Pensamientos Profundos

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Darlene se sentía devastada. Cada pensamiento coherente se había deshecho de su mente. No quería llorar, no quería sentir. Estaba cansada de tanto dolor.

Caminó de regreso a su habitación, Edrick se había quedado conversando con Lilith, y Lennox estaba con Frederick.

Entró y se recostó sobre su cama, se cubrió los ojos e intento con todas sus fuerzas no sacar la presión de su pecho, que se le hacía más difícil.

Anne, lo lamento. Debimos escuchar a Edrick cuando dijo que tenía un mal presentimiento. Tenía la sospecha de que el había estado desarrollando su otra habilidad, pero tú no convenciste, y es tan duro sentir esto –pensaba Darlene empezando a derramar algunas lágrimas.

De tanto sollozar, Darlene se quedó completamente dormida.

Kenneth aprovechó esa parte vulnerable de Darlene y entro a su habitación, convirtiéndose en forma humana. Se acercó lentamente a ella y al inclinarse, le acaricio el cabello.

—Lamento que esto haya ocurrido, fue mi error –decía Kenneth intentando ser fuerte —, y me siento muy culpable. Perdóname, Darlene –le deposito un beso en la mejilla mientras continuaba —. Ahora si estoy seguro de ir en contra de mi madre, ahora ella va a saber quién es Kenneth Baek. Nadie lastima a la mujer que amo y cuenta para vivirlo. No importa que sea mi madre, ella debe pagar. –le prometió Kenneth volviéndose de nuevo en neblina y saliendo de la habitación de Darlene.

Tengo por qué vivir, y eso es lo más importante –pensó recordando al niño a quien había defraudado.

°°°

Dos días después, al fin Lilith había conseguido que Edrick fuera a una cita con ella.

Allí se encontraba, mirando en el espejo de cuerpo entero que estaba en su habitación.

Lilith se había alistado perfectamente. Llevaba un conjunto marfil y suéter de color claro. Su cabello negro un poco ondulado caía sobre su espalda en forma elegante y su sonrisa de felicidad no se le borraba de la cara.

Había soñado con este día desde que se había dado dé cuenta de sus sentimientos por Edrick, aunque debía confesar que había tardado más de lo necesario.

—Tranquilízate Lilith, es solo una cita –se dijo a si misma mientras su corazón no dejaba de latir fuertemente sobre su pecho.

Tocaron la puerta al ella empezar a tener unos pensamientos que eran profundos. Sacudió su cabeza y se dirigió hacia la puerta, al abrirla, se quedó sin aire.

Edrick estaba frente a sus ojos en unos jeans azules, una camiseta blanca que era físicamente doloroso apartar sus ojos porque dejaban ver sus hombros y brazos, y una chaqueta oscura colgaba de sus hombros. Lilith no se había dado de cuenta que Edrick era alto, de hombros anchos y musculosos, debía fijarse más en él. Aunque noto su rostro bronceado y sus verdes ojos que hicieron que el estómago de Lilith se tambaleara violentamente, y su agarre en la puerta la mantuvo de pie para no caerse.

—Hola –le saludó Edrick sonriendo, aunque algo en él le gritaba que lo que estaba haciendo estaba mal.

—Hola, Edrick –le saluda Lilith devolviéndole la sonrisa.

—¿Nos vamos?

—Si, por supuesto –le dice Lilith yendo a su cama.

Tomó su cartera y se dirigió hacia Edrick que la esperaba pacientemente. Ambos se tomaron de la mano. Aunque Edrick se sentía extraño, como si ya no estuviera perteneciendo allí. No se sentía seguro. Es como si una culpa le estuviera carcomiendo sin el saber el porqué.

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