Sail away to the other side

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Aquí la muerte es celebrada. La creencia en el más allá se encuentra tan arraigada que las pérdidas no son tomadas como un hasta nunca sino como un hasta luego. De acuerdo al tipo de ritual elegido, se envían las intenciones para el viaje que ha de emprender el alma. Las diferencias de método, estriban en la clase social del difunto o en su última voluntad.

En en el caso de la aristocracia, la norma consistía en un ritual doble, de invocación y transmigración. Durante nuestra formación, como aspirantes al trono, fuimos instruidas sobre cada detalle. Incluso aprendimos un par de palabras en el idioma antiguo de los primeros habitantes del mundo. Estaba segura de que esta sería nuestra prueba de fuego.

A la noche, luego de ponernos la capa de luto, nos acoplamos a dos filas de figuras oscuras enfrentadas. El aire corría entre nosotros mientras agitaba nuestras largas vestimentas, dándonos la apariencia de una horda de espectros.

Dos centauros iban de un extremo a otro. Recuerdo haberlos visto de niña, pero estos eran de otra especie o quizá se trataba una única raza que aquí se hallaba corrompida por su pacto con los dioses del inframundo. Su larga cabellera negra se encontraba trenzada y tenía una punta de flecha sujetada al final. Al pasar a mi lado pude sentir su roce y me pregunté si tenía alguna clase de propiedad mágica.

Cuando llegaron cerca del Rey, elevaron unos cuernos gigantes y los hicieron sonar por un minuto. Luego volvieron a abrirse y acompañaron la pequeña procesión. Mientras esto sucedía, nos tomamos de las manos y fuimos abriendo las filas hasta formar un círculo perfecto.

Unas voces comenzaron a surgir desde el bosque que nos rodeaba, los cuervos encantados se fueron acercando hasta quedar apoyados en los árboles más cercanos a nosotros. Fue la primera vez que los vi, aunque ya los conocía por los relatos que circulaban en la historia del reino.

Se decía que el primer rey oscuro adoraba la música, así que mandó a buscar a los seres con las voces más bellas de todo el mundo conocido. Los tomó a la fuerza y los obligó a cantar para él durante cada uno de los muchos días de su existencia. Su coro era un regalo y una creación de los dioses, entre los que él se consideraba presente. Por lo que se cansó de su apariencia tan diversa y terrenal, y los convirtió en cuervos. Sin embargo no se parecían a los animales, ya que la transformación no fue completa. Sus ojos eran la prueba de la poca humanidad que les quedaba. Y ahora se dedicaban a servir a su hijo, con la esperanza de que este reviertiera el hechizo en alguna eternidad cercana.

Volviendo mi atención al círculo, confirmé que desconocía a los que se ocultaban tras la vestimenta de duelo, cuando debido al viento pude ver un par de rostros con apariencias extrañas. Los cuadrúpedos quedaron fuera de la estructura.

Una vez que todos estuvimos en nuestros respectivos lugares, el Rey se dirigió hacia el centro, donde yacía su difunta esposa, sobre un féretro plateado recubierto de piedras preciosas y huesos tallados. La tomó del rostro y se inclinó para besar su frente.

Allí se quedó, en lo que parecía ser un largo adiós. Mi sorpresa fue grande cuando vi cómo el cuerpo se iba tornando cada vez más pálido y consumido. A los pocos segundos parecía un cadáver viejo. No estaba descompuesto, lucía como si hubiera sido momificado.

—Vida por muerte —gritó con la voz grave.

Todos repetimos tres veces la frase, con la misma intensidad.

El círculo se abrió y pasaron tres seres diferentes que tenían rostros humanos. Una criatura del bosque, con cuernos que habían sido recientemente cortados porque le sangraba la cabeza, una criatura de los pantanos, con grandes pliegues de piel, cabeza redonda y sin orejas, y una criatura de las montañas, con garras en manos y pies. Todas se encontraban desnudas.

Se arrodillaron e hicieron una reverencia apoyando sus frentes en el suelo rocoso. El rey sacó una daga de su manga y la elevó sobre su cabeza.

—Vida por muerte —repitió.

Todos lo seguimos.

—¡Vida por muerte, vida por muerte, vida por muerte!

Sin vacilar, y con gran precisión, la bajó a toda velocidad para clavarla en la nuca expuesta de una de las criaturas. Después la retiró con la misma destreza. El ser se desplomó y un líquido oscuro comenzó a salir por la herida.

Los dos restantes seguían en su posición de entrega. Estoy segura de que sabían lo que les esperaba y aun así no se retractaron en ningún momento. Con igual habilidad, el rey repitió lo mismo. Pronto se halló rodeado de una laguna negra que parecía saber hacia donde dirigirse.

—¡Muerte por vida!

—¡Muerte por vida, muerte por vida, muerte por vida!

Pude ver a Kaya conteniendo las náuseas ante el espectáculo que componía el ritual. El líquido comenzó a trepar por las piernas del soberano, cubriéndolo de un negro diferente al de las prendas. Pronto llegó hasta su cintura y allí pude ver con más claridad que no solo lo revestía sino que penetraba en su cuerpo y este lo recibía como si se tratara de la lluvia ante una sequía.

El rey levantó el rostro hacia el cielo y abrió los ojos, completamente negros. Abrió sus brazos y comenzó a recitar algo incomprensible para mí.

De a poco había perdido de vista a los cuervos, aunque no dejaba de escucharlos. Una densa niebla cubrió el espacio de los alrededores y el suelo. Parecía que flotábamos en medio de la nada y que la tierra se movía. Las manos que sujetaba en la cadena me apretaron con fuerza cuando oscilé hacia atrás. Me sentía débil.

Intenté no verlo. Esperé que esto no fuera el pan de cada día en la vida del castillo. El rey era una masa amorfa de una sustancia negra que no dejaba de fundirse con su cuerpo.

Y de repente, en un instante, el líquido fue redirigido hacia la momia que yacía en el féretro. Esta comenzó a moverse. Se sentó con la agilidad de una persona sana. Desde allí nos observó a todos. Sentí la transpiración cayendo en mi espalda cuando se concentró en mí. Sus ojos, al contrario de su amado, eran blancos.

Se levantó y caminó hasta su esposo.

—Tres te acompañan. Tres más te despiden. Reina otros mundos, viaja lejos y no nos olvides.

La figura casi esquelética se inclinó ante el rey quien le quitó la corona. Luego apoyó la frente en el suelo en un símbolo de respeto y se levantó. Las tres criaturas sacrificadas también se incorporaron y la siguieron.

El rey se hizo a un lado para dejarlos pasar. El círculo se abrió Y detrás de todos aparecieron los centauros con sus lanzas cruzadas para evitar el paso.

El soberano levantó su brazo y las armas fueron retiradas. Los tres cadáveres atravesaron el portal y se perdieron en la niebla.

—Hoy... se va una reina. Mañana celebraremos una nueva coronación.

Tras decir esas palabras, nos miró a mi hermana y a mí. Sus ojos recuperaron su color azul mientras mi vista se tornaba tan negra como la noche, hasta que caí inconsciente.

VarekaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora