Ese Niño

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—¿Listo?

—Sí, señora Baek.

—Muy bien, he llamado a esta reunión porque debo felicitar a mis dos mejores chicas –empezó a dar su discurso Eun. Darlene rodó los ojos y Lilith suspiró —. Deberían aprender de ellas, cada vez se vuelven más poderosas e ingeniosas. Darlene Nash y Lilith Connor, las felicito. Seguro deben estar cansadas, pues vayan a recostarse un rato, porque necesito hablar con ustedes sobre su próxima misión –con eso dicho, despachó a Darlene y a Lilith.

Darlene empezó a caminar por el pasillo, pensando en lo que le había ocurrido cuando intento usar su habilidad en ese niño. Había sentido como la había bloqueado, cómo un escudo o algo parecido. No dejaba de pensar en ello, no lo había comentado con su mejor amiga, porque seguro era un error de su poder.

Sacudió la cabeza mientras entraba a su habitación.

Edrick se encontraba sentado en su cama, viendo a Darlene con un poco de temor. Él sabía que la habilidad de su hermana era sorprendente y escalofriante a la vez. Nunca dejaba de repetirse que no podía meterse en su mente ni en su control.

Darlene lo miró con fastidio y se dirigió a su cama que estaba a varios metros de la de su hermano. Se quitó el bolso de encima, la sudadera y sacó los audífonos de su bolsillo, dejando que la música se la llevara a otro lugar mientras se acostaba y ponía la manta encima de su cuerpo.

Edrick la miró con una sonrisa. Siempre hacia eso después de llegar de una misión. Recordó cuando su melliza había vuelto de su primera misión, ella no había podido ni dar un paso más. Él la cargo y la llevo a su cama, viendo como ella sacaba sus audífonos y se perdía en esa música.

Darlene despertó dos horas después, se quitó los audífonos y vio cómo su cuerpo empezó a brillar. Una corriente eléctrica se situó en su cabeza, dejándola sin nada. Vacío, solo sentía un vacío en su mente.

Sienna se encontraba de pie, a un costado de la cama de Darlene, dándole una sonrisa de disculpas.

—Se me olvido hacerlo antes de que te durmieras –Darlene se levantó con una pequeña molestia.

Sienna tembló al ver como Darlene la miraba. Ella le temía, aunque casi nunca lo demostraba. Sienna tenía la habilidad para borrar la mente de las personas. Eso mismo había hecho con Darlene desde que había entrado al Círculo Eleven. Ella se encargaba de borrarle todo lo que había hecho en las misiones. También era a la única que podía hacerlo. La Majestad Baek sabía exactamente que Darlene era especial. Era Perfecta. Así que debía hacerle olvidar todo lo que hacía en las misiones que ella la mandaba.

—Largo, necesito ponerme algo más cómodo –dijo Darlene fríamente.

Sienna tragó saliva antes de asentir e irse.

—No deberías hacerle eso a Sienna, ya debes saber que te teme –dice Nova entrando a la habitación.

—Solo disfruto eso, Nova –dice Darlene encogiéndose de hombros.

—¿Algo ocultas? –pregunta Nova viendo algo en su mirada.

—Recuerdo un niño, solo eso. Algo extraño está pasando conmigo, Nova –confiesa Darlene con algo de temor.

—Tranquila, veremos cómo podremos averiguar que sucede contigo –Darlene suspira, un poco aliviada —. Ahora debes quitarte esa mugre, ya se está haciendo la hora para tu reunión con la Majestad Baek –agrega Nova antes de salir de la habitación.

A ella también se le hacía raro que Darlene recordará algo sobre la misión. Debía hablar con Lilith, las dos sabían cuan fuerte y poderosa era Darlene, por eso la protegían de ella misma.

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