Un día como otro cualquiera

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Salí del apartamento que consideraba mi casa en el ala privada reservada a los dioses que trabajamos en el hotel

Por la noche me encargaba de cubrir mi puesto junto a mis compañeros Caronte y Syn como segurata en la discoteca Inframundo o Valhalla dependiendo de la noche. Sin embargo durante el día me dedicaba dormir o a hacer encargos o trabajos en el hotel o en los casinos.

Bajé las escaleras hasta el restaurante y encontré a Frigg sumida en una pila de papeles de colores, Isis que normalmente estaba con ella para organizar los menús y la distribución de las mesas o la decoración no estaba en ese momento por ningún lado.

- Hola Frigg, ¿qué tal la mañana? –

- Hola Anubis, pues aquí estoy, organizando los menús de esta semana – contestó ella sin levantar la cabeza de los papeles

- ¿No está Isis ayudándote?

- No, está con Osiris. Le dije que podía encargarme yo y se ha tomado la mañana libre –

Me miró por fin y no tenía buena cara, estaba pálida y tenía ojeras bajo los ojos, probablemente la noche anterior no había descansado demasiado.

- ¿Quieres que me encargue yo de terminar esto y tú te tomas un descanso? –

- No, de verdad. Estoy bien, puedo con ello –

- Frigg, no estás bien. Necesitas descansar, deja que termine yo esto, ve a tu habitación, échate un rato en la cama y luego bajas. Prometo no cagarla –

- Bueno, supongo que podría descasar un par de horas – accedió

- Perfecto –

Le cambié el puesto tras el escritorio y ella se alejó un tanto

- Anubis, ¿crees que podrías prestarme tu habitación durante un rato? Odín y yo... -

- Claro, descansa todo lo que quieras, no voy a subir a la habitación hasta la noche -

Le di mi llave/tarjeta de la habitación y ella se marchó con paso rápido. Me centré en la pila de papeles que Frigg había ordenado por colores y pronto me di cuenta de que cada color representaba los menús de cada día de la semana, ya estaba ordenado por lo tanto lo único que tenía que hacer era colocar cada pila de papeles en las cartas de menús y copiar a mano el menú de la comida y de la cena – puesto que el desayuno era buffet libre – y llevárselo a Deméter, la encargada de recoger los menús de la semana y distribuirlos a Perséfone, su hija, y a Sif y a Apis, encargados de cocinar para abastecer tanto a los restaurantes como a los casinos.

Cuando terminé de copiar todo – esperaba que Deméter entendiera mi letra – entré en las cocinas en busca de la diosa amargada.

- ¿Qué haces tú aquí? ¿Dónde está Frigg? – preguntó la susodicha

- Está descansando, no se encontraba bien – contesté – Te he traído los menús –

Le di los papeles y esperé a que ella los examinara.

- Bien, gracias. Puedes irte –

- De nada. ¿Necesitáis algo? –

- Que te vayas y nos dejes trabajar – contestó ella dándose la vuelta

- Necesitas echar un polvo – le dije saliendo por la puerta.

Estaba casi en la puerta del restaurante cuando oí que la puerta de la cocina se abría

- Anubis, espera – me gritó Perséfone saliendo detrás mía - ¿Le puedes dar esto a Hades de mi parte? – me susurró

- Claro – le guiñé un ojo y me fui

En la sala del restaurante me encontré con varias valquirias que estaba cambiando la decoración.

- Perdona – le dije a una de ellas

- Dime – me dijo echándose el pelo blanco hacia atrás.

- ¿Te importaría hacerte cargo del restaurante hasta que llegaran Isis o Frigg? –

- No, claro –

- Bien, gracias ehh...esto... -

- Francesca – contestó ella sonriendo

- Gracias – sonreí.

Salí del restaurante en busca de Hades para darle la carta de Perséfone, eso si lo encontraba porque realmente no sabía lo que hacía mi jefe por las mañanas. Así que opté por la opción fácil y fui al despacho de Ra.

Entré sin llamar y encontré al dios con la nariz metida en sus muchas pantallas de ordenador.

- Anubis – me saludó sin mirarme

- Hola Ra, ¿sabes por dónde anda Hades? – le pregunté

- Hace un rato iba hacia la piscina – me contestó – La exterior, no la climatizada

- Bien, gracias – me despedí listo para salir de allí.

- Anubis, sea lo que sea, sabes que a Odín no le gusta que se metan en sus asuntos –

- Frigg necesitaba descansar, Ra. Solo le he prestado mi habitación. Odín puede irse a la mierda. –

Cerré la puerta y me encaminé a la piscina exterior en busca de mi jefe. Cuando llegué me encontré con Njoror con los brazos en jarras mirando hacia la piscina por donde varias ninfas y valquirias caminaban atendiendo a los clientes.

- Anubis, ¿qué pasa, tío? ¿Qué haces por aquí? –

- Busco a Hades, Ra me ha dicho que venía aquí –

- Ah sí. Esta por ahí hablando con su hermano – me señaló hacia el lado contrario de la piscina donde mi jefe y Poseidón hablaban.

- Gracias tío –

- Un placer. Luego si te apetece un chapuzón ya sabes dónde estamos –

Me alejé del dios nórdico y me acerqué a los Olímpicos.

- Anubis – me saludó Poseidón

- Hola, Poseidón – le saludé – Hades, una cosita que quiero aclarar contigo –

- ¿Conmigo? – se extrañó mi jefe

- Si. Verás, me parece bien eso de ocupar mis mañanas haciendo recados por el hotel sin problema. Pero eso de hacer de mensajero del amor... – le dije sacando la nota de Perséfone – Como que no es lo mío, ¿sabes? –

Poseidón en ese momento ya se estaba partiendo la caja solo por el tono con el que estaba hablando. Hades en cambio había enrojecido hasta lo imposible adquiriendo un tono rojo bastante curioso.

Cogió la nota y sin mirarla se la guardó en los vaqueros.

- Gracias – dijo entre dientes - ¿Te ha visto Demeter? –

- No creo, para cuando su hija me la dio, ella ya estaba en la cocina –

- Bueno, por si te pregunta no me has dado nada –

- Eso era obvio. Yo si puedo evitar a la diosa amargada lo hago –

- Bueno tú tampoco es que seas el alma de la fiesta – intervino Poseidon

- Ya, pero al menos no me ando quejando por las esquinas de mi existencia. Ha llegado un momento en que mi amargura me la como yo solo y no contagio a los demás - 

Mytho*s (Un casino digno de los dioses)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora