Capítulo 5.

38 5 1
                                    

Tras acabar las clases nos dirigimos hacia el bar más cercano para comer algo rápido, hace mucho que no hacemos algo juntos. Cojo la mano de Amber de forma cariñosa y ella la aparta rápidamente.

-Quita, no me cojas la mano. Que a lo mejor se piensan que te gustan las vaginas.- Dice entre risas.

-Que idiota eres- la atraigo hacia mí y rodeo su cuello con mi brazo.- Yo me enamoro de almas, no de genitales.

-No vayas de romántico y místico que nos conocemos.

Carcajeo y seguimos nuestro camino en busca del bar más cercano.

Al llegar al lugar nos acercamos a la barra para pedir la comida y nos sentamos cerca de la gran ventana, el uno frente al otro. Mientras esperamos el pedido Amber me empieza a contar la charla que tuvo con sus padres y los distintos motivos que le dieron para no juntarse más conmigo. En un momento dado pierdo el hilo de la conversación, mis pensamiento se dirigen hacia Isaac.

-Julen, me he quedado embarazada. De una chica, es muy guapa y heavy, como te gustan a ti, ¿lo apruebas?- Asiento euforicamente para que se crea que la escucho.- No me estás haciendo ni puto caso, ¿verdad?

-¿Qué? Eh, sí. Simplemente no entiendo por qué tu padre no te deja juntarte conmigo.

Bufa y alza la ceja haciéndose la enfadada, acto seguido me enseña el dedo corazón.

-No me entendedes jodes.- Suelto una sonora carcajada, está como una cabra.

-De tantos porros que te fumas ya no sabes ni hablar.

-Yo no fumo porros, yo me fumo las distancias.- Se ríe y en ese justo momento llega la camarera dejando los platos y me guiña un ojo.- Es atractiva y parece fácil, yo que tú me la tiraba.- Pongo los ojos en blanco y niego con la cabeza, es un caso perdido esta chica.

-Tíratela tú, que se ve que te gusta.

-No, gracias- coge un trozo de pizza y le da un mordisco.- No me van las pelirrojas. Te viene mejor a ti, se te ve más necesitado.

La miro y niego, a lo mejor me lo pensaba pero en otro momento y con otra persona. Bebo un trago de mi cerveza mientras miro por la ventana, no hay apenas gente por la calle. De seguro todos están comiendo en familia mientras sus padres les dicen a sus hijos lo orgullosos que se sienten de ellos, tonterías.
Al terminar la pizza decidimos pedir más puesto que nos hemos quedado con hambre, bueno, más bien me he quedado con hambre. Tengo que admitir que soy un gocho. 

Espero impaciente a que traigan la pizza y maldigo, están tardando demasiado en hacer un puto pedido de mierda.

Después de unos minutos viene la misma camarera de antes y me da la pizza junto con otra cerveza que según ella es de regalo, seguro que es otro de sus intentos fallidos para ligar. Como con tranquilidad y paro cuando se escucha el chirrido de la puerta junto con unas risas seguido de un portazo, Amber se inclina y yo me giro para ver, son los descerebrados que me insultaron la otra vez.

-Anda mira, una panda de trogloditas, hacía mucho tiempo que no se veía algo así, creía que se habían extinguido.

-Normal, llevabas sin salir de tu casa una semana y es más por el olor apostaría a que no has salido ni de la cama para darte un agua en ese tiempo.- Abro la boca y pongo mi mano en el pecho haciéndome el ofendido.- No te ofendas, alguien tenía que decirte lo mal que hueles.- Carcajea y su mirada se dirige hacia el grupo de antes, más bien hacia una persona en concreto. La miro alzando una ceja extrañado, se ha quedado examinando al que parece ser el cabecilla del grupo. Paso una mano por delante de su cara varias veces y ella me mira durante unos segundos pero no tarda mucho en volver a fijar su mirada en él.

Me revuelvo incómodo en mi sitio y carraspeo para llamar su atención, no quiero que se den cuenta de mi presencia, pero nada no me hace ni caso. Decido dejarla en paz y me giro para ver la tele que había en el local, sonrío al ver que es un canal de música y estaban echando un vídeo de Melanie Martinez. Empiezo a tararear la canción Sippy Cup, y me encojo al notar un golpe fuerte en la nuca y maldigo.- ¡Mierda Amber! ¿Por qué me das una colleja?

-Es que no puedo evitarlo, me pones enferma cuando cantas.

-Y yo no puedo evitar ponerme enfermo cuando te miro y no me quejo ni te pego collejas.- Me mira con los ojos entrecerrado y me saca el dedo corazón. Se levanta para darme otra colleja y finjo llorar.- Te vas a enterar.

Nos reímos durante un rato pero paramos en seco al oír gritar a alguien.- ¡Nena, ven a servirnos ya! ¡Mueve ese bonito trasero!

Amber y yo nos miramos mutuamente al escucharle y hacemos una mueca de desagrado.-Gilipollas.- Pronunciamos a la vez. La camarera pelirroja de antes se acerca muy callada hacia la mesa de estos y empieza tomarles el pedido.

La camarera se da la vuelta para marcharse, acto seguido el tío le agarra bruscamente de la mano y la hace quedar frente a él. Les observamos atentos para ver su próximo movimiento, él la besa, bueno más bien la devora y la sienta encima de la mesa. No me puedo creer que haya hombres que aún se comporten así.

-¡Hostia! Vayámonos de aquí que al final se la folla ahí mismo y no me apetece ver porno barato.- Río ante ese comentario, pagamos a medias la comida y abandonamos rápidamente del lugar.



The Show Must Go Wrong.Where stories live. Discover now