Capítulo 2

13 0 0
                                    

Ahora sí, empecemos con esto. Ya te hice leer el falso prólogo.
En pocas palabras, quiero tirarme abajo de un tren. Porque no me gusta nada de lo que me está pasando. Ah, cierto que recien llegás. Te cuento la linda historia: volvía del supermercado con mi papá a mi casa de Santa Fe, donde hacía 1 año nos habíamos mudado desde Buenos Aires. El punto es que entré a mi casa y estaba todo muy silencioso. Subí hasta la habitación de mis papas en busca de mi madre. Mi papá iba atrás mío. Abrí la puerta de su habitación y me encontré a mi mamá a punto de tener sexo con el vecino. Ambos borrachos (eran las 5 de la tarde y mi madre solía emborracharse seguido, sin llegar al alcoholismo y sin adicción,  solo por placer). Mi padre los vio y carraspeó para que se den cuenta de nuestra presencia. Y al vernos empezaron a reírse. Histérica, grité:
-¡Par de hijos de puta!
Se siguieron riendo. Un rato después mi madre volvió a estar sobria, empezó a discutir y, luego del divorcio, mi hermana y yo nos estamos yendo con mi papá a vivir a Buenos Aires de nuevo. A un departamento hermoso y muy iluminado, pero en un barrio normal tirando a peligroso. Pero el departamento es muy lindo. Será que mi padre es un hombre poderoso monetariamente y consigue todo lo que quiere. Por ejemplo, un departamento precioso cerca de su trabajo. Ya hasta estamos inscriptas en un colegio, pero empezamos mañana mismo. Hoy vamos a ir a comprar los uniformes y los libros necesarios, lo bueno de esto es que voy a poder hacer amigos rápido. Algo que agradezco es que mi hermana y yo, ademas de simpáticas, somos muy lindas. No es por presumir pero, a comparación, no estamos mal. Yo no tendré muy grandes las tetas pero no importa. Hablando tanto, llegamos al estacionamiento del edificio. Subimos y empezamos a desempacar. Mi hermana me cedió la habitación con balcón debido a su miedo a las alturas, lo cual agradezco, aunque me gustaría que mi hermana tuviera esas atenciones conmigo más seguido. No comí porque no tenía hambre debido a los nervios de un colegio nuevo. Del anterior fui expulsada por una pelea con la hija del director. Por eso nos mudamos, y porque mi mamá quería un cambio de aire.
Al despertarme, mi celular no aparecía. O yo estaba muy dormida que no lo encontraba. Me vestí con el uniforme y como hacía calor, me puse la pollera tableada. Era linda y me quedaba bien. Llegamos al colegio y cuando me senté atras de todo en la fila del medio, me miraban demasiado. Hasta que la profesora me dio la bienvenida al colegio y a los demás al nuevo año lectivo. Estoy en cuarto año ahora, en la modalidad de Economía y Contabilidad. Espero sea fácil o me va a ir como en los demás años. En el recreo, me paré contra una columna mientras usaba mi celular. Se me acercó un grupito de 3 chicas.
-Hola, ¿sos nueva?- me preguntó una rubia.
-Sí, hola- contesté sonriente.
-¡Qué bonita sos! Yo soy Mari- dijo una de cabello castaño, y señalando primero a la rubia y luego a otra de cabello azul-, y ellas son Vale y More.
Las tales Vale y More me sonreían, y me invitaron a pasar el recreo con ellas. Estaban en mi mismo curso así que luego me sentaría cerca de ellas. Al llevarme con su grupo, eran 4 chicos y una chica más. De izquierda a derecha, me los presentaron: Mati, Mauri, Franco, Nair y Pablo. Mati y Franco eran muy lindos.
-¿Cómo te llamabas?- me preguntó Nair.
-Sabri.
Dijeron que era un lindo nombre y Mauricio me dice:
-Che, ¿así que sos una campesina? ¿Qué plantás?
Ofendida, mis nuevas amigas le dijeron que me deje de molestar mientras los chicos se reían, menos Franco.
-Ahora, planto patadas en el orto a boludos como vos.- contesté con aire de superioridad. Un "¡Oooohh!" de la boca de los demas terminó de poner colorado al pobre Mauricio, que susurró "Pelotuda" mientras sonreía. Ese día fue muy divertido. Mis amigos ya me habían invitado a una fiesta el sábado por la noche, y ya tenemos una amonestación por cantar a gritos en clase.
Al llegar del colegio, mi padre no estaba y mi hermana no había llegado. Cuando lo hizo, vino con dos personas. Una de ellas era Franco, que al verme, me sonrió y me saludó con un beso en la mejilla.
