third:

93 11 3
                                    

Cuando Yong Guk le prometió que pararía, había hecho todo lo posible; se sentaba con él cada almuerzo y en las horas libres, algunas veces se saltaba las clases para coincidir las jornadas sin nada qué hacer de Jun Hong. Había peleado un par de veces con Him Chan y Dae Hyun, y amenazó a Jong Up; pero, por alguna razón milagrosa, Young Jae lo había dejado en paz. A veces, creía que tenía algo que ver con el vídeo viral, pero miraba la poca piedad que le tenían los demás e ignoró que fuese eso.

No obstante, tampoco podía importarle menos; el desahogo, las sonrisas de la escuela, ver a Hye Jin y a Yong Guk en casa... Todo le provocaba una alegría a la que siempre se creyó ajeno e intruso, a la que nunca se había sentido cómodo o acostumbrado. Sin embargo, la ligereza en su pecho lo hacía sentir como si estuviese flotando, y lo que era normal para cualquier chico, para él era el paraíso mismo.

Los viernes eran días de pesadillas para Jun Hong, pero ya había entrado el invierno, las tardes eran frías y su hermanastro estaba siempre a su lado; por semanas, los días de pesadilla habían desaparecido y, por primera vez en mucho tiempo, el cuerpo de Jun Hong se permitió sanar completamente. Los hematomas por los constantes abusos habían desaparecido y no había nuevos para reemplazarlos, la espalda y los brazos no le dolían, tampoco la cara y mucho menos la sonrisa. Nuevamente, Jun Hong podía usar sus audífonos sin miedo a que lo asaltaran por detrás y lo llevaran a recibir la inevitable paliza, pero, como todo había cambiado, se permitió el lujo de hacerlo.

La última clase de ese día era Educación Física, y siempre era el último entrar y salir de las duchas, porque nadie quería desvestirse con el marica cerca para que anduviese mirándolos con ojos lujuriosos y depravados; para Jun Hong era mejor, aunque no por los insultos de los deportista sudados ni por las miradas de desconfianza y repugnancia, a él le había llegado a incomodar la presencia de las personas y más tener que verlas en poca ropa y en un espacio reducido para tantos estudiantes masculinos. Se sentía más libre. Podía desvestirse con comodidad y quitarse el sudor, para ponerse el uniforme y esperar un baño más reconfortante en la casa.

Jun Hong ya caminaba con el uniforme puesto, el cabello húmedo y los audífonos, mientras tarareaba una canción que llevaba tiempo sin oír correctamente; sabía que su hermanastro iba a estar esperándolo en la entrada del colegio y, de allí, se irían juntos hasta la casa, y los recibiría la cena, harían los deberes y luego jugarían a algo con Hye Jin y, obligado por esta, su padre estaría presente. Lo esperaba con algo de entusiasmo, pero más miedo; su padre apenas había regresado de un viaje de negocios e iban a enfrentarse cara a cara por primera vez en dos años.

Pensaba aquello, con la cara distraída y la música zumbándole en los oídos, que lo siguiente que supo fue el golpe que lo derrumbó y lo dejó atontado en el suelo; solo escuchó tres voces masculinas y, a pesar de que no reconoció dos, estaba completamente seguro que la tercera era de Jung Dae Hyun.

—Mierda que el desgraciado pesa —escuchó jadear a una de las voces desconocidas—. ¿Y Yoo Young Jae?

—Se acobardó, no quiere saber más nada del marica... Tráelo rápido.

La voz de Dae Hyun lo alarmó y a mitad de camino, comenzó a removerse para que lo soltaran; apenas pudo escapar de los brazos captores, y se arrastró por el suelo para escapar, pero la suela de un zapato deportivo se clavó en su costilla y le hizo jadear de dolor. Los golpes siguieron, hasta que alguien lo tomó de la camisa y golpeó el rostro, y la sangre emanó de su labio; nuevamente, estaba demasiado atontado para moverse. Registraron sus bolsillos y sacaron los pocos billetes arrugados y su teléfono celular, lo arrastraron un poco más y lo encerraron en un cuarto; escuchó que lo trancaban y luego nada más.

La cabeza le daba vueltas y, por unas horas, se quedó dormido. Cuando se levantó, ya era de noche y todo estaba oscuro; se había despertado porque tiritaba de frío y la respiración empezaba a fallarle. Jun Hong era asmático, pero casi nadie lo sabía porque no les interesaba o no se les ocurría; él debía administrar muy bien su dinero para poder comprar la medicina si le hacía falta y tampoco podía hacer demasiado ejercicio, y haberse quedado hasta tan tarde mojado con la lluvia, como hizo meses antes, había sido un error y un peligro, de no ser porque la medicina descansaba en su mochila empapada.

all isn't lost; banglo;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora