Shango Khamal estaba calentando en el piso superior, donde se encontraba el "palco", que daba al ring unos 7 metros mas abajo.
Su rival había salido al cuadrilátero hacía unos pocos minutos, ahora era su turno.
Estaba nervioso, aunque era un hombre valiente, esa noche sentía miedo. Estaba ayí por obligación y también por necesidad económica.
Unas gotas de sudor frio recorrieron su rostro, lentamente, bajando por sus mejillas pintadas de blanco.
Shango era africano y toda su vida había crecido escuchando y observando a su abuela, una amante del Voodoo, hacía ritos y rituales de todo tipo relaccionado con ello.
-El Voodoo a sido usado por nuestra raza desde tiempos inmemorables, siempre ha hecho daño a los enemigos que han querido hacernos daño a nosotros- le decia siempre aquella anciana mujer.
Shango recordaba siempre las sabias palabras de su abuela, sabía que en ese espantoso lugar habría
enemigos dispuestos a hacerle daño, asique por eso, como protección y también en honor a su memoria, había optado por adoptar la apariencia del Barón Samedí.
Tenía en el rostro una calavera perfectamente dibujada en color blanco, vestía solo un chaleco negro y unos pantalones del mismo color y en su cabeza, descansaba un sombrero de copa.
Su aspecto tenía algo que perturbaba y a la vez intimidaba, pero todos los luchadores de La Nave lo tenían también.
La música de carnaval brasileña con la que hacía su entrada Ridinho dejó de sonar y el ruido de la gente gritando y aullando su nombre invadió el recinto.
Era su turno de bajar por primera vez esa escalera que separaba su cuerpo de aquella jaula del dolor.
Frente a el, sentado elegantemente, mientras fumaba, bebia y observaba los combates, estaba Tony Di Lauro, el capo de la mafia que controlaba aquel lugar le miraba, Shango ya le conocía.
Comenzó a sonar la música que el había elejido para hacer su entrada de ahora en adelante, "Dear Mama", del difunto rapero Tupac.
Esa canción le calmaba, siempre lo había hecho y se sentía seguro y reconfortado al oirla.
Comenzó a bajar los escalones hacía el cuadrilátero, lentamente.
Su mente aún se mostraba reacia a creer lo que estaba haciendo, se estaba acercando con cada paso a una jaula, donde solo podria salir de tres formas, herido ganador, perdedor hecho trizas o muerto.
Al bajar el ultimo peldaño lo que vió frente a el lo intimidó mas que nada en toda su vida.
El público lo miraba gritando a viva voz, algunos aclamaban a su rival, otros solo le insultaban.
Vió los bidones llenos de madera ardiendo, calentando La Nave y a las personas que había dentro, tiñendo todo de luces anaranjadas.
Vió La Jaula, las verjas oxidadas de hierro que la componian. Cuando ya estubo lo suficientemente cerca, observó el interior, su duro suelo de asfalto plagado de manchas secas y algunas mas frescas de sangre, las tablas de madera, litronas y demas basuras que poblaban el suelo, esperando ser usadas como armas... y su rival. Ahí estaba su rival, Capoeira Ridinho, sonriente le veía acercarse al ring mientras daba pequeños saltos calentando sus extremidades.
Entró a La Jaula por la chirriante puerta, el asfalto dúro le enfriaba sus descalzos pies, avanzaba a paso lento, observando todo a su alrededor.
Se colocó frente a su rival mientras la voz de Tupac finalizaba la canción.
Capoeira ridinho le miró sonriente y le tendió la mano, Shango la apretó con fuerza e intentó devolverle el gesto, pero le salió una media sonrisa falsa y forzada.
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Luchador
AksiUna antigua nave en cuyo interior se organizan los combates mas extremos. Sangre, dolor, golpes y muerte es lo que busca ver el público. Ganar dinero y fama, los luchadores. Esta novela nos cuenta los dramáticos y brutales encuentros entre esos guer...