final "normal"?

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—¡bah!—grite harta mientras me acomodaba en el cuarto de Tyler.

—ya deja de quejarte linda-escuche en mi mente, frunci el ceño y voltee a todos lados buscando de quien era esa voz.
Entonces me desmaye sin razón aparente.

Me desperté pero esta vez al abrir los ojos vi un techo blanco, voltee a un lado y solo vi una pared, estaba en una cama con ruedas, levante la vista y vi a un sujeto con cubrebocas.

—¿donde estoy—pronuncie con la garganta seca.

—silencio paciente 777.

¿777?, ¿donde estaba?, ¿quien era ese sujeto?.

Entonces me metió en un cuarto, me baje de la cama lo más rápido que pude y comencé a correr con todas mis fuerzas entre el laberinto de pasillos blancos, voltee y me di cuenta que había una de tantas puertas, pero esta me llamo la atención decidí acercarme, era de metal, me asome por la pequeña ventana que dejaba ver el interior y fue cuando caí en cuenta que estaba en un hospital psiquiátrico, dentro de la habitación estaba un pelirrojo. Dominik.

—¡Dominik!, ¡abre la puerta!—este se limito a levantar la mirada a mí y en sus ojos grises pude ver que se había rendido y con los labios dijo; "la aventura termino", luego se levanto de la cama y cerro la ventana, retrocedí y voltee a varios lados entonces vi a una castaña caminando por un pasillo.

—¡Deina!—corrí hacía ella, me vio y bajo la vista.

—el demonio rubio nos hizo esto—susurro y siguió caminando, yo me quede parada desconcertada.

Luego al volver a voltear para buscarla me tope con un rubio paseándose lastimeramente por el pasillo.

—¡Link!—corrí a el y este no me volteo a ver solo susurro.

—no se que hacemos aquí—luego siguió caminando de la misma forma que antes.

—¿¡que esta pasado!?—grite con impotencia, me deje caer de rodillas pasando mis manos por mi cabello varias veces, entonces llegaron tres enfermeros, uno se me aventó encima y entre los otros dos me ponían una camisa de fuerza—¡no estoy loca!, ¡dejenme ir!.

—si tu pequeña hermosura no estas loca entonces yo soy batman—dijo uno de ellos burlándose de mi, entre los tres me cargaron y llevaron hasta una puerta con demasiada seguridad, la abrieron y me aventaron dentro.

—¡no!, ¡no estoy loca!—entonces cerraron la puerta dejando mis gritos encerrados entre cuatro paredes.

Narrado por la autora

Para tener 18 años Rangel era mentirosa y traicionera, esta sonrío abiertamente al ver que Leati yacía en el piso gritando que no estaba loca, dio media vuelta, sus tacones rosados hacían eco en todo el hospital, entonces salió del lugar, se subió a su combertible negro y manejo hasta donde pertenecía, el infierno, con su verdadero padre y madre.

—los finales felices no existen—musitó saliendo de su auto y entrando a la cueva donde toda la maldad se encontraba concentrada.

                       Fin.

Ángeles Y Caídos (EN REEDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora