Ira

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  [Lysandre]

Sin ti que eres el frío que decelera mi venganza, calma que escapa entre mis dedos como vuelan las ideas cuando uno las llama sin recordar su verdadero nombre. Sin ti calma, el mundo se convierte en espirales de polvo y ganas de sangre salpicada. Todo merece ser golpeado, o al menos eso dicen mis entrañas. Todo merece ser quemado o eso exige mi alma. El tiempo arde en mi contra mientras trato de aferrarme a algún resquicio de eso que hace un instante era mi coartada, mi fachada de joven que usa más sonrisas que dagas, mi forma de escaparme por las esquinas de este mundo que parece pudrirse más y más con cada paso que imagino, como si fueran sus bordes lo que arde y no mis posibilidades.

Pero es tarde, en mi retina Castiel desaparece tras una puerta, miradas verdes a su paso y entiendo una vez más que no es la ambición sino la envidia lo que da forma al mundo. La sangre se congela en mis venas con la rapidez de un rumor en una corte de deseos reprimidos demasiadas. La humanidad es mediocre y lleva la hipocresía como bandera, ni me tienta ni me humilla pero mientras la realidad se llena del veneno de sus miradas y el odio de sus sonrisas en mi se matan las ganas de arrancarme esa parte del pecho que se deja afectar por semejante atajo de indeseables. No merecen mi energía, mi desdén ni mi nombre junto al suyo en una misma frase, no después de dedicarse a llenar el aire de acusaciones, desprecios, risas crueles y etiquetas escritas con prejuicio. No después de compensar su falta de de valor y personalidad cosiéndose a otros para crear la ilusión de que pertenecen a algo más que al vulgar fango, de escudarse en falsos lazos para atacar a aquellos que tienen reflejo propio.

Mi ira no es el fuego en el que arde Castiel, no la furia huracanada de Rosalya, no, mi ira es como un cuchillo cargado de vientos de hielo y promesas de muerte en una mañana de primavera. Mis huesos están calados con el desprecio y la intolerancia que los míos reciben por el hecho de bailan de otra manera, de sentir en otro tono, de brillar con propia luz, mi alma rebosa el odio que no me cabe dentro porque sentir que ellos me llegan es más de lo que puedo permitirme. Basta un chasquido de lengua insensata y es entonces cuando la ira fluye rápida por mis venas, la noto acuciante, espesa entre los pliegues de mi conciencia, filtrándose por cada grieta y alcanzando los recovecos más profundos de mi cuerpo y de mi alma. Es fría, calmada, sólo juega partidas bellas y no repara en gastos a la hora de preparar el tablero, dispuesta de reducir a polvo y gemidos el mundo de aquellos insensatos que pican demasiado en el hielo de mi máscara.

Vivir en esta etapa es contar los despertares hasta que pueda deshacerme de este decorado lleno de envidia y de carroña, esperar hasta que la luna se llene de tinta y vino y mi mundo se alinee con realidades más amables que esta que me desangra a cada paso. Esperar, si esperar. Resistir a duras penas en el filo que supone no estallar, no descubrirme no revelar que el pecado que me inunda no me ahoga sino que me enciende, que la Ira no es mi monstruo sino uno más de los reflejos que bailan en mi mente. Salir al mundo, bailar este día, pasarme la mano por el cabello y cargar mis tintas y sonrisas mientras encuentro el nombre de Calma en la comisura de mis labios y la llamo, y me besa y sé que hoy la luna encontrará el mundo de una pieza.  

Seven Sins [CDM 7Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora