Capítulo 1: Necesito a mi amigo.

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Ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que lo había visto, todavía recordaba su promesa, pero me dolía el no poder recordar su rostro ni su figura era una imagen borrosa. Hasta ahora era esa promesa uno de los factores importantes que me hacían soportar en infierno por el que me hacia pasar Sarah.

Recuerdo que él me había propuesto irme con él, pero yo me negué rotundamente, hay veces me preguntaba ¿Porque lo hice? Luego levantaba la mirada y observaba la casa que mis padres habían conseguido con mucho esfuerzo, su protección fue la razón.

Siempre que salia al patio trasero a ocuparme de las pequeñas plantas que habían en el o cuando iba a lavar la ropa o el lampazo recordaba ese día y el mismo debate volvía a mi cabeza.

En viento primaveral soplo revolviendo me por completo el cabello y obstruyendome la vista de la ropa que me encontraba lavando.

Desde la muerte de mi padre Sarah se a encargado de hacerme la vida imposible, pues no podía matarme o abandonarme por el bosque para que los lobos me comieran o si no perdería todo el dinero que obtenía con mi presencia, y esa era otra de las razones por la que seguía aquí.

Escurri la prenda que tenia en las manos y la lance a un cesto cerca ¿Porque no teníamos una lavadora, si ahora la tecnología se encargaba de hacer los quehaceres mas fáciles? Pues porque yo era su lavadora personal. Solté un suspiro y empecé con otra prenda de la gran montaña que me faltaba por lavar.

-En verdad que es ahora que te necesito amigo - dije con la esperanza de que mis palabras llegaran a él.

Mis días y noches eran difíciles y aquí no tenia un apoyo, hay veces que pensaba que era mejor acabar con mi vida y así descansar de esto, y es cuando en mi cuarto aparece una pequeña flor igual a la que me había dado aquella vez diciéndome que él seguía allí. Yo recibía varias señales de su presencia y otra de esas era que había veces cuando estaba aquí me sentía observada, al principio era incomodo pero luego me acostumbre.

Al terminar de lavar hasta la ultima prenda tome el canasto y me dirigí a tenderles, otra vez en viento soplo haciendo que en mi rostro y ojos cayera tierra y hojas. Solté el alambre y me limpie la cara de forma torpe.

-Maldito viento primaveral - espete - solo ensucia la ropa y después me toca volver a lavarla.

-¡¿Donde estas chavala del demonio?! - grito Sarah desde dentro de la casa.

-¡Estoy en en patio! Maldita bruja.

La puerta trasera se abrió y Sarah salio hasta la pequeña acera.

-¿Como me has llamado maldita mocosa malagradecida? - preguntó - recuerda que soy yo quien te mantengo.

-Si, con mi dinero - comente a lo bajo.

-¡Cierra el pico y apurate a terminar con eso que tienes que hacer la comida! ¡Rachele esta a punto de llegar de su viaje! - dijo volviendo a entrar con un portazo.

Bufé, Rachele estaba a punto de volver de su viaje, viaje al cuál no pude ir por tener que mantener a estos puercos y ahora me tocaría hacer un trabajo escrito para no dejar la materia.

Termine de tender y me seque las manos en mi pantalón todo desgastado. Entre a la casa dándole una ultima mirada al bosque y me fui a hacer la comida.

Fue como a eso de las 4 que Rachele volvió a la casa con su aire de superioridad, aquel mismo que le habían creado sus padres, y nos sentamos en el comedor, les serví a cada quien su porción de comida dejándome a mi con una ración pequeña.

-Cuenta cariño ¿como te fue en en viaje? - pregunto Sarah.

Rachele volteo los ojos.

-Ya debes saber con me fue, nada sera diferente en mi vida, pues todo me sale bien.

Rachele era muy presumida, pero tenia razón en que todo le salía bien. Rachele era perfecta para los chicos de mi escuela, ella tenia una contextura delgada, su piel era pálida, sus mejillas estaban adornadas con unas cuantas pecas que le daban cierta figura adorable, sus ojos cafés y su cabello castaño y ondulado.

Sarah una mujer mayor con el pelo castaño, piel pálida y ojos cafés, en su rostro habían arrugas que marcaban su edad, una mujer odiosa igual que su hija; su esposo era un borracho de pelo rubio y muy descuidado, se puede describir con una sola palabra, parecía un vagabundo.

Después estaba yo, cabello azabache, de piel pálida, mis ojos eran de un color azul marino y de contextura un tanto delgada por falta de buena alimentación, Rachele era mas delgada que yo, ella era anoréxica. Mis padres en vida me decían que era hermosa, yo me sentía bien con mi físico, lo único que no me gustaba eran los golpes que se marcaban en mi piel y las costillas que se me llegaban a notar, todo esto causados por Sarah.

La cena termino y como siempre lave los trastes antes de subir a mi habitación, que no era nada menos que la azotea.

Esta estaba decorada con alguna de mis pertenencias, aunque tenían un aire lúgubre. Contaba con una única ventana redonda por la cual entraba poca luz y la única lampara que tenia emitía una tenue luz y costaba que encendiera.

Abrí un cajón del pequeño escritorio de madera que tenia y de allí saque un sobre, era una carta de mi padre en la que hablaba de mi, era parte del testamento que había dejado, lo había rescatado del fuego de la chimenea antes de que se consumiera por este un día en que Sarah trato de deshacerse de el.

Lo releí y lo apreté en mi pecho cuando terminaba de leerlo. Era la letra de mi padre, eran sus palabras de amor hacia mí, como siempre no pude evitar que unas lágrimas se escaparan.

En un momento sentí la presencia de alguien detrás mio, voltee a ver en dirección a la cama y allí estaba otra vez, mi amigo me había dejado otra flor.

-En verdad te necesito, amigo - susurré.

Arte del Amor Retorcido {Bloody Painter}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora