel porque por nada del mundo quiero volver a mi habitación. Miguel Ángel estaba desmayado cuando salí de ahí, todavía estoy asustada, no sé qué será capaz de hacer cuando reaccione.
―Belén, por favor, explícame qué ocurrió. ―Me tiende un vaso con agua y se sienta junto a mí en la cama―, la estábamos pasando bien hasta que llegó el imbécil de Miguel y... Espera, te fuiste con él... ¿Ese tipo te hizo esto? ―Miro a otro lado, me da vergüenza verlo a la cara, pero él insiste―, ¡Belén, dímelo ya! ―Habla con voz dura―. ¿Fue Miguel Ángel quién te golpeó?