Capítulo 4 - Primera clase

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Miento si digo que no estoy nerviosa. He quedado con Nahuel en media hora y no dejo de pensar en por qué me lo ha pedido a mí, y en qué va a pasar. No es que quiero que pase nada entre nosotros, pero el estar cerca de él, sabiendo que está Zía por ahí me pone de los nervios. Si se puso así porque ella golpeó mi coche, no quiero ni imaginar como se va a poner si me ve con su... ¿Amigo? ¿Novio? ¿Follamigo? No sé que es lo que son, pero todo el campus sabe que Nahuel es de ella, como si fuese su mascota. 

He tenido que mentir a Ivanna, le he dicho que tengo que ir a una reunión con Emma sobre un trabajo. No quiero que sepa que he quedado con Nahuel, porque ella también lo conoce. Todo el campus sabe de él. Es rebelde, un año mayor, un chulo, un mal hablado, un mal estudiante, un... estúpido que está bueno y lo peor de todo es que lo sabe. También cuentan que una chica de su edad le pidió que fuera con ella a un baile y él se rió de ella... Y Zía también. ¿Porqué diablos tengo que ir? No quiero. Pero mis pies ya están de camino a la biblioteca pública en la que hemos quedado. No puedo dejarle tirado, parece que ahora sí que quiere sacar buenas notas. 

Llego con el tiempo justo, algo raro en mí, una pena no haber llegado tarde y dejarlo plantado. Lo veo en la puerta, fumándose un cigarro y lo tira nada más verme. 

- ¡Hola Mara! Pensaba que ya no venías. -

- Hola.- 

Estoy seca,  incómoda y extremadamente nerviosa. Él lleva su mochila azul de siempre, la misma que lleva a clases. Camina por delante mía, él se conoce mejor este lugar que yo. Pasamos entre las estanterías de la biblioteca y escogemos una mesa que es redonda, mucho más grande que la que necesitamos, pero está bien, así puedo alejarme un poco de él. Los asientos son muy cómodos y todo el mundo de nuestro al rededor está concentrado en sus libros, así que no creo que se fijen en nosotros. Él me mira igual que siempre, como si acabase de descubrir un nuevo color en el mundo. Esa mirada tan intensa es lo que realmente me pone nerviosa, porque no es así como debe de mirarme a mí, si no a Zía. 

- ¿Qué tal? Estás algo callada. - 

Dice mientras saca el libro de economía de la empresa. Alzo una ceja, es una asignatura demasiado fácil como para que alguien la suspenda, pero al parecer, a él se le da mal... Por favor, si se hace todo con calculadora. 

- Esto... Bien. ¿Quieres que empecemos por esa?- 

Pregunto algo incrédula. Él se encoge de hombros y asiente, pasando las hojas hasta dar con las dudas que tiene. Esto va a ser interesante, solamente estudiar y explicarle, aunque yo, siempre me he explicado mal. El tiempo va pasando, la gente a nuestro al rededor se levanta, se marcha, entra gente nueva y nosotros seguimos, él haciendo como que me presta atención y yo haciendo como que no me fijo que acaricia mi mano a posta al pasar las hojas. Una corriente me recorre el cuerpo entero cada vez que lo hace, pero me hago la tonta. Me gusta que lo haga. Tiene las manos suaves. 

- ¿Lo has entendido todo? -

Pregunto, porque ya es la hora de marcharme. La biblioteca está cerrando y nos estamos quedando los últimos, cosa que no quiero que pase. ¿O sí? Él sonríe y se humedece los labios de una forma extremadamente sexy. 

- Sí, creo. De todas formas... Pienso quedar todas las tardes que tengamos libres contigo. Tengo que aprobar Mara. Y te explicas muy bien. Quiero conocerte. - 

- Pero... ¿Qué pasa con Zía?  ¿Es tu novia no? -

No he podido evitar preguntarle eso. Veo la cara que pone, extrañado y suspira. Cojo mis cosas lo más rápido que puedo, ya he metido la pata. Cierro mi mochila y me levanto, a la vez que él lo hace. 

- Zía no es mi novia. Ella quiere serlo, pero yo no soy de esos. Yo no tengo novias, que son un coñazo. Zía no lo es y me tiene cansado ya. -

Una oleada de alivio me recorre. No la quiere. No es su novia... Pero él no quiere novias. Hago una mueca y camino hasta la salida. 

- Bueno, nos vemos en clase. Adiós. -

Comienzo a caminar como si tuviera un petardo en el culo y noto como él me agarra por la chaqueta. 

- Te llevo a casa, así llegarás antes. Venga, sube. - 

¿Qué suba? ¿Qué suba a donde? Me lleva hasta un pequeño parking de motos y veo como saca otro casco del maletero. No me había fijado en su casco... Lo tenía dentro de la mochila. No soy una chica de motos, me parecen inseguras y peligrosas, pero... Me coloco el casco y subo, poniendo mi mochila bien en mi espalda. Me agarro a su cuerpo y aprovecho para tocarle más de la cuenta. A través de su ropa puedo notar como está algo musculado, no mucho, pero se nota. Muerdo mi labio. 

- ¿Sabes donde vivo? -

Pregunto, pero él ya a arrancado su bestia y cierro los ojos. Con el aire, estos se me suelen llenar de lágrimas, no quiero que piense que he llorado por su culpa. Giramos a la derecha en la siguiente calle, ya falta poco. Él va reduciendo la velocidad y llegamos a mi portal. ¿Porqué diablos sabe donde vivo? Me bajo de la moto sin decirle nada y veo como se tambalea, me he bajado antes de que él estuviera preparado. Me quito el casco riéndome y se lo dejo sobre donde me he sentado. 

- ¿Cómo sabes que vivo aquí?- 

Vuelvo a preguntar, porqué quiero que me lo diga. ¿Es un espía? ¿Un acosador? Se quita el casco y lo agarra con el brazo, está arrebatador... ¿Cómo puede ser tan guapo? 

- Lo pone en el parte del golpe, en el que rellenasteis tu y Zia. ¿Qué pensabas, que era un acosador? - 

Se ríe y me quedo prendada de su risa. No le había escuchado reír antes. Muerdo mi labio, es hora de despedirse y no quiero que sea incómodo. 

- Bueno, muchas gracias por traerme, Nahuel. 

- Hasta mañana, Mara... Profesora Lynch. -

Le sonrío y camino hasta mi portal. Noto su presión en mi brazo y me giro. Está demasiado cerca de mí. ¿Me va a...? ¡Oh Dios mío! Noto como el aliento me falta y cierro los ojos. Pero ese beso nunca llega. Solo llega uno en la mejilla y me siento como un globo recién desinflado. 

- Es de mala educación no despedirse como se debe...-

Me susurra y se da la vuelta, para volver a montarse en su moto. Veo como se aleja y me siento estúpida, una vez más. 

El chico de clase.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora