Capítulo 5

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Las últimas dos semanas de mayo, Franco no vino a mi casa. No sé qué le pasa. ¿A vos te pasó alguna vez? Mirá, hacemos así, mañana voy a tu casa y me contás que hiciste. Y nos tomamos una birrita en la vereda y nos contamos los mambos. Ahre mentira. Pero hablando en serio, no se me ocurre por qué podría ser que no viene. Si en el colegio estamos como siempre. Hablame de vos, mientras. ¿Qué te gusta? Si te gusta el escabio sos de l@s míos, vení abrazame. Bueno yo de paso te cuento, empezó junio y mi papá se fue ayer a la noche con Marina. No sabe ni él cuánto tiempo va a estar allá, mínimo dos semanas. Así que necesito traer a Franco a casa. Es tan hermoso el chico. Pero me ignoraba. Así que, luego del colegio, lo llamé para que venga con su hermana. Me dijo que sí, y que ya tenía planeado ir porque me iba a decir algo importante. Me emocioné y mi corazón latía fuerte.
Al llegar, le dije picaronamente:
-¿Viste que no hay nadie? Hasta nuestras hermanas se fueron.
Asintió y fue a mi pieza. Lo seguí. Se sentó en el borde de la cama e hice lo mismo. Apoyé la mano en su pierna y la sacó.
-¿Me vas a decir qué te pasa o voy a tener que adivinar?-inquirí.
-Estoy de novio con Jessica.
Si cada palabra pesara, me hubiesen caído como una tonelada.
-¿Qué? ¿Con esa? ¿A esa preferís antes que a mí?
-Tiene menos levante que vos y soy muy celoso. Además, no sé si estás con alguien o algo.
-No estoy con nadie y lo sabés.
Me paré pero me agarró y me volvió a sentar. Lo miré hasta que le planté un beso rápido.
-No me hagas esto más difícil, Sabri. Yo...
-Vos me la estuviste complicando desde antes y...
-¡¿Yo?! Fuiste vos la que besaba a los demás en frente mío.
Uy, ahí tenía razón. Así que volví a besarlo pero no me retiro. Trató de alejarme al poner sus manos en mis hombros, pero no aplicó fuerza, y sus manos siguieron su curso hasta que me envolvió la espalda. Yo estaba aferrada a su cuello y me saqué la pollera del uniforme. Él se sacó la camisa y empezó a desabotonar la mía. Me senté sobre él y comencé a mover las caderas para agrandar su erección. Con una mano soltó mi espalda y, haciendo que me acueste para tumbarse sobre mí, llevo su brazo hasta el tercer cajón.
-Están uno más arriba.-dije tratando de regular mi respiración. Agarró un condón y lo dejó sobre mi mesa de luz para sacarme la camisa. Esta vez, pude sacarle los pantalones y el boxer sin que mi hermana entre. Me sacó mi corpiño y mi tanga y, de una embestida, me arrancó un jadeo. Se apoyaba sobre sus codos y yo enrollé mis piernas en su cintura, a cada penetración rasguñaba aún más su espalda. Ambos gemíamos y se convirtió en una especie de danza.
Al terminar, se acostó a mi lado, pasó su brazo por debajo de mí y me acercó. Tiró de la sábana para taparnos con algo. Y nos quedamos así, mirando el techo.
Yo no podría haber estado más feliz.
Como todos lindos momentos, se cagan rápido y de la peor forma. Seguro te pasó y sabés a lo que me refiero. Bueno, acá se cagó de una forma casi imposible de arreglar.
Comenzó a sonar mi celular. Sin querer, al querer cortar, atendí sin darme cuenta. Y lo volví a dejar ahí en la mesa. Al estar el altavoz para cuando mi madre llama y quiere hablar con ambas, se escuchaba quién llamaba.
Era Matías.
-Hola, mi amor. Bueno te quería decir si querías ir a comer para festejar que volvimos a estar juntos, pero no te quiero joder ya que lo vieron entrar al boludo de Franco. ¡Qué mal gusto tiene la Jessi, eh! Pero bueno, ¿estás?
Corté enseguida, al voltearme me encontré la cara de furia de Franco.
-¡Sos una hija de puta!- gritó. Se paró y comenzó a vestirse de malos modos.
-Franco, está diciendo boludeces, yo no estoy con él.
-¿Y cómo mierda supo que estaba acá?
-Dijo que le habían dicho, qué se yo.
-¿Sabés que pasa? Yo vine, te dije que tenía novia, pero no, a vos te importa ponerla nada más.-dijo a punto de salir por la puerta.
-Me pudiste haber parado. Y no lo hiciste.
-Porque pensé que iba a ser especial porque era con vos.
-¿Y no lo fue?
-Para mí sí, ojalá pudiera decir que para vos también.
-Para mí fue...
-No me importa, Sabrina. No te quiero escuchar. Me usaste para coger nada más. ¿Tan bajo querías caer? ¿O creíste que iba a ser como Matías, que no me iba a dar cuenta de que lo usabas como a mí?
-Estás diciendo pelotudeces y lo sabés. Sabés que te quiero y que a Matías no. Nunca lo quise.
-A mí tampoco.- dijo finalmente. Y se fue. Cerró de un portazo ambas puertas, la de mi dormitorio y la del departamento. Me bañe y me empecé a vestir. Me acosté en mi cama y comencé a llorar.
Pensar que unas horas antes hice acá el amor con Fran, y ahora volvió a estar todo terrible. No quiero llamar a Matías. Ya sé porqué lo hizo. No soy tan tonta.
Me pasé toda la noche llorando y falté al colegio.
Al llegar mi hermana, que venía sin Ana, entró en mi habitación con una bowl con papas fritas y una película.
Las puso en mi cama y, luego de sentarse en el borde, donde se sentaba Franco, me dijo:
-¿Qué te anda pasando, beba?
La miré y, entre sollozos y papas fritas, le conté todo. Desde el final de mi relación con Matías, que Franco me quería, y terminé con la discusión con Franco despues del sexo.
Al terminar, me agarró la mano.
-Mi amor, ¿por qué no me dijiste antes? A ese Matías le voy a ir a romper la cabeza con el Juan- su amigo boxeador- si se vuelve a mandar una cagada. Y con Franco, te digo que le des tiempo. Me contó Ana que el año pasado estaba con una mina como vos, que le decía que lo quería y todo, y pasó parecido: que se comía a otros mientras andaban en algo. El problema es que la muy trola se hacía la buena con él, se le hacía la novia santa pero lo cuerneó con medio barrio. Y sabían todos menos él. Cuando se enteró, la dejó pero no salió de su casa durante dos meses. Ni al colegio quería ir. Por eso te digo, paciencia. Además esa Jessica ya la juno. No tiene una puta neurona la loca.-abracé a mi hermana luego de decir lo que dijo. Miramos la peli y comimos las papas. Luego se fue a bailar y me dormí. Me desperté a las 3 de la mañana. Pensé sobre lo que había pasado este corto año y empecé a tirar todo lo que había en el escritorio. Desesperada, rompí la mayor parte de mi cuarto, y salí corriendo afuera. Bajé por las escaleras y salí por la puerta del edificio. Al estar cruzando la calle, solo vi un destello y luego todo negro.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora