Capítulo 21

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Holas, estamos llegando al final de esta historia, le falta muy poquito, porque como les había comentado, la reduje un poco para poder terminarla. En todo caso, creo que con esto vamos a crear un poco de controversia, ustedes dirán qué les parece...

Abrazos gigantes.

A.

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Capítulo 21

You know I love you,
You know I care,
With you, my new heart I want to share,
Darling I need you,
With all your heart and soul,
To know that I want you, and I'll never let you go,
But forgive me,
Please forgive me,
Please forgive me,
For I knew not what I was sayin'.

I'm Sorry / Bo Diddley

James POV

Estaba desesperado, impaciente, paranoico... Era como si mi alma estuviera expandiéndose lenta pero inexorablemente para absorber la de Isabella, y yo mismo ya no cabía dentro de la carcasa terrenal que era mi cuerpo. Sé que es difícil de entenderlo para quien no lo ha vivido, pero literalmente quería arrancarme la piel a jirones para escapar de la inquietante sensación que me embargaba: Mi naturaleza obsesiva se estaba manifestando con más fuerza que nunca, haciéndome aferrarme a ella, a seguirla con la mirada, a tocarla todo el tiempo, a respirarla, lamerla y beberla.

Ella, que lo era todo... Todo lo bueno, todo lo real...

Ella, mi mujer.

Pensé que todos mis miedos se esfumarían cuando Isabella se convirtiera en mi esposa, pero la unión no había hecho más que acrecentarlos cuando caí en cuenta de que nuestro estado civil era en realidad intrascendente, ya que nada me aseguraba que ella no desaparecería frente a mis ojos como un hermoso espejismo, sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo.

Y claro, fue en esos días que encontré las huellas de la hembra vampiro que resultó ser Victoria, la que según Isabella se convertiría en mi compañera en el futuro.

Inconcebible. Ridículo!

Desesperado por resguardar a mi mujer, como un cobarde decidí que lo mejor era huir... Después de todo era lo razonable, ya que Isabella no tenía forma de sobrevivir un encuentro con esa hembra y su extraña fijación conmigo.

Pero a pesar de que traté de mover a mi esposa cada día y de cambiar de hotel tan seguido como nos fue posible dadas las condiciones climáticas, la perra de Victoria siempre logró encontrarnos, tentándome, desafiándome, haciéndome buscarla, y en definitiva alejándome de Isabella cuando debí estar a su lado, protegiéndola.

Por supuesto la razón por la que me arriesgaba y salía de nuestra cama cada noche abandonando el calor del cuerpo de mi mujer, era porque ya estaba harto del juego macabro, y había decidido terminar de una vez con el problema. Victoria por su parte, parecía pensar que a fuerza de paciencia y de ofrecerse de las más creativas maneras, lograría conquistarme.

La hembra y yo no tuvimos una comunicación real, o no verbal al menos; todo entre nosotros era una serie de provocaciones mortales que implicaban escondidas y engaños, en las que a veces yo casi llegaba a rozar su piel para luego perderla como agua entre mis dedos. Nunca dejé de saber dónde encontrarla, en ese sentido mis instintos no fallaban, pero gracias a algún tipo de don ella era imposible de capturar, lo que celebraba riendo con voz infantil de cada uno de mis humillantes fracasos.

El Tiempo En Una BotellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora