Capitulo IV
Sólo había oscuridad, como de costumbre. Oscuridad, yo siendo nada. Esperaba no ser consciente de lo que sucedía hasta despertar, pero no fue así. El mundo volvía a estar apagado. Fue entonces cuando me arrepentí de haber ido tan a lo loco, sin consultárselo siquiera a mi amada. Si ella no volvía a verme... sería también el responsable de su muerte, porque sabía que sin mí ella se encontraría sin nada y sola, y acabaría suicidándose, como haría yo en caso contrario. Pensé también en ser poseído por algún demonio. Eso me revolvió. ¿Y si el demonio tomaba mi vida y todo lo que era yo, fingiendo normalidad, y abusando de mi familia, de Rubí? No, no. Me estresé, me agobié. No quería eso. No... ¡NO!
¡Me había precipitado! ¡Había ido a lo loco como un gilipollas! No podía permitirlo. No quería que nadie controlase mi cuerpo. Debería haber hecho lo que mi amigo pretendía: tener un conejillo de indias y ver lo que pasaba. Aunque esos ojos habían sido un regalo. Intenté derramar una lágrima, pero sin cuerpo, ¿cómo hacerlo? Era una conciencia flotando en la oscuridad, nada más. No tenía ni siquiera objetos con los que tropezarme. Esperar a mi ¿muerte? ¿Y si ya estaba muerto, y el demonio poseyendo mi cuerpo? Más penas, y más ansias de llorar. Por un momento creí derramar una lágrima. Eso me daba esperanzas de que tenía un cuerpo y que no todo había acabado...
Y, de pronto, sin esperarlo, un mundo nuevo se abrió ante mí. La oscuridad desapareció. Colores nuevos, formas inertes con vida propia, cifras matemáticas bullendo por mi cabeza, y mi amigo operándome. ¿Cómo era capaz de verlo? ¿Me había despertado? No, no, seguía durmiendo, pero él estaba allí, tras el párpado, mirándome estupefacto. ¿Lo podría ver, pero no interactuar con él? ¿Estaba destinado a ver toda mi vida pero sin ser capaz de hacer nada porque estaba poseído? Más agobio, pero no. Podía mover el ojo. Claro, yo era capaz de moverlo, yo era su dueño. ¡Nadie me había poseído! Poco a poco parpadeé y desperté de la anestesia.
– Tenías razón, el ojo se adhirió solo. – fueron las palabras que él me dijo. Parpadeé con fuerza. Estaba viendo... Sí, no era una visión, ¡era su alma!
Era de un color blanquecino mezclado con otro negro, ambos casi transparentes. También poseía la misma forma que el cuerpo de mi amigo. Estaba adaptada a él, y se movía al compás de su cuerpo físico, aunque carecía de pelos. Esa imagen se mezclaba con la imagen normal de él. Mi ojo izquierdo lo veía todo, mi derecho sólo el umbral, aunque el primero lo veía, en su mayoría, blanco, con tonos negros, y colores nuevos y extraños, y el derecho me mostraba la visión normal de la vida. Seguí observando mi alrededor. Los objetos tenían la misma forma blanquecina que mi amigo, aunque de un tono más claro, más transparente. Una tenue luz de una lámpara parecía tener color propio. Me fijé mejor, y, sin darme cuenta, supe la tonalidad de color que tenía, así como el de los demás. Mi amigo movió su mano, como llamándome para que le describiese lo que sentía. También capté la velocidad de su mano, como si fuesen números o fórmulas matemáticas, aunque yo siempre había sido un cateto. No aparecían cifras, sino que yo mismo, en el fuero interno de mi ser, sabía qué velocidad estaba empleando, y si tenía intención de aumentarla o disminuirla. Podía leer sus intenciones. No era ver el futuro, sino leer el movimiento de sus músculos, de su sangre, de su corazón palpitando...
¿Qué clase de poder era aquél?
Me abrumó tanto que sentí un fuerte mareo. Me llevé las manos a la cabeza, pero a pesar de cerrar los ojos, el izquierdo seguía viendo a través del párpado. Si me concentraba bien podía incluso ver lo que había en el sótano de debajo de las instalaciones médicas. Y quizá podía ver más allá, pero la respiración se me cortó. No quería hacerlo, era demasiado para mí. Sentía una fuerte molestia en el ojo, como si me fuera a sangrar, o a reventar. Por un momento me lo planteé, y lo temí. Miré a mis lados. En un cuenco estaba mi anterior ojo marrón.
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EL Ojo de Horus
Fanfiction¿Qué harías con el poder de un dios? ¿Serías capaz de solucionar tu vida, de cumplir tus sueños, de llegar a ser lo que anhelas? ¿O todo seguiría igual...? El protagonista de esta historia vive lejos de su hogar, de su familia, porque necesitaba hui...