CAPITULO 2 (Parte 2)

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     Ariza se dejó caer en la silla e intentó acallar la voz de la madre de Ruben, que seguía resonando en su cabeza. La mayoría de los agentes usan teléfonos móviles, por lo que era imposible escuchar a sus interlocutores, pero Ruben hablaba por un teléfono fijo y la voz de Cammy Gundersen podía oírse a varios metros de distancia. La abierta hostilidad de sus palabras hizo que Ariza sintiera náuseas.   

      Sabía que la gente hablaba de ella. Su situación daba pie a muchos cotilleos y comentarios maliciosos, incluso en los tiempos modernos. Para una persona como Cammy Gundersen, perteneciente a una generación menos tolerante, ella resultaba ser el blanco perfecto de las críticas. Para dificultar aún más la situación, Ariza estaba desesperadamente  enamorada de su jefe.

     A Ruben le gusta estar soltero. Muy rara vez salía con alguien, y cuando lo hacía, era con una letrada o una jueza. En una ocasión fue con una atractiva abogada de oficio. Pero normalmente sólo había una primera y única cita. Como la que tuvo con ella, algo e lo que era mejor no pensar.

     Sentía curiosidad por esa forma de vida tan solitaria y casi monástica que llevaba su jefe, pero no podía preguntárselo. Era una pregunta demasiado personal. Una vez, sin embargo, lo oyó hablar con su hermano sobre lo agresivas que podían ser las mujeres. Su supuesta castidad era un reclamo para cualquier mujer permisiva, por lo que seguramente se había enfrentado a más de un intento de seducción. Quizá hubiese heredado aquella estricta moralidad de su ultraconservadora madre.

     Ariza contempló la foto de Dylan que llevaba en la cartera. Era una mezcla de ella y de su padre, del que había heredado la nariz recta y el pelo castaño claro. Su padre había sido un hombre atractivo e inteligente, y Ariza tenía la esperanza de que Dylan fuese igualen esos aspectos.

     Suspiró con nostalgia al recordar la creciente fascinación que se iba apoderando de ella a medida que avanzaba el embarazo. Dylan era un niño precioso, delgado y con el mismo brillo de picardía que su padre en sus ojos azules. Le gustaba jugar al escondite y a los videojuegos, especialmente Super Mario Bro. Siempre estaba suplicándole a su madre que tuvieran un perrito o un gatito, pero ella le había explicado que era imposible. Los dos estaban fuera de casa casi todo el día, él en la guardería  y ella en el trabajo, y además no tenían espacio. Vivían en un pequeño apartamento de un solo dormitorio de un solo dormitorio y Dylan dormía en una camita junto a la suya. Era lo más sensato por la noche, debido a unos problemas de salud de los que Ariza jamás le había hablado a su jefe. Vivía en una inquietud constante por su hijo. Existían buenos medicamentos para su estado, pero los que estaban usando no parecían tener mucho efecto, especialmente en primavera y otoño. Las hojas empezaban a caer con la llegada de el frió a Madrid, y Dylan estaba teniendo más problemas que de costumbre. No era de extrañar que tuviese ojeras y llegase tarde al trabajo. Sobre todo después de una noche como la anterior...

─Te estoy preguntando si ha llamado Nicolas Zavala ─le repitió Ruben.

     Ariza dio un respingo y dejó caer la foto plastificada. 

     Ruben la recogió con el ceño fruncido y miró al niño de la foto con curiosidad.

─Se parece a ti ─le dijo mientras se la devolvía. Ariza la guardó inmediatamente.

─Si. Lo... lo siento, señor ─balbuceó. Ruben se metió las manos en los bolsillos y la miró fijamente. 

─Nunca has traído a tu hijo al trabajo.

─No sería apropiado ─respondió ella─. Dylan se haría un gorro de pirata con los documentos y se pondría a dar saltos sobre la mesa.

     Ruben arqueó las cejas. Según su madre, había sido un niño especialmente revoltoso.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2016 ⏰

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Secretos Y Amenazas ... «R.D.G» (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora