Poco después de 1888, Emilio Roux, el ayudante de Pasteur, descubrió que el bacilo
de la difteria destila un veneno extraño y que un gramo de esa sustancia bastaba para
producir la muerte de 2 500 perros.
En todas las gargantas los mismos bacilos extraños. El caldo de cultivo diftérico
paralizaba a los conejos.
"Tomo unos matraces y puso dentro de ellos caldo esterilizado y sembró cultivos puros
de bacilos de difteria, colocándolos después en la estufa del cultivo, pasados cuatro
días, en un aparato extraño: un filtro en forma de bujía hueca, de porcelana porosa, el
cual dejará pasar el líquido y retuviera los bacilos.
Inoculó el virus en pequeños conejos y conejillos de Indias, pero estos animales
sobrevivieron al virus. Volvió a insistir con dosis mas elevadas de caldo filtrado a los
mismos animales, a otros animales, y todo ello daba el mismo resultado, el líquido no
contenía veneno. Pero otro bacteriólogo, Emilio Behring, trataba de observar los
microbios de la difteria. El objetivo fundamental de Behring era encontrar una
sustancia química que cure la difteria, inoculaba infinidad de conejillos de Indias con
difteria y todos los animales enfermaron y a medida que se agravaban, les iba a
inyectando diversos productos químicos. "Inyectó a varios conejillos de Indias una
dosis de bacilos de la difteria capaz de matarlos con toda seguridad, y a las pocas
horas los animales estaban enfermos; después, a las seis horas de la primera
inyección, les hizo otra de tricloruro de yodo." Ese día transcurrió sin complicaciones y
al día siguiente los ratones estaban llenos de vida. Con ansiedad febril se dedicó a
curar con el producto yodado a más conejillos de Indias; unas veces los mataban los
microbios de la difteria, otras veces el remedio.
"Behring preparó un cultivo conteniendo un veneno, pero totalmente exento de
microbios, del cual inyectó grandes dosis a los conejillos curados, pero volvieron a
resistir la prueba.
Era la sangre la clave de Behring para encontrar la cura de los animales.
"Cogió uno de los animales muy le hizo una incisión en el cuello para extraer la sangre
de alguna arteria, pero no había arteria. Registró el cuerpo del animal y obtuvo una
gota de sangre donde se encontraba la pata. Pero ya tenia unas cuantas gotas de
suero procedente de un conejillo durado, suero que mezcló en un tubo de vidrio con
gran cantidad del caldo venenoso donde había cultivado bacilos de la difteria; inyectó
la mezcla a conejillos no inmunizados y no murieron." Behring obtuvo como conclusión
que lo único que destruía el veneno de la difteria es el suero de los animales
inmunizados o de los que han tenido difteria. "Inyectaba bacilos de la difteria, toxina
difterica y tricloruro de yodo a conejos, ovejas y perros, con el propósito de obtener el
suero antitoxina que serviría como preventivo de la difteria."
Pero el efecto de la antitoxina no era duradero.
Entonces volvió a entrar Emilio Roux, que creía firmemente que la antitoxina salvaría a
los niños de las garras de la difteria.