-¿Ya lo conocías? ¡Qué rapidita sos, nena!- ríe mi hermana. Todos se ríen menos yo. La otra chica, que luego se identificó con el nombre Ana, dijo:
-Con lo buenito que es mi hermano no quiero que me lo desvirgue.- añadiendo cierto sarcasmo a la palabra 'buenito'. Me fui a mi habitación a cambiarme y volví con unos shorts y una remera rosa de tirantes. Ambos me quedaban muy bien. Quería estar linda y volver loco a Franco, como me volvió él a mi en el recreo. Al verme, esbozó una sonrisa pícara. Volví a mi habitación y al darme vuelta para cerrar la puerta me encuentro con Franco apoyado en ella.
-¿No te dijeron que no te metas en piezas ajenas?- pregunté.
-No, pero me enseñaron que si me llama la atención una mina que la busque.- sonríe pícaramente de nuevo. ¡Cómo me enloquece esa sonrisita! Lo acerqué para cerrar la puerta y en eso me tira a la cama, se sienta a horcajadas sobre mí y empieza a hacerme cosquillas. Empezamos a dar vueltas mientras nos reíamos hasta que yo quedé encima de él. Me miraba los labios. Así que amagué a besarlo y, antes de llegar a sus labios, me corrí hacia su cuello y empecé a besarlo entre sonrisas. Desesperado, me alejó la cara de su cuello y guió su boca a la mía. Fue un beso largo y apasionado que casi termina en sexo. Paró para mirarme y acariciarme el labio inferior por el pulgar.
-Ya gané la apuesta.- dice triunfante. Me levanto de golpe. ¡¿Apuesta?!
-¡¿Cómo que una apuesta?!- vociferé. No me importaba que me escuchen.
Trató de hacerme sentar de nuevo y callarme pero me zafé de sus manos y me paré frente a él de brazos cruzados.
-Con los pibes -se refería a Matias, Mauricio y Pablo- habíamos dicho que íbamos a probar qué tan difícil eras. Parece que no mucho. Pero te la dejo pasar porque soy el más lindo de los chicos que conocés de acá- dice
Replico:
-Mirá, papu, no te la creas tanto que si quiero voy y me garcho a cualquiera más lindo que vos- me miró asombrado por mi descaro. Si quería hacerse el lindo, más linda soy yo.
Se paró y, acercandose tanto como para quedar a centímetros de mi cara, susurra:
-Sabri, no le digo a los chicos que te comí la boca porque soy bueno y no quiero que te pase nada en la fiesta del sábado, pero eso que dijiste que también quede acá o te van a tratar como a una trola- y me da un beso en la mejilla. Resoplo. Tenía razon. Poco me importaba que me tomen de trola o puta o lo que quieran, pero recién comienza el año. Y rápidamente salió de mi habitación. La semana fue mas de lo mismo. Días divertidos con mis amigos y un par de llamadas de atención de parte de los profesores. Vale, la rubia, iba a venir a mi casa para arreglarnos juntas para ir a la fiesta. Era muy simpática conmigo y me caía mejor que las demás. Y es linda. Una rubia, teñida, pero rubia al fin y al cabo, con unos ojazos verdes que dejan tonta a cualquier persona.
Nos vestimos y nos maquillamos. A las 23:30 íbamos camino a la fiesta. Ahí estaban mis amigos y muchas personas más. Cuando entro, Matías me pasa el brazo tatuado por los hombros y grita a todo pulmón:
-ÉSTA ES LA HERMOSURA NUEVA DEL COLEEE- y, más bajo, dice- ¿o no que es preciosa?
Yo, ahogada por la risa, acepté un vaso de cerveza. Luego fumé unos varios cigarrillos. A las 3 de la mañana, luego de mucho mover el culo al ritmo de la música, estaba en un estado en el que no paraba de reír y tambalearme. Amo ese estado. Está mal pero hacía tanto no estaba asi que sentí ganas de gritar de alegría. Pero unos brazos me agarraron y me sacaron de la pista de baile. Franco. Seguía enojada con él por la puta apuesta. Me sentó en un taburete y me hizo masticar un hielo para que no vomite a causa del acohol.
