Andrea es la asistente de la madre del famoso cantautor Charlie Puth con quien no ha tenido mucho contacto hasta que su jefa los une y los sentimientos de ambos comienzan a florecer. ¿La fama los separará o podrán mantenerse unidos?
Sentada en la cama de Charlie, usando una de sus pijamas, intentaba recordar todo lo que había pasado anoche. Recuerdo que hubo mucho vino y muchas risas pero el resto era en realidad una nube negra en mi mente.
- Buenos días hermosa – dijo Charlie estirándose a mi lado. Lo vi preguntándome que había pasado pero aun viéndolo no me venía a la mente ninguna imagen de anoche – ¿Te sientes bien?
- Ammm... no lo sé – murmuré.
Charlie se sentó en la cama – Andrea... tengo el presentimiento de que estás entrando en pánico porque no recuerdas nada de anoche – dijo viéndome – Hey – volteó mi cara para que lo viera a los ojos – No pasó nada de lo que ambos pudiéramos arrepentirnos así que tranquila – me dio un beso en los labios.
- ¿De verdad? – pregunté aún sin convencerme.
- Nada de nada – dijo – Al parecer te gustó mucho el vino y en poco tiempo caíste inconsciente. Para ser sincero la necrofilia no es lo mío – se rió.
- Gracias – me reí y lo abracé – Disculpa por haber perdido la conciencia anoche.
- No te preocupes hermosa. Por cierto... la pijama te la pusiste tú misma – se rió – yo no tuve nada que ver en eso...lamentablemente.
Suspiré aliviada – Que bueno que me aclaras eso – Me levanté de la cama – Iré al baño.
Fui al baño y me arreglé un poco. De verdad parecía que un tren me había atropellado pero sonreí porque Charlie me había dicho hermosa varias veces aun viéndome en este estado. Cuando salí y fui al cuarto Charlie no estaba - ¿Charlie? – lo llamé
-¡Estoy en la cocina! – gritó desde afuera. Cuando salí estaba preparando el desayuno vestido solo con un mono negro y sin camisa.
-Que vista tan agradable – dije mientras me sentaba en el mesón de la cocina.
- Creo que puedo decir lo mismo – sonrió viéndome – Mi camisa te queda muy sexy – eso me hizo sonrojar.
Después de unos minutos ya estábamos comiendo. Charlie había preparado tostadas, tocino y huevos, también hizo café y sacó jugo de naranja. El desayuno estuvo realmente perfecto.
- No sabía que cocinabas tan bien – dije cuando terminamos de comer.
- Ese es mi don oculto – sonrió – Andrea... tengo una mala noticia para ambos – dijo cambiando su mirada feliz a algo triste.
- Hoy debes irte por un mes más – lo sabía...solo que no quería pensar en eso en este momento.
- Sí – hizo una mueca – De verdad no quiero irme.
- Y yo no quiero que te vayas – me levanté y fui a abrazarlo.
Charlie me abrazó por la cintura y me dio un beso totalmente delicioso y luego suspiró – ¿Me ayudas a empacar?
- Sí hermoso – sonreí y fuimos a su cuarto.
Ahora pasaría un mes más sin verlo.
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