Capitulo 34

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- Ahora si arreglaremos lo que tenemos pendiente

- ¿Daniel...? – Susurro. Pasa su nariz por cuello erizando cada poro a su paso. Descubro que es el cuándo el olor de su perfume me embriaga; un poco de menta mezclado con alcohol. Ok, esta borracho.

Busco el interruptor y lo enciendo, ahogo un chillido al ver lo marcada que esta su cara, diría que fue una tunda; su pómulo esta morado con un rastro de verde a su alrededor, una de sus cejas está cortada y la comisura de su labio esta aun hinchado.

- Por Dios ¿Qué le paso a tu cara?

- Digamos que tu hermano es un hombre de pocas palabras – Dice tocándose su labio mientras vuelve a su asecho.

- Daniel, apártate

- Esta agonía me está matando, Annie... Ya no puedo más; me desespera esta distancia, tu indiferencia... Extraño lo que éramos

- Pues debiste pensarlo antes de meterte en las bragas de otra – Siseo colocando mis puños en su pecho para distanciar un poco su cercanía.

- Nunca quise hacerte daño, tienes que creerme, Annie... Yo te amo. Dame la oportunidad de reparar eso que quedo frágil - ¿Qué? Lo miro incrédula.

- ¿Amar? No puedes amar a alguien cuando no estás seguro de lo que quieres, prometiste cuidar lo que teníamos y fuiste el primero en destrozarlo, no vengas con palabrerías, Daniel

- ¿Y qué hay de ti? Creo que no soy el único culpable – Enarco mi ceja y me cruzo de brazos –

- ¿Yo que?

- ¿Crees que no sé qué andas en un juego con Rodrigo? Estamos a mano ¿No?

Oh, no ha dicho eso, mi respiración se agita e intento escapar pero el nuevamente me retiene. Forcejeo para salir de su agarre cuanto antes, no permitiré que destruya las frágiles barreras que he construido.

- ¡Aléjate! Si eso es lo que crees que haces aquí ¡¿Qué haces aquí, Daniel?!

- ¡Porque no puedo alejarme, maldita sea! Eres mía ¡Entiéndelo!

- Es un derecho que no posees – Rio cínica – Supéralo

- ¿Y tú? ¿Lo superaste? Crees que no me he dado cuenta como tu cuerpo reacciona cada vez que te toco, como te estremeces con cada tacto... Te conozco más de lo que ese imbécil podrá conocerte

- Ni te atrevas – Replico al ver sus intenciones. Y sin hacerme caso su boca posee la mía y la devora con devoción y desesperación a la vez, invadiendo con su lengua cada rincón de mi boca. Intento quitármelo de encima pero su fuerza es superior; mi corazón late tan rápido como un motor y mi cerebro se bloqueó, su manera de besarme me vence y termino cediendo a su entrega.

Nuestras se bocas se mueven con mucho ímpetu, buscando eso que habíamos olvidado o extrañado por largo tiempo; me alza y me hace enrollar mis piernas en su cadera, echa mi cabeza para atrás para tener mayor acceso a mi boca y yo tiro de su cabello para luego escuchar un sonido gutural de su garganta que me hizo estremecer entre sus brazos, sus caricias impartidas por mi espalda baja estaba haciendo que mandara shock electrizantes por mi columna. Mi cuerpo y mi corazón pedían cada vez más y yo sentía que estaba cayendo en un profundo hoy negro que si seguía, no encontraría salida.

El problema era que no quería encontrarla.

Deja de besar mis labios y pega su frente en la mía mientras intenta regular su respiración. Me rehusó a abrir los ojos porque al hacerlo, sé que me llevare un buen golpe de la realidad. Me vuelve a besar sin darme la chance de entrar en razón de lo que estoy haciendo.

Esta soy yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora