Castigo

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Se necesita a alguien cuando se pierde a uno mismo

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Se necesita a alguien cuando se pierde a uno mismo

Siento un alivio tremendo cuando toca la sirena. Al menos hasta que recuerdo que estoy castigada por una semana junto a DD. Por mucho que me moleste me veo obligada a dirigirme a Saúl.

- ¿Te han castigado?

Levanta la cabeza como un resorte del cuaderno en el que estaba escribiendo al escuchar mi voz.

- ¿Por qué me deberían de castigar?- no puedo evitar resoplar cambiando el peso de mi cuerpo a la otra pierna.

- Te has metido en una pelea.

- Me han empezado a pegar en re...

- Si o no- le corto antes de que se ponga a explicarme nada.

- No.

Sin perder más de mi preciado tiempo salgo de clase con todo el peso de la mochila sobre el hombro derecho. Primero a buscar a Lidia. Me dirijo directamente a su clase en dirección contraria a todos los alumnos que se dirigen en masa hacia la puerta. Me desespera tener que ir abriendo paso pero consigo llegar a clase de Lidia. Como yo esperaba sigue dentro, recogiendo sus cosas en la mochila mientras habla animadamente con un par de chicas. Seguramente no haya ni pensado en mi. Pero yo no he podido parar de pensar en la decepción que había en su voz. Me da igual si ella estaría mejor lejos de mí, no quiero perderla por no disculparme.

- Lidia- mi voz interrumpe su conversación sobre el partido que van a tener el sábado. Lidia simplemente levanta la cabeza. Ni sonrisa reconfortadora ni un gesto con la intención de acercarse. ¿Qué tan malo he hecho?- Lo siento.

Sus amigas se van de la clase murmurándole algo antes de pasar por mi lado con la cabeza agachada. No aparto mis ojos de los de ella. Al contrario que muchas personas ella me sostiene la mirada, sin miedo.

- No puedes seguir así Anas. Pareces una roca- y aunque en la situación sea inapropiada no puedo evitar una pequeña sonrisa.

- Ya no soy la misma.

- Yo tampoco

Un silencio se expande por el aula en la que nos encontramos. Ambas somos conscientes de cómo han cambiado las cosas, de cómo hemos cambiado nosotras. Espero a que ella diga algo. Yo le he pedido perdón y necesito una respuesta. Aunque no quiera admitirlo no soportaría perderla a ella también. Acaba suspirando colgando su mochila en un hombro.

- Te perdono Anas- pasa un brazo por mis hombros cuando llega a mi lado, agradezco el gesto- No puedo evitar hacerlo.

- Me gusta que no puedas evitarlo- sonrío desordenándole un poco el pelo, gesto al que responde soltando mis hombros- No sé qué haría sin ti.

Sale tan rápido de mis labios que Lidia se para en el pasillo sonriendo, yo también me paro sin quitar la vista de sus ojos.

- Supongo que por cosas como estas sigo siendo tu amiga.

- Supongo- digo encogiendo los hombros.

Al despedirnos le cuento que me han castigado así que tendré que quedarme un rato más en el instituto. Ella asiente despidiéndose con un beso en mi mejilla y un "hasta luego". Antes de volver a entrar saco un cigarro y le prendo fuego. Me han castigado, esta mañana he dejado aun tío en mi cama, he metido a DD en una pelea y tengo que quedar con un niñato para hacer un trabajo. En definitiva la vida no me puede ir mejor, nótese la ironía. Veo como el humo del cigarro desaparece y sé que tengo que volver dentro.

Al llegar a la biblioteca me tiró en una silla junto a DD, que está entretenido jugando con el móvil. Hay un par de chicos más en la habitación, pero no conozco a ninguno y tampoco tengo ganas de hacerlo. El director llega y me llena de sorpresa que detrás entra Saúl; el director se dirige a una habitación contigua cerrada con llave. Se sienta mi lado. Me quedo sin palabras y antes de que pueda encontrarla oigo la risa de DD.

- Mira a quien tenemos aquí- deja el móvil encima de la mesa y se inclina hacia delante para poder mirar a Saúl- ¿Cómo está tu nariz?

- Bien- agacha la cabeza- Gracias por ayudarme.

- No lo he hecho por ti- acompaña la frase con una sonrisa y Saúl frunce el ceño. Me acomodo en la silla disfrutando de la situación- Lo he hecho por esta de aquí- me señala de forma descuidada.

- Tengo nombre.

- Pero no quieres que nadie lo utilice, ¿que culpa tengo yo?- hace como si no me comprendiera y es de los pocos que lo hace. Le doy un golpe amistoso acompañado con una sonrisa. Me giro hacia Saúl con un suspiro.

- ¿Qué haces aquí?

-Quería compensaros la ayuda- cierro los ojos y me los froto frustrada.

- Ya te he dicho que no me debes nada.

- Discúlpala- DD interviene y le fulmino con la mirada- Es un poco antipática a veces.

- No soy antipática- me ignora.

- Agradecemos tu gesto- me cruzo de brazos. Esta vez DD me mira a mí- ¿Algo que objetar Reina?

Le sostengo la mirada y después observo a Saúl. Está sólo, únicamente quiere ser aceptado y hacer algo por las personas que le han ayudado. No quiero tener que comprometerme con él. Se irá, me hará daño, cómo hicieron mis amigas. Yo no necesito más amigos, pero sus ojos tristes y no puedo evitar suspirar otra vez.

- Nada que objetar.

De reojo veo la sonrisa de Saúl, pero fijo mi vista al frente y no la vuelvo a apartar de la estantería hasta que aparece el director con un papel en una mano.

- Anastasia, Saúl y Daniel- Saúl se levanta de  la silla como un resorte, lo que hace que DD se ría y yo me arrepienta de haber aceptado que se quede- Reorganizaréis los libros de la biblioteca durante la semana de castigo.

Ya no oigo las tareas que les encarga a los demás, entierro mi cara entre mis brazos apoyados en la mesa. Mi tío me va ha matar en cuanto se entere. Noto un pequeño toque en el hombro derecho, ladeo la cabeza y a la misma altura tengo la cara de DD con una sonrisa.

- El director y el resto de castigados se ha ido. Estamos una hora y nos vamos.

Asiento con pesadez. A continuación me levanto y espero a que DD y Saúl se pongan de acuerdo en como organizarnos. Me da completamente igual lo que haga cada uno mientras a mi me dejen en paz. Acaban adjudicándome los autores de la A. 

La hora pasa, al ritmo de la música que suena en la radio y las conversaciones en las que no participo.

ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora