Capitulo XVI

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Capítulo XVI

– Rubí... – le dije en casa a solas. Habíamos ido a tomar una ducha. Hacía tiempo que no manteníamos relaciones, debido a todos los disgustos acontecidos. El agua caliente purificó nuestros cuerpos desnudos y abrazados. Después, un rato de relax tomando un té, mirándonos. – Me encontré con el tío que delaté en el torneo de póker.

– ¿Qué? ¿Y qué pasó?

– Me ofreció "trabajar" para él. Chivarle las cartas por un pinganillo de ésos. Sabe que tengo algún poder.

– ¿Te parece una trampa?

– No, en su alma resalta la ambición más que cualquier otra cosa.

– ¿Y vas a aceptar?

– No sé... Piénsalo, desde la partida de póker fallida, el resto ha ido bien... Gané, y de un día para otro pude inscribirme en un torneo de cien mil euros, porque justo había una vacante libre. ¿No te parece demasiada coincidencia? ¿Será algún dios poniéndome a prueba, observándome?

– Ni idea, ¿tú qué opinas?

– Que sí. Tengo miedo de lo que vaya a suceder. Quizá al final todo me quede grande, pero tengo que luchar, ¿no crees?

– Claro, por tu hermana...

– No sólo por ella, sino por ti. Sabes que alguna vez te he dicho que me importas más que ella, y me avergüenza admitirlo, porque ella es familia, y crecimos juntos, pero tú... Me diste luz. Aunque, para que yo brillase tuve que cernir oscuridad sobre mi hermana.

– ¿Eh?

– Que cuando me fui, se quedó triste.

– Normal, eres el mejor hombre del mundo...

– Para ti, pero no he sido ni un buen hermano, ni un buen hijo. Ahora tengo la oportunidad de cambiarlo. Y también para ser un mejor novio, y un buen y futuro marido.

– Ganas tengo ya...

– Con el dinero que me ha prometido este hombre... podré pagarle el tratamiento a mi hermana, y tener un buen futuro para sustentarnos tú y yo.

– ¿Te fías de él?

– Ni lo más mínimo, pero debo darle una oportunidad. Es lo que necesito: dinero fácil y rápido. Lo que temo es que se dé cuenta de mi ojo y quiera tomarlo para sí.

– Ten mucho cuidado.

– Lo tendré...

Entonces recibí una llamada de mi amigo.

– ¿Qué tal tienes el ojo?

– Bien, me sigue sangrando con la presión.

– Ya vi que ganaste un torneo de póker.

– Sí, pero a cambio tengo muchísimos dolores. Tengo miedo de que me acabe reventando.

– ¿Quieres pasarte por aquí y te lo reviso?

– Vale, ahora, a las cinco nos vemos.

Nos despedimos, y Rubí se preocupó. La tranquilicé diciendo que me lo inventaba para que él no quisiera implantarse el otro ojo. Entonces llamé al otro hombre, el rico. No sabía su nombre, ni quería saberlo.

– Hola, soy el "Tuerto".

– Ah, ¿qué tal? ¿Ya lo pensaste?

– Sí, acepto.

– Oh, perfecto. Pásate por mi despacho mañana a primera hora, y discutiremos términos. Tengo una timba este viernes, ¿crees que podrás estar a tope?

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