-¿Te sentís bien?- preguntaba él. Yo no respondía hasta que le dije:
-¿Sssabés quéeee?-apenas podía hablar bien-. Pennnsaba, las apuestas esas, son de pija corta ¿no?- Franco empezó a reírse y me contestó que no, así que me empecé a reír yo también. Empezó a acariciarme el pelo y la mejilla. Yo, gustosa, me dejaba. No sé si por los efectos de las sustancias o qué, pero pensé que era un momento muy lindo y tierno. Me puse a pensar sobre Franco. En lo poco que lo conocía y en lo bien que besaba. Lo que me gustaba su contacto. Hasta mirar sus ojos era hermoso. Eran marrones como los míos, pero los de él parecían infinitos. Un color tierra revuelto en sus iris, hasta acabar mezclándose y desapareciendo en sus pupilas, ahora contraídas. Seguro me quedé como estúpida mirándolo. Porque se reía mientras me miraba. Hasta que Mati apareció, también borracho, y me plantó un besazo en los labios tan sabroso. Franco se quedó pasmado y luego reaccionó y empezó a cantar "el amor es asiiiii" con los demás. Yo me quedé abrazada a Matías, que me sostenía por la cintura, a pesar de que yo seguía sentada en el taburete. No localizaba a Franco y quería verlo. Hasta que lo ví. Y, mirándolo, volví a besar a Matías. Franco me miraba serio, como si se decepcionara de mí o algo. No sé porque pienso esto si estoy borracha, y lo único que me importa ahora es...Nada, creo que nada me importa ahora. Seguí tomando, fumando cigarrillos, mezclando más bebidas, tomando agua de vez en cuando para no vomitar. Y así toda la noche.
A la mañana siguiente, la resaca me mataba. Llegué al comedor y me encontré a mi hermana hablando con alguien por celular. Parecía contenta. Cuando terminó, le pregunté quién era.
-Mi nuevo chico- dijo con aire juguetón-. Ay, Sabri, tenés una pinta de mierda.
-¿Tanto?
-Síii, escabiaste una banda ¿no?
-Síii- contesté riéndome.
-Che, me contó un pajarito que te comiste al hermano de Ana.
-Uuh sí, ¿como supo Ana?
-El chiquito le contó. ¿Anoche te lo volviste a chapar?
-No, me comí al amigo, Matías.
-¡Loca, sos re zorrita!- dice mi hermana mientras se moría de la risa. Yo también empecé a reírme a carcajadas. Vi el reloj y, al ver que eran las 14:26, me hice un sándwich y me volví a dormir. Al despertarme eran las 21:00. ¿Tanto dormí? Fua. A veces pienso todo lo que podría haber hecho si no me durmiera, o como reacciona la gente cuando ve que durmió mucho, como mi hermana que se ríe, o como yo que me pongo a pensar sobre las cosas.
El resto del mes y el siguiente fue más de lo mismo, salvo que Franco venía todos los días a mi casa debido a que nuestras hermanas eran amigas y ellos se aburren en su casa. Pero no me trata como cuando viene a mi casa. Acá es cálido y charlatán. En el colegio es distante y hasta hace como si no me conociera. Y nunca menciona las pocas veces que vino a mi casa. Y, tristemente, nunca más lo besé ni él me besó a mí desde aquel primer lunes. Me muero por volver a besarlo. Una diferencia estos meses fue que Matías parecía orgulloso de haberme dado un par de besos. Como fuere, yo quería más besos de Franco. Un viernes, mi profesor de Música me llamó la atención y dijo que debería ir a clases particulares si quería aprobar su materia. Me miraba demasiado y me incomodaba. Le dije que no iba a ir. Así que me amenazó con desaprobarme si no mejoraba, a lo que solo contesté:
-Animate, viejo.
Parece que está traumado con su edad, porque me envió a la dirección y llamaron a mi padre. Vine pensando sobre eso en el colectivo de vuelta a casa. Mi padre...le avisaron. Me va a pegar. Ya lo sé. Cerré los ojos intentando no llorar ni pensar en eso. Ya sé cómo es todo. Él metió mano para que mi hermana y yo tengamos que vivir con él e ir a este colegio . Pero a mi hermana nunca le tocó un pelo. Es su favorita en todo el mundo. Yo soy otro caso. Me detesta, pero antes muerto que dejarme con mi mamá. No tengo ganas de ver a ninguno, la verdad. Quiero a mi papá, pero por el simple hecho de que es mi progenitor, nada más. Igual no son tan graves unos golpes. Puede ser peor. Al llegar a casa, yo estaba en mi habitación escuchando música. Entró y cerró la puerta. Me dijo que me pare y antes de poder hablar me giró la cara de un bofetón. Las lágrimas pudieron contenerse. Pero parece que me había cortado el labio con algún diente, porque sangraba un poco.
-Tu única puta obligación y la echas a perder, Sabrina. Dejá de mandarte cagadas y aprendé a comportarte.- dijo. Yo asentí todavía mirando el suelo de mi pieza. Rápidamente entró mi hermana con un trapo lleno de hielos. Ya sabía que me iba a golpear, porque lo conocía. Me dijo que va a hablar para que, si tengo algún problema, llame a su número de celular fingiendo ser la hermana de mi papá, así él no se entera y no me toca un pelo. Quiero muchísimo a Nati. Al menos siempre me cuidó luego de algún golpe. No era la primera vez que esto me pasaba. Obviamente, el día siguiente usé labial y base para tapar la hinchazón de mi labio.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora