Capítulo 9

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La luz que entra por la ventana me saca de los sueños. Abro los ojos con pereza y miro hacia mis espaldas, Itachi sigue profundamente dormido. Me sorprende que esté todavía en la cama, pero se ve tan cómodo, tan libre de que pueda tocarlo.
Sus labios delgados están ligeramente abiertos, su cabello está alborotado, y sus ojos cerrados. Siento la tentación de tocarlo, pero se ve muy dormido, como un niño.
Salgo despacio de la cama, y veo su camiseta tirada en el suelo, la tomo y me la pongo encima, me cubre hasta los muslos, como si fuera un vestido. Busco mis calzoncillos por la habitación, y me los pongo. Voy al cuarto de baño, y quedo sorprendido, es un cuarto demasiado grande para un solo hombre, ¿para qué necesita tanto espacio?
Me miro en el enorme espejo de cuerpo completo y me estremezco. Me siento diferente, me veo diferente. Acabas de darle tu virginidad a un tipo sádico que parece estar loco, grita mi subconsciente.
Cállate, yo sabré lo que hago, ¿ahora quién es el loco? Frunzo el ceño, y busco un cepillo de dientes junto a la pasta. Abro el grifo del agua fría, y me lavo la cara. Me siento adolorido, mis músculos de todo el cuerpo están cansados como si hubiese hecho ejercicio.
Salgo del salón de baño, e Itachi sigue dormido, me quedaría observándolo todo el día pero tengo otras necesidades. Busco mi teléfono entre la ropa, y lo tomo.
Abro la puerta con cuidado, y salgo en silencio de la habitación, no me puse zapatos para no hacer ruido con escándalo.
Entro a la cocina, y me siento intimidado, es muy moderna y amplia, como todo lo que existe aquí. Debo preparar el desayuno para ambos, seguro que también él se levantará hambriento.
Reviso el refrigerador, y me sorprendo al ver tanta comida en él. ¿Todo esto para un hombre? Esa pregunta pasaba una y otra vez en mi cabeza.
Es difícil decidir qué comer, teniendo tanta comida en el refrigerador, pero después de todo, decido hacer hotcakes bañados en miel pura de abeja. Es algo muy dulce para empezar el bonito día, o al menos, para mí, el día es espléndido.
Dejo el móvil sobre la mesa, pero antes, enciendo el reproductor de música.
La música también me ayuda a alejar mis pensamientos más profundos, los cuales me atormentan desde que me puse en pié.
Itachi, no es el hombre ideal, no es romántico, no le interesan las historias de amor. Es todo lo contrario a eso, y aún así, me siento atraído por él. No me agrada el sentido en que tengo que ser su sumiso, pero mi Dios interior pide a gritos que lo acepte, necesito pensarlo durante mucho tiempo.
Haciendo eso a un lado, me siento muy satisfecho. Vine aquí para irme a la cama con Itachi, y lo logré, no de una manera romántica, pero lo hice. Genial, soy genial.
Comienzo a recordar la noche anterior, mis músculos se tensan doloridos y suelto un chirrido.
Busco el sartén, y las cosas necesarias para cocinar. Giro el cuerpo hacia el pretil de mármol, y me encuentro con Itachi sentado en un taburete, con ambos codos apoyados en la barra, y la cara apoyada en las manos.
Parece estar divertido.
Me quedo quieto, y me pongo rojo. Recupero el aliento, apago el mp3 e intento mirarlo sin vergüenza.

- Buenos días, Señor Hyuga, parece que se ha levantado de muy buen humor ésta mañana.- Me dice en un tono frío.

- He dormido..bien.

Él intenta disimular una sonrisa.

- Ya me imagino porqué..

- ¿Tienes hambre?

- Mucha. - Me contesta con una mirada intensa. Creo que no se refiere a la comida.

Me encojo de hombros, y calmo mis nervios.

- No sé en dónde están los manteles individuales. - Digo serio.

- Yo me ocupo. Tú cocina. ¿Quieres que vuelva a encender la música para que puedas bailar?. - Me miro los dedos, consciente de que me estoy ruborizando. - No te contengas. Es muy entretenido.

Arrugo los labios, ¿así que te divierto? Mira, mi cerebro también se encorva de la risa. Al momento, Itachi está a mi lado, y observa mi cuerpo.

Un Maniático Del Control.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora