Un ojo negro y un ojo de gata

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Después de la "entretenida" pelea con los imbéciles de fuera le cambié el puesto a Caronte y pasé al interior de la discoteca donde, por lo visto, Hathor había decidido pasar de mi culo y no decirle nada a Bastet sobre la música. 

Solté un gruñido que por poco no hace mearse en los pantalones al chaval que me oyó y me encaminé a la barra en busca de algo fuerte para beber.

- Vaya cuadro tienes por cara, amigo - gritó Dioniso al verme acercarme - Te han dado duro, ehh

- Voy a ignorarte, por subnormal - le gruñí - Y no me han dado nada, no sabían pelear - 

Dioniso rio a carcajadas y me llenó una copa solo de absenta, con hielo picado, una rodaja de lima y una sombrilla floreada que tiré inmediatamente. 

- Joder tío. Con lo bonito que me había quedado... - protestó Dioniso

- ¿Hubieras preferido que me la hubiera puesto en el pelo? - le pregunté entre risas.

- Vete a buscar a alguien a quien tocar lo cojones, anda - bufó Dioniso

Me reí entre dientes y me alejé de la barra para dar una vuelta por la discoteca.

Para ser la hora que era estaba bastante tranquilo todo, la gente bailaba y reía y bebía, mucho, pero mucho.

Me senté tranquilamente en un reservado colocado en una de las tarimas y me puse cómodo, ya sabéis, los pies apoyados en la mesa de cristal, la chaqueta de cuero doblada a mi lado y en mi mano la copa de absenta. Me faltaba un cigarro en la otra mano y dos chicas haciéndome la pelota.

El único inconveniente que le veía a eso era que tenía un altavoz bastante cerca de donde estaba y la música me estaba taladrando los oídos.

- Hola -

Bastet se acercó al reservado y se sentó a mi lado. Al hacer esto el largo vestido blanco se le abrió hasta la altura del muslo dejando ver las cintas de cuero que llevaba atadas a la pierna.

- ¿Qué quieres, Bastet? -

- Que dejes de ser un puto gilipollas y que dejes de ignorarme -

Directa a la yugular, como siempre.

- Este juego lo empezaste tu,¿recuerdas? Me tuviste comiendo de tu mano durante todo el tiempo que quisiste y cuando te aburriste, me pateaste de tu cama. ¿Y ahora me vienes con esa chorrada de que quieres que deje de ignorarte? Aclarate de una puta vez -

Me levanté con la copa vacía en la mano.

- Ahora si a su majestad le parece bien, tengo que ir a sustituir a Caronte -

Cabreado me alejé de ella con la copa y la chaqueta.

Salí de la discoteca y Caronte entró. No estuve mucho tiempo solo ya que Wu se acercó medio tambaleante.

- Vaya pedo llevas, tío. Creí que estarías con el señor Yang - le dije

- Que va, se ha quedado en el casino en compañía de Artemisa o Freya, no sé, una rubia - contestó él.

- Sería Freya - le aclaré 

- Pues esa, la de las tetas - 

Solté un suspiro de resignación, Wu desde luego era sincero como él solo.

- Anubis - dijo Bastet saliendo por la puerta

- Joder, ¿qué quieres ahora, pesada? - 

- Hola, bombón - saludó Wu, apoyado en la pared.

- ¿Podrías sustituir a Anubis un momento mientras aclaro unas cosas con él? - preguntó ella mirando a mi amigo 

- Wu tiene más alcohol en el cuerpo que sangre y yo tengo que quedarme en mi puesto, me pagan por ello - le solté 

- Pero tú y yo podemos ir a algún sitio a hablar - dijo Wu mirándola y sonriendo como un idiota.

- No tengo nada de qué hablar contigo - le atajó Bastet

- Bastet, si quieres hablar, hablaremos por la mañana. Ahora déjame paz - 

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Por la mañana me levanté y por fortuna no había ninguna ninfa desnuda en mi cama, lo cual me alegró el día, hasta que me acordé de que me esperaba una charla con Bastet. Desde luego ella sí que sabía ser pesada. 

Me acerqué a la cocina y saqué una cerveza de la nevera, tenía un poco de hambre pero no había nada decente hecho y tampoco ganas de hacer nada. Así que cogí el teléfono y llamé a las cocinas del hotel.

- Hola Anubis - me saludó una voz femenina

- Hola Perséfone - la saludé contento de que no hubiera sido su madre quien cogiera el teléfono. - ¿Me harías un favor? - 

- Un desayuno marchando, me lo he imaginado cuando he visto que llamabas, Sif está ya en ello. - 

- Os amo a las dos - sonreí 

Ella se rio y se despidió. 

Colgué el teléfono y encendí la tele buscando algo entretenido para ver.

En ello estaba cuando sonó el timbre. Esta vez, Sif se había lucido, había tardado nada y menos en prepararme algo para desayunar. 

Abrí la puerta y me llevé una sorpresa al ver a Bastet sujetando una bandeja. 

- Espero que lleves ropa debajo de esa gabardina si no es así, por favor ve a ponerte algo de ropa - le dije cogiendo la bandeja de sus manos.

- Anubis, tú estas desnudo - señaló ella

- Es mi casa, mis normas. Si tienes algún problema, ve a cambiarte -  

- Prometo no quitarme la gabardina - 

Suspiré y la invité a pasar. 

Dejé la bandeja encima de la mesa y me dispuse a comer, mientras que ella se acomodaba en mi sofá, mientras estaba allí sentada me vinieron a la mente muchos momentos compartidos con ella en ese sofá que aparté de mi mente para centrarme en la torre de tortitas con nata y sirope de chocolate.

 - Anubis, yo... - 

- Sinceramente, no sé que esperas que salga de esta conversación, Bastet, todo lo importante que tenía que decirte te lo dije anoche. Tu y yo ya no tenemos nada que ver el uno con el otro y si has venido a pedirme que seamos amigos, te lo puedes ahorrar. Nos lo pasamos muy bien juntos y es lo único que nos queda. No hay nada más que decir - la corté

- Yo me refería a que me gustaría que las cosas volvieran a ser como antes. A que tú y yo podamos trabajar sin problemas - 

- Trabajar podemos hacerlo, al fin y al cabo en la discoteca apenas nos cruzamos, tu estás en la cabina y yo en la puerta. Pero volver a la relación que teníamos antes lo dudo, Bastet. Ahora si ya está todo aclarado me gustaría terminar de desayunar tranquilo - 

Bastet se levantó y se dirigió a la puerta.

- Una cosa más, Bastet. - le dije sin girarme a mirarla - Si habías venido desnuda con la esperanza de meterte en mi cama una vez más te informo de que eso no habría pasado - 

Bastet respondió cerrando la puerta. 

Pero claro, como no tengo intimidad, solo gente pesada que se cuela en mi casa, la puerta volvió a abrirse. Esta vez para dar paso a los pesados de mis amigos.

- ¿Qué le has hecho a la ojos de gato? - preguntó Loki - Parecía que estaba llorando

- Eres un cotilla, tio - le dijo Dioniso - Si Anubis quiere contarlo nos lo contará, sino nosotros nos callamos como putas y aquí paz y después gloria. - 

- Gracias tio - 

- De nada, hombre. ¿Para qué están los amigos? - contestó robándome una tostada con tomate y jamón - Ahora dinos, ¿por qué la ojos de gato se ha ido llorando? - 


Mytho*s (Un casino digno de los dioses)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora