Capítulo 3

5 0 0
                                    

En el colegio, sonreí mucho hoy. Quizás porque no quiero que noten mi labio un poco hinchado, ni que estoy enojada. Porque lo estoy. Con mi papá. Franco me miraba durante el recreo. Cuando vino a mi casa por la tarde, fuimos ambos a mi pieza, como hacemos siempre. Pero ésta vez estaba serio. Se quedó parado frente a la puerta cerrada y me dijo:
-¿Qué te pasó en el labio?
Sonreí y, quitándole importancia, conteste que había sido un rodillazo al querer taparme mientras dormía.
-No me tomes de boludo, Sabrina- dijo.
-Uy, ese "Sabrina" no me gustó- dije bromeando.
-A mí no me gusta que tengas el labio así.- parecía enojado. Así que me paré de la cama y, abrazándome a su cuello, dije:
-¿Qué tanto te importa como tengo el labio?
Apartó mis brazos de él y me ofendió.
-Andate a cagar, estúpido.- dije tranquila.- Encima en el colegio me tratas como si fuera una boba cualquiera.
Pareció calar en él, porque me llevo suavemente a la cama y, subiéndose encima mío me preguntó:
-¿Por qué creés que no te beso desde ese lunes? ¿O por qué no te estoy tirando palos para cogerte aún sabiendo de tus cajitas de condones en tu tercer cajón?- sonreí al recordar las cajas que tengo por si 'pasa algo'. Pero él seguía mirándome a la espera de una respuesta.
-No sé.
Sonrió tristemente y susurra:
-Mati te quiere para él, ya ninguno de nosotros deberia estar cerca tuyo. Ni yo debería estar viniendo ni tirándome encima tuyo. Porque sería romper un código de amigos. Y al que rompe el código o es un "sin códigos", lo cagan a piñas.- lo alejé para sentarme. ¿Que me quiere para él?¿Qué mierda le pasa?
-¿Y si yo te quisiera a vos?- pregunté.
-Tarde, ya te eligió o...- no lo dejé terminar. Desesperada por besarlo, me le abalancé. Me respondió de forma feroz. Sentí su mano en mi culo. Me senté a horcajadas suyas y seguí besándolo. ¡La puta madre, cómo necesitaba ese contacto! Apoyé mi mano en su entrepierna, a través del pantalón del uniforme.
-Pará, pará, pará.- me dice separándose. Me sentó en mi cama y se movió hasta quedar sentado en el borde. Apoyó los codos en sus rodillas y se agarró la cabeza con las manos con aire abatido. Me arrodillé en la cama junto a él y le pregunté qué pasaba.
-No está bien, sos de mi amigo.
-No quiero a tu amigo. Y no soy de nadie yo.
-Para mí, sí. No debería haber accedido a lo que iba a pasar.
-¿Te arrepentís?-temía a la respuesta.
-Sí.
Nos miramos un rato, yo con cara de bebé a punto de llorar, y él con cara compasiva. Trató de abrazarme pero lo saqué y me acosté en posición fetal dándole la espalda. Me hacía mimos en el pelo que yo no negaba porque me gustaban.
-No es por mí, es...
-Sí, es por vos.- lo corté- ¿Por qué no le dijiste a tu amigo que no tiene que tratar a las minas de cosas y que yo no soy de nadie, y menos de él?
-No es tan fácil, Sabri.
-Ni "Sabri", ni nada. Sos un pelotudo como todos los demas. Un maricón que le chupa el culo a los amigos.- lo dije sin pensar.
Su mano se retiró y se paró. Me levanté rápido y comencé a pedirle perdón sin parar. Pero se fue igual. Dos meses de amistad y ya la cagué. Me odio tanto. Este es mi problema. Soy linda pero tengo una personalidad de mierda. Y la odio.
Llegó mayo. Me puse de novia con Matías el 15 de abril. Y desde el viernes que le dije "maricón chupa-culos" a Franco, no volvió a pisar mi casa. Me siento triste porque lo extraño. Sigue saludándome en los recreos pero nada más. Ni me habla.
Una tarde en la que mi casa estaba vacía, me estaba vistiendo luego de un polvo con Matías. Sin querer le pregunté:
-¿Franco está enojado o algo?- sin mirarme, me dijo que no sabía. Y que si quería saber le pregunte a él.
No sé porqué estoy con Matías. No lo quiero, solo lo uso para tener sexo. Al terminar con su ropa. Me acarició la mejilla y me dijo:
-¿Por qué preguntás por Fran? ¿Hablaban y se pelearon o algo?
Negué con la cabeza. No tenía ganas de hablar. Me besó en los labios y luego de decirme "Te quiero", sonreí y lo acompañé a la puerta del departamento. Esa noche mi papá nos presentó a su nueva novia. Una cuarentona como él, casi llegando al metro ochenta de mi padre, pelo marrón con reflejos y bonita, pero ni una neurona al parecer. Debe de ser buena en la cama, sino, no comprendo porqué mi padre está con ella.
Toda la cena estuvo hablando con voz de maestra jardinera y preguntándonos sobre el colegio y eso. No la aguanto. Por suerte trabaja con mi papá. Así no tengo que verla en el día.
A la mañana siguiente, se puede decir que fue uno de mis peores días. Todos los trabajos y pruebas que había entregado ese día, desaprobados. Unos, cuatros y cincos estaban escritos junto a mi nombre. Lo peor fue el recreo. En un momento, vi a una morena curvilínea que miraba para mi grupo de amigos. Franco la vio, y, ante los ojos de los demás, fue hasta ella y la besó. La besó como me besaba a mí. Luego del beso, ella lo agarraba de el cuello y hablaban. Mi noviecito, fan de los chismes, sugirió al grupo que nos acercáramos para oír su charla. Yo quería oírla también, así que fuimos. Oí que la chica le dijo:
-Y, hablando del sábado pasado...
-¿Qué querés decir, Jessi?- preguntó socarronamente Franco.
-Vos sabés, tonti.
-Pero me gusta que me lo repitas.
Y la tal Jessi, como toda una actriz porno, le dijo con una voz cargada de sensualidad:
-Mi amor, me encanta cómo cogés y me encanta que puedas venir todos los días después del cole para hacerlo como vos sabés.
Si tenía corazón, ahora no. Seguro explotó al romperse y está desparramado por mis demás órganos. El grupo, volviendo a nuestro lugar y festejando el 'levante de Fran', no se daban cuenta de mi sufrimiento. No quería que lo hicieran. Inmediatamente, un directivo irrumpió el círculo que formábamos y me ordenó que lo siguiera. Soltándome del brazo de Matías, lo seguí. En la dirección estaban mi hermana y la novia de mi papá. Las dos me miraban preocupadas. Pregunté muchas veces hasta llegar al auto qué había pasado. Me decían que espere.
Esta inútil no quiere decirme qué pasa y me dan más ganas de llorar. Al llegar a destino, estamos en un hospital. Un médico se le acerca a Marina, la novia de mi papá, y le pregunta si somos familiares del señor Héctor Fiqadermo. Ella asintió y nos llevaron a una habitación cercana. Nos abrieron la puerta. Al entrar, en la cama, estaba mi padre con múltiples golpes y tubos. Las lágrimas salieron por mi cara sin que pueda controlarlas y solo llegué a decir "Qué...".
Me explicaron que, al salir un rato de la oficina para comprar una bebida, cruzó la calle sin ver y un auto lo atropelló dejándolo sobre el parabrisas.
-Por suerte, el auto iba a baja velocidad y no se rompió el parabrisas, por lo que tu padre no sufrió mas que unos cuantos golpes.-terminó el doctor. Pero yo no podía hablar. Marina me llevó a casa para que descanse, y Natalia y ella se quedarían con papá. Accedí y al entrar, decidí llamar a Matías para que venga y le expliqué la situación. Al venir, me besó y me preguntó cómo estaba. Lo ignoré porque creo que era obvio mi estado de ánimo. Y me llevó a mi cuarto. Cuanto intentó desnudarme, lo paré.
-¿Sos idiota o tragabas nafta de chiquito? Te estoy diciendo que a mi viejo lo atropellaron y que quería que vengas y vos solo querés coger.¿Sos joda?- lo increpé. Se paró y me paré yo también.
-¿Para qué querías que venga entonces?-pregunta enojado.
-¿Cómo para qué? ¡Para que, mínimo, hagas de cuenta que te importo y no me usas solo para coger!
-¡Y si para eso te uso! Te puse el título de novia porque sos hermosa y tenías pinta de coger bien. Además no quería que ninguno de mis amigos estuviera con vos. Y menos Franco.-me quedé pensando tres segundos hasta que grité:
-¡Qué mierda tiene que ver Franco acá!
-¡Que el loco no te paraba de mirar!¡Y más desde que chapamos en esa joda!¡Sos re ciega, boluda!
-¡Boluda será tu vieja!¡Y Franco ni me miraba!¡No sé  qué te pasa!
Matías se empezó a reír y dice:
-¿Te pusiste mal por lo de la guacha que se coge?
Negué cortantemente.
-¡Ahora entiendo todo! ¡Me dejás por ese, ¿no?!- suelta.
-¡¿Pero vos estás loco?! ¡Andate ya de mi casa! ¡Ya!¡Hasta acá llego lo nuestro!- yo estaba fuera de mí. Matías se agarraba la cabeza.
-La concha de la lora, no lo puedo creeeer. ¡A mi novia le gustó todo el tiempo Franco! ¡Es el colmo!
-¿Te podés callar? Andate. Ya no sos nada mío ni nada. - lo empujé afuera y antes de irse dijo:
-Acá no vuelvo nunca más, tranquila.
Me encerré en mi pieza y comencé a llorar. A llorar como nunca en mis dieciséis años.
Al día siguiente no fui al colegio. Y tocaron el timbre de el departamento alrededor de las 12 del mediodía. Abrí pensando que era mi hermana, pero estaba equivocada.
-¿Franco?- apenas podía hablar. Estaba él, el chico más bueno que conozco de Baires, con un ojo negro y un pómulo violáceo y verde. Parecía furioso. Instintivamente miré su mano. Sus nudillos estaban amoratados. Lo hice pasar de inmediato.
-¿Qué mierda le dijiste a Matías? ¿Le dijiste que yo te gusto?-preguntó. Me puse blanca como un papel. Volví a llorar al oír el tono de su voz. No podía hilar una frase entera. Hablaba entre llantos.
-No, Franco...él decía...que...que...estaba celosa...la que te cogés...yo no quería...cortamos...perdón- lo único que conseguí decir. Se acercó a mi y me abrazó, obligándome a recostar mi cabeza en su pecho. Fuimos a mi habitación y le conté lo que había pasado. Me acariciaba el pelo y me decía que ya está, que a él lo defendió Pablo y Mauricio se quedó con Matías. También Nair, Vale, Mari y More apoyaron a Franco. Después les voy a preguntar qué pasó.
-Perdón- susurré. Franco me miro sorprendido.
-¿Por?
-Por lo de la última vez.
Sabía a qué me refería. Me agarró la mano y me dijo:
-Te perdono, si me decís unas cosas.
-¿Cuáles? -dije sonriente.
-La primera, si puedo volver a venir a tu casa como antes.
-Si podés, sí.
-¿Cómo no voy a poder?
-Jessi dijo...
-Que Jessica la chupe.-lo mire asombrada- La segunda, ¿estabas celosa de Jessica?
Me quedé pasmada viéndolo. Hasta que se puso detrás de mí rápidamente y, besuqueándome el cuello para hacerme cosquillas, insistió en que le responda. Yo no podía parar de reírme. -Próxima...pregunta...-conseguí decir.
-¿Matías besa mejor que yo?
Me giré entre sus brazos para mirarlo. Yo estaba acostada y él, encima mío. Con un brazo debajo de mi cuello y otro apoyándose con el codo para no aplastarme.
Sus ojos me pedían una respuesta. Me metí más adentro del colchón porque quería verlo mejor.
-Jessica besa mejor que yo.- dije finalmente. No era una pregunta, era una afirmación. Desde su posición empezo a reír suavemente.
-¿De qué te reís, bobo?- le digo.
-Sí estabas celosa, entonces.-concluye triunfante.-Igual, yo también estuve un poco, por eso los dejé que escuchen nuestra charla el otro día, porque sabía que la ibas a escuchar vos.-dijo.
Los ojos se me llenaron de lágrimas y me mordí el labio inferior para no llorar. Su expresión cambió y, en un rápido movimiento, se sentó acunándome entre sus brazos.
-¿Qué te pasa?-preguntó preocupado.
-¿Sos tarado? ¡Es obvio lo que me pasa! ¡Me acabas de decir que quisiste que yo escuche tu conversación con esa puta!¡¿Para qué?! ¡Si no hablábamos más!- grité. Comencé a golpear la pared sin control. Franco intentó retenerme los brazos desde atrás pero me lo saqué de un empujón y continué. Cuando por fin pudo pararme, mis nudillos estaban violetas y algo raspados, con mis antebrazos también rasguñados un poco. Me sentó frente a él en el borde de la cama, pero yo no quería escucharlo. Estaba agotada por el llanto y no tenía ganas de moverme.
-Sabri,-dice intentando agarrarme por el mentón para que lo mire. Yo retiré mi cara y, con firmeza, me agarró la cara entre las manos y apuntó mi cara a la suya-Sabri, no quise que te pongas así, ¿me entedés? No quise.
-¿Para qué...?- conseguí decir.
-Pensé que nos íbamos a reír de mis giladas con esa piba para tratar que me celes. No sé si funcionó o qué, pero bueno.
-Franco, -retiré sus manos de mi cara pero seguí mirándolo.- no entendiste nada. Sí me puse celosa y sí me enojé porque parece que hubieras tratado de hacerme mal.
-No, no, no, no, mi amor, nunca voy a querer que te pongas mal.-sus caricias me hacían bien y me reconfortaban para hablar.
-Quise hacerte lo que me habías hecho la primera vez que te comiste a Matías.-terminó.
-¿Qué hice?
-Buscarme para asegurarte de que los vea besándose.
Miré avergonzada abajo y me cubrí la cara con las manos. Tenía razón.
Ya ves, lind@ lector, que el karma existe y a mí me volvió por estúpida.
-¿Te pusiste celoso?- pregunté con una sonrisa triste.


Perdón, la corte porque había ido a comer un pancho. ¿Dónde te había dejado? Ah, sí. En si me había celado o no.
-Sí, porque no quería que estés con él. Te quería conmigo.- contestó.
Por lo menos no me había marcado como algo suyo cual objeto. Lo miré. Por primera vez, él me miraba los labios y yo no me tiraba encima suyo.
-No me respondiste lo otro.¿Besa él mejor que yo?
Obvio que no, que él besaba muchísimo mejor. Pero temía decírselo. Al final, me quedé callada y miramos una película, sin que pueda responderle. Pero también sin besos.